viernes, 27 de junio de 2014

Un pasionista en la radio cubana

Si hubiese un nuevo vitral para los mártires pasionistas de Daimiel, pediría que dibujaran al P. German de Jesús y María con una radio junto a la palma del martirio. ¿Por qué un radio? Verán, durante doce años como misionero en Cuba, usó todos los medios posibles para predicar a Cristo Resucitado y un medio que le llegó a fascinar, fue el apostolado de la radio. 

Tapiz de la beatificación en 1993
Beato Germán de Jesús y María (Manuel Pérez Giménez)

Nació el 7 de septiembre de 1898 en Cornago, La Rioja.
Martirizado el 22 de julio de 1936 en Carabanchel  Bajo, Madrid.
Beatificado el 1º de octubre de 1993 por S. Jua Pablo II en Roma

Me llamo Manuel y de niño me llamaban Manolo: ¡Manolo no te subas ahí!, ¡Manolo que te comas toda la sopa de papas! ¡Manolo cuándo serás bueno! – me decía mi madre, Doña Vicenta cuando me curaba algún raspón fruto de alguna caída. Yo le contestaba muy seguro de mi, ¡Un día madre, un día, y hasta cura seré, verás!.

San Pablo de la Cruz

Así que un buen día me fui al seminario de los Padres Pasionistas y en 1914 vestí el hábito de San Pablo de la Cruz, con corona de espinas y Cruz al hombro. Aquel año me llamaron Germán de Jesús y María. Un año más tarde pude emitir mis primeros votos religiosos en Corella, Navarra.

Después de los votos me  enviaron al convento de Daimiel junto al Cristo de la Luz. Allí bajo su mirada se rezaba y se estudiaba, se estudiaba y se rezaba. Al terminar mis estudios literarios y filosóficos fui enviado a Roma para estudiar teología y aprender Roma claro está. Finalmente en 1925  fui ordenado sacerdote de Cristo para siempre. Cuanta alegría al poder consagrar  con mis manos el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor, pues mis manos Señor, amasan tu Cuerpo, tocan  tu Sangre.

En 1926 me enviaron a Cuba para reforzar las comunidades pasionistas allá fundadas. Primero a La Habana y de allí, dos años a Santa Clara para aprender a ser pasionista en Cuba, finalmente coadjutor a Caibarién. Caibarién me acogió como su hijo durante doce años  de intenso y fecundo apostolado: Misiones, confesiones, los Caballeros Católicos, y del púlpito a la radio. En  Caibarién, el Sr. Manolín Álvarez instaló la primera emisora de radio en el país y para ser más exacto, en Caibarién. 

Parroquia Purísima Concepción deCaibarién

Aquella estación de radio trasladaba sus instalaciones a nuestro templo para trasmitir por radio la Misa cantada. Así desde el 15 de septiembre de  1929 hasta 1935, domingo tras domingo celebraba la misa por radio  para aquellos que no podían llegar ella por estar en casa enfermos. En un pueblo cercano deseaban tener una capilla y hasta allá iba a celebrar los sacramentos y pronto hubo una catequesis que incluía o solo a los niños sino a los jóvenes y a los adultos. 


En 1935 el Capítulo Provincial me nombró Superior del convento de Daimiel. Lo primero que hice en Daimiel fue pedirle a mi Cristo de la Luz que me permitiera andar en su presencia. Superior de nuestra casa de formación, el Señor me pedía vivir cada día con total coherencia nuestra regla hasta en los más mínimos detalles, que ser formador es cosa seria. Miren, imagínense que en sus manos hay un poco de barro y con ellas le dan forma hasta sacar una hermosa vasija. Pues así es la formación, dar forma a los chicos que tienen un corazón de oro, pero la fragilidad del barro. 

Casa Pasionista de Daimiel 

Pedí a mis hermanos pasionistas que organizaran la catequesis en los pueblos de La Paz y San Roque. Toreamos piedras los primeros días, pero luego solo eran escupitajos al suelo que pisábamos, estas acciones las informaba a nuestros superiores mayores pues temía por aquellos que me había confiado.

Horas antes del estallido revolucionario llegó a nuestra casa, el P. Nicéforo de Jesús María, nuestro provincial.  No sabía que pronto comenzaría el verdadero Calvario para todos.

 La noche del 21 de julio de 1936, nuestra casa fue rodeada por cientos de milicianos. El hermano portero nos despertó para darnos la noticia. Antes de despertar al resto de la comunidad, notifiqué al P. Provincial la gravedad de la situación y después de escucharme, convocó a la comunidad a la Iglesia.    

Reunidos todos, el P. Nicéforo nos invitó al martirio  y de sus manos, recibimos el Pan del cielo como último consuelo antes de abrir las puertas de la Iglesia. Era nuestra hora, la hora de Getsemaní. Allí queríamos el martirio, pero todavía no era la hora de Dios. 

Foto del Beato Germán de Jesús y María creada por el P. Ricardo San Millá, c.p. 
Nos condujeron amarrados hasta la estación de ferrocarril y en pequeños grupos nos  dirigimos a Madrid. Me acompañaban el P. Felipe del Corazón de Jesús, también misionero en Cuba y los estudiantes José de Jesús y María,  Julio del Sagrado Corazón, Laureano de Jesús Crucificado, Anacario de la Inmaculada y Felipe de San Miguel.  En Ciudad Real nos apresaron los milicianos y nos condujeron amarrados con sogas al cuello por la ciudad al Gobierno Civil. El gobernador nos dio un salvoconducto para llegar a Madrid, pero aquel papel, era una sentencia de muerte pues estaba dado a los PP. Pasionistas de Daimiel. 

En la tarde del 22 de julio tomamos el tren entre gritos y maldiciones de los milicianos y la muchedumbre que se había reunido en la estación de trenes. Al llegar a la estación de Carabanchel Bajo nos obligaron a bajar del tren y las balas de nuestros hermanos nos quitaron la vida por seguir a Cristo Crucificado.




sábado, 21 de junio de 2014

Apóstol de los negros en Baltimore

Reconozco que la causa de canonización de la Madre María Lange me sorprendió, busqué y busqué y así puedo escribir este sencillo artículo sobre ella. Ojalá pronto la veamos en los altares, como modelo de mujer creyente y fuerte que buscó en todo anunciar el Evangelio a los negros libres o esclavos. 

Madre María Isabel Lange 


Nace: probablemente en 1874 en Santiago de Cuba
Fallece: el 3 de febrero de 1882 en Baltimore, Estados Unidos

La Revolución Haitiana obligó a mis padres a establecer su residencia en Santiago de Cuba, allí nací y al bautizarme me pusieron los nombres de Elizabeth Clarisse.  Como mi familia gozaba de alguna solvencia económica y recursos recibí una esmerada educación: música, bordados, pasamanería,  catecismo, letras y números.

Al inicio del siglo XIX nos establecimos en Baltimore, donde había una importante colonia de haitianos ricos y pobres.  Nuestra familia fue acogida con grandes muestras de cariño y aprecio  por otros conocidos que habían rehecho sus vidas en estas tierras. Participábamos en fiestas y bailes, pero mi corazón empezaba a inquietarse con las grandes desigualdades que veía a mí alrededor. Era muy notorio la diferencia entre ricos y pobres, negros libres y negros esclavos. Con la herencia dejada por mis padres abrí una pequeña escuela en mi casa para niños negros, libres y pobres. Para ello conté con la ayuda de mi amiga Marie Magdaleine Balas.   


En aquellos años conocimos al P. James Hector Joubert, S.S., a quien confiamos nuestro deseo de consagrarnos a Dios a través del apostolado de la oración. Sorprendido, con gran prudencia nos escuchó y pidió que siguiéramos orando y trabajando para descubrir la voluntad de Dios, pues a las mujeres negras no se nos permitía ingresar en ninguna congregación religiosa.

Seguimos trabajando en la escuela y dando catecismo y acogida a otros afroamericanos que se acercaban a nosotros. Fueron diez años de espera en los cuales se nos unieron otras dos mujeres:  Rosine Boegue y Theresa Duchemin.  Tras tantos años de espera, el P. James alentado por el Arzobispo de Baltimore, Mons. James Whitfied nos invitó a prepararnos para nuestra consagración.  El 2 de julio de 1929  emitimos nuestros primeros votos como. Al tomar en mis manos el hábito religioso cambie mi nombre por el de Madre María Isabel, mi amiga en la incertidumbre y la esperanza Mary Magdaleine, se llamó Sor María Francisca y aquel día surgió en la Iglesia, el Instituto de Oblatas de la Divina Providencia.



Al vernos con nuestro hábito religioso fuimos perseguidos por aquellos que se creían justos y no toleraban que las personas negras ingresaran en la vida religiosa, pero nosotras sabíamos quien nos había llamado a seguirle y quien nos sostenía. Aquella primera escuela se multiplicó en otras tres y pronto fuimos pocas para poder dirigirlas, así que llegaron otras jóvenes dispuestas a seguir a Jesús.

El P. Joubert pidió a un sacerdote amigo que tratara en Roma de la posible aprobación pontificia de la pequeña congregación religiosa. Con gran gozo supimos que el Santo Padre, Gregorio XVI  aprobó nuestra comunidad el 2 de octubre de 1831, éramos la primera congregación religiosa afroamericana fundada y aprobada  para mayor gloria de Dios.



En 1843 con la muerte del P. Joubert surge el desaliento en la comunidad religiosa, disminuyen los ingresos de vocación y a la vez, baja considerablemente  la cantidad de alumnos  en nuestros colegios.  Finalmente, una de las primeras religiosas, se marcha y funda una comunidad distinta, para ella guarde siempre gran aprecio y estima.

Algunos años más tarde conocimos al P. Thadeus Anwander, redentorista que nos ayudó a salir adelante esperando contra toda esperanza y nuestra comunidad se renovó y comenzó nuevamente a dar nuevas muestras de apostolado fecundo.  En plena epidemia de cólera nos dimos heroicamente a nuestro pueblo y yo perdí a una amiga de la primera hora, la Madre Ma. Francisca, mártir de la caridad.


Entre 1850 y 1860 los superiores me nombraron Maestra de Novicia de nuestro joven instituto y coincidió con una bonita época de expansión, pues dimos el brinco a Filadelfia, Nueva Orleans, Whashington, Filadelfia y Kansas. En mis manos depositaban a las futuras Oblatas de la Providencia. Con la ayuda de Dios y la experiencia de tantos años podía moldearlas en aquel primer espíritu que Dios nos regaló a las primeras Oblatas. Unidas en un mismo corazón y una sola alma vi como mis hijas se dirigían a nuevos centros de apostolado para dar acogida a los negros y predicarles el Evangelio.    

El 3 de febrero de 1882, a mis ochenta y ocho años escuché la voz de mi Amado que me llamaba a entrar en la gloria de mi Señor y así, sin estridencias me dormí en el Señor.            

Habitación donde falleció Mother Mary Lange

La obra iniciada por Madre María Elizabeth Lange dio el brinco a Cuba en 1900 a petición del Delegado Apostólico en nuestra nación: primero La Habana, luego Cárdenas, Camaguey, Marianao, Santiago de Cuba, Santa Clara, Santiago de las Vegas. La nacionalización de los colegios en 1961 hizo que se retiraran del país y se fundaran nuevas casas en otros países.      

El 3 de junio de 2013, fueron exhumados sus restos mortales en la Capilla de Nuestra Señora de la Providencia en Baltimore. 
Lugar donde reposan sus restos.


capilla de los fundadores 


Vitral de  Mother Mary Lange.
  

Promotor de la Acción Católica en Tarragona

En alguna entrada anterior, publiqué un artículo sobre el Beato Alfeo Bernabé, Hermano Lasallista en Cuba. En esa ocasión mencione al Beato Jenaro, quien también laboró en nuestro país en el colegio La Salle de El Vedado. 



No había caído en la cuenta de que su presencia en este colegio coincidió con la fundación de la Acción Católica. No es ficción que el Hno. Jenaro haya participado como  observador y testigo del trabajo de los primeros religiosos que laboraron en esta obra laical de la Iglesia. 

Cuando el Hno. Jenaro fue fusilado en el cementerio de Torredembarra, sus restos fueron enterrados en una fosa común en esta ubicación. al terminar la guerra civil española sus restos fueron identificados y conducidos a la casa "San José" de Cambrils y más tarde a la Cripta Martirial de SanT Martí de Sesgueioles.  El 13 de octubre de 2013 fue beatificado en Tarragona. Días antes, un cuadro con una foto suya fue entronizada en su natal Tortejada, Teruel.



Fecha de nacimiento: 3 de diciembre de 1902 en Tortejada, Teruel.
Fecha de martirio: 11 de noviembre de 1936 en  Torredembarra.
Beatificación: 13 de octubre de 2013 en Tarragona.

Me llamo Mariano Navarro  Blasco, natural de Tortejada, Teruel e hijo de Pedro y Filomena. En mi infancia pasaban los Hermanos reclutadores por nuestro pueblo motivando a los chicos a ser generosos con Jesús y seguirle en la vida consagrada. Uno de mis amigos, José Esteban fue el primero en marchar al Noviciado Menor de Cambrils. Yo tenía doce años y también quise acompañarle, pero mi edad imposibilitó mi ingreso en ese año en la casa de formación. Tuve que esperar dos años más tarde para poder dejar mi casa y mi familia en pos de Jesús al estilo de Juan Bautista de La  Salle.

En la fiesta de Todos los Santos de 1918 recibí el hábito religioso y me pusieron el nombre religioso  de Hno. Jenaro. Aquella mañana el maestro de novicios nos había dirigido la meditación tomando el texto de nuestro Fundador: “desde que se usa este hábito no se tiene otra idea que la de permanecer en esta comunidad toda la vida”. Al ponerme el hábito pedí al Señor poder perseverar e mi vocación hasta el final de mis días.



Al terminar el noviciado en Els Hostalets de Llers fui enviado a la casa de Bujedo a prepararme pedagógicamente para desempeñar mi vocación como Hermano Lasallista.

Mi primera obediencia llegó en 1920, al destinarme a la escuela “Sagrado Corazón” de Cambrils. Aquí empecé mi labor   docente y guardo hermosos recuerdos de esos primeros meses. En 1922 fui destinado al Colegio “Sagrado Corazón” de Tarragona.  Coincidió mi llegada con el traslado de los locales desde la calle Roger de Llúria a los terrenos de la calle de Estanisau Figueras. El nuevo edificio estaba en construcción, y por doquier había cemento, ladrillos y yeso. El Hno. Director Agapet – Marie viendo la escasez de personal y el aumento de chicos buscaba opciones para los nuevos desafíos escolares.      

En 1928 cuando las obras de construcción en el edificio terminaba y llegaban nuevos Hermanos para reforzar la obra lasallista  me destinaron al colegio San Juan Bautista de La Salle en El Vedado, Cuba.



Por entonces el Hno. Victorino de la comunidad lasallista de El Vedado había dado inicios a la Acción Católica y aunque algunos Hermanos no veían a bien aquella obra externa, sin embargo aquella pequeña semilla dio frutos abundantes en el colegio y en el país. Numerosas vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa y al matrimonio fueron el resultado de su empeño y de tantos sacrificios.

En 1931 regresé a España, ahora iba con destino al colegio “Sagrado Corazón” de  Manlleu y en 1933 a mi querido colegio de Tarragona. En estos colegios intenté aplicar lo observado y vivido por los Hermanos en Cuba: promover la relación cordial y fraterna con los alumnos, atraer a los antiguos alumnos para vivir con ellos su fe adulta, comprometerlos en obras apostólicas. Cada encuentro con ellos era un modo de hacer presente a Dios en sus vidas y acompañarles nuevamente en las prácticas sacramentales, en las Misas y devociones escolares. Con ellos empecé el apostolado de Acción Católica, promoviendo las prácticas espirituales en los chicos de Bachillerato y Comercio.   


Buque Río Segre

Al empezar la guerra civil española, fui detenido y encarcelado en el barco – prisión Río Segre. Allí me encontré con numerosos compañeros de mi Comunidad Lasallista, sacerdotes, religiosos y seglares. En la saca del 11 de noviembre de 1936 fui elegido al azar y con un grupo de otros 23 presos fuimos llevados a tierra. En el grupo iban algunos sacerdotes, varios Carmelitas de la Enseñanza y el Hno. Gilberto de Jesús de la comunidad de la “Casa Provincial – Procuradoría – Bruño” de Barcelona, que se hallaba en la casa “Sagrado Corazón” de Cambrils recuperando la salud. En el puerto nos obligarn a subir a un camión y en el pueblo de Torredembarra alcanzamos la palma del martirio. 




viernes, 20 de junio de 2014

Un pasionista misionero entre La Habana y Santa Clara

El 1 de octubre de 1989, S. Juan Pablo II beatificaba en la plaza de San Pedro a 26 pasionistas españoles, algunos de ellos habían misionado en México, Cuba y Estados Unidos, otros esperaban ser enviados a nuevas misiones o a fortalecer aquellas casas que expresaban el carima del Fundador: Jesuxpi Passio.

Así les presentaba el Santo Padre a la Iglesia Universal: 

 (La Iglesia) "se alegra por los mártires de la Comunidad de los Pasionistas de Daimiel, en España. Era una comunidad dedicada exclusivamente a la formación de los jóvenes que allí al amparo del Cristo de la Luz, se preparaban para ser sacerdotes y anunciar un día el Evangelio en tierras americanas, preferentemente en México, Cuba y Venezuela. La comunidad se componía casi en su totalidad de jóvenes de 18 a 21 anos, asistidos por un selecto claustro de profesores y hermanos que cuidaban de su formación. Era un ambiente de gran entusiasmo misionero en un clima de retiro, estudio y oración. Hombres de Dios, que siguiendo el consejo de San Pablo amaban “la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre”. 

Ninguno de los religiosos de la comunidad de Daimiel se había mezclado en cuestiones políticas. No obstante, en el clima del momento histórico que les había tocado vivir, también ellos se vieron arrastrados por la tempestad de persecución religiosa, dando generosamente su sangre, fieles a su condición de religiosos, y émulos, en pleno siglo veinte, del heroísmo de los primeros mártires de la Iglesia.

La mayoría, jóvenes de 18 a 21 anos, vivía soñando en el sacerdocio, pero el Señor había dispuesto que su primera misa fuera la de su propio holocausto. Ahora nosotros les exaltamos y damos gloria a Cristo, que los ha asociado a su cruz: “El Señor ama a los honrados . . . él sustenta al huérfano y a la viuda, y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente”.   (De la homilía de la beatificación)

Hoy quiero presentarles, al provincial pasionista que acompañó a sus numerosos hermanos camino al martirio. Fue de los primeros en caer bajo las balas enemigas, pero su mensaje siempre fue de diálogo y perdón, confianza en Dios y abandono a su providencia. 



Beato Nicéforo de Jesús y María Diez Tejerina. 

Lugar de nacimiento: 17 de febrero de 1893 en Herreruela de Castillería, Palencia
Lugar de martirio: 23 de julio de 1936 en Manzanares, Ciudad Real.  
Beatificación: 1º de octubre de 1989 en Roma por S. Juan Pablo II.



Cuando nací me pusieron el nombre de mi padre, quien se fue al cielo tres días después de mi nacimiento.  Mi madre asumió con entereza la guía de nuestra casa y de nuestra educación. A ella debo todo, mi carácter y mi empeño. 


De niño era inquieto y alegre. En alguna ocasión visitaron nuestro pueblo los misioneros pasionistas, todos los vecinos llenamos el pequeño templo parroquial. Yo escuchaba cada palabra que llenaba sus sermones, después en el campo mientras ayudaba con los corderos me subía a un árbol o piedra y repetía a mis vecinos las palabras escuchadas. En aquellos años, sin saber yo lo que decía, les contaba que quería ser mártir a imitación de Jesucristo, pero cuán lejos estaba yo de imaginarme que tendría esa dicha algunos años después.

En 1906 ingresé al colegio pasionista de Peñafiel, cerca de Valladolid. Llegué el día 28 de abril, fiesta de nuestro fundador, san Pablo de la Cruz. Tres años después tomé el hábito pasionista y me dieron un nombre nuevo, Nicéforo de Jesús María. Al año siguiente recibí mi primer obediencia: México.

En junio de 1910 llegué a mi nuevo destino, “El Ranchito” en Toluca. Frente a nuestra casa se había instalado el colegio "Beato Gabriel" de las Hijas de la Pasión, fundadas por la Madre Dolores Medina y Martínez – Zepeda, a quien me encontraría en otros lugares con motivo de la persecución religiosa mexicana. 

En México conocí la persecución religiosa. En 1914 fui detenido junto al resto de la comunidad pasionista que se había refugiado en Atenco. Gracias al cónsul español la pena de muerte fue cambiada por el exilio y pudimos salir hacia Chicago. En medio de tantas inseguridades, una gran alegría tuve en México, el poder visitar y rezar ante la Virgen de Guadalupe, a quien aman tanto los mexicanos.


Ordenado sacerdote en Estados Unidos, fui enviado a Cuba  en 1918. Los pasionistas de La Habana me recibieron con los brazos abiertos. Allí me encontré  nuevamente a la Madre Dolores que había logrado fundar una casa en este país a raíz de la persecución. Inicialmente fui destinado a Santa Clara  al Colegio San Pablo como profesor de inglés, música y otras materias. Apenas empezaba a ver como la mies se levantaba y me destinaron nuevamente a Toluca, México.

En México permanecí casi siete años de apostolado fecundo y extenuante. Abriendo nuevas casas y centros de apostolado. En 1926 volví a La Habana y viendo que nuestra capilla de La Víbora era muy pequeña, me decidí por la construcción del nuevo templo como copia de la catedral de Burgos.  En 1932 mis hermanos pasionistas me nombraron primer Consultor Provincial y tuve que salir hacia España. Tres años más tarde, me pidieron que les animara como Provincial.

En España pude encontrarme con mi madre y mis hermanos.  Después de tantos años, fue un encuentro inolvidable. Mientras tanto  proseguí con mis actividades: pude abrir la casa de Barcelona y Valencia y consagrar el nuevo templo de La Víbora a la Beata Gema Galgani. Nuevamente pude visitar las casas de Cuba y México, para regresar a España antes que estallase la guerra civil española.



Las vísperas del estallido revolucionario me dirigí a la comunidad de Daimiel para iniciar la visita canónica. El 21 de julio de 1936 la comunidad fue expulsada de su casa, no llevábamos más que los hábitos religiosos. En el altar junto al Cristo de la Luz y la Virgen Dolorosa pude repartirles la comunión y dirigirles unas palabras antes que nos repartiésemos por los caminos españoles en busca de la palma del martirio:

“Hijos míos, este  es nuestro Getsemaní; nuestra naturaleza, en su parte débil, desfallece y se acobarda; pero Cristo está con nosotros. Os voy a dar al que es la fortaleza de los débiles. A Jesús le confortó un ángel; a nosotros,  es el mismo Jesús el que nos conforta y sostiene.

Dentro de pocos momentos estaremos con Él. ¡Animo, moradores del Calvario, a morir por Cristo! A mí me toca animaros, y yo mismo me estímulo con vuestro ejemplo”

Abrí las puertas del convento y salimos todos a la noche, escoltados por los milicianos fuimos llevados hasta la estación de ferrocarril. Al vernos en el descampado, me dirigí a aquellos que nos apuntaban con sus armas: "Si vuestras intenciones son de matarnos a mansalva en el campo, a favor de las tinieblas, quitadnos la vida aquí mismo".


Sin embargo aún no había llegado nuestra hora, así que al llegar a la estación de ferrocarril nos despedimos y en grupos nos dirigimos a Madrid.    



En Manzanares fuimos detenidos algunos pasionistas. Ametrallados en las tapias de la estación y mortalmente herido, levanté mis ojos al cielo y a mis asesinos les ofrecí como gratitud una sonrisa. Uno de ellos, enfurecido ante aquel gesto de paz y perdón, me disparó nuevamente permitiendo así que pudiese robarme la entrada al cielo con la palma del martirio en las manos.   




Al término de la guerra civil española, entre abril y mayo de 1939 los pasionistas pudieron localizar los restos mortales de sus numerosos hermanos mártires, así como documentar el martirio de los mismos. Exhumados, fueron llevados el 23 de abril de 1941 al convento pasionista de Daimiel. Fueron depositados en la cripta bajo el camerín del Cristo de la Luz que también había sufrido el expolio y el martirio.  

martes, 17 de junio de 2014

Beato Alfeo Bernabé Núñez Alonso: el maestro de los pequeños en el Vedado

Recuerdo los paseos comunitarios a las ruinas del Colegio "San Juan Bautista de La Salle" del Vedado y a la Escuela Parroquial gratuita anexa. Entre las ruinas de lo que fue esta obra escolar lasallista asomaban anécdotas de algunos Hermanos que aquí vivieron. Allí sigue, testigo mudo de las generaciones de cubanos que fueron educados bajo los principios de "Dios, Patria y Hogar". 


En la entrada principal aún brilla, algo borrada por el tiempo la estrella lasallista.


A lo largo de la República, Hermanos Lasallistas de numerosos países desarrollaron su ministerio educativo en sus salones y patios. Entre 1928 y 1932 los Hermanos de los distritos españoles decidieron ir a Cuba para evitar el servicio militar obligatorio pues las leyes militares establecían su estancia por tres años normalmente lejos de las comunidades y de toda expresión religiosa. Entre 1925 y 1930, la estancia en el Ejército se vio reducido a dos años para todos los hombres mayores de edad. Entre 1930 y 1936 se reduciría a un año. Estos cambios y ajustes en la política española permitiría que algunos religiosos lasallistas españoles dieran clases en los colegios cubanos. Cuando el crisol de la persecución les alcance en 1936, algunos serán testigos de Cristo Crucificado.

Hermanos Lasallistas mártires que fueron educadores en el Colegio S. Juan Bautista de La Salle (El Vedado, La Habana):

Beato Alfeo Bernabé Núñez Alonso
Beato Jenaro Navarro Blasco



Me ocupare en este primer momento del Hno. Alfeo Bernabé.

Lugar de nacimiento: 11 de junio de 1902 en Santa María del Invierno (Burgos)
Lugar de martirio: 31 de julio de 1936 en el Paseo de San  Antonio,  Tarragona.
Beatificación: 13 de octubre de 2013 en Tarragona.
Sus restos se encuentra en San Martín de Sasgayolas. 



El día que nací, la Iglesia celebraba la fiesta de san Bernabé, apóstol de Jesús. Cuatro días más tarde fui bautizado y mi padre recordó mi nacimiento y las campanas tocando a fiesta, por eso me llamaron Bernabé. 

Cuando el Hermano promotor vocacional pasó por el colegio, yo levanté mi mano porque quería ser Hermano. A mi papá no le agradó mucho la idea, pero finalmente aceptó y me dio su bendición. Con la bendición de mis padres y la alegría de haber podido responder a la llamada de Jesús para seguirle como hizo con Andrés y Juan, llegué al Noviciado Menor de Cambrils en 1916. Tenía catorce años.

Dos años más tarde, al pedir mi ingreso al Noviciado fui enviado a Hostalets. En la ceremonia de la toma de hábito recibí un nombre nuevo, Alfeo Bernabé.  Al vestir el hábito religioso las palabras del Hermano Visitador se grabaron a fuego en mi corazón: "Vistiendo el hábito deben, en consecuencia, ser hombres nuevos, creados en justicia y santidad... según san Pablo...Vuestro exterior debe ser santo...modesto y recatado".  Eran un proyecto de vida para vivir cada día lo que durasen nuestras vidas y me empeñé en vivirlo. Al terminar el Noviciado, pude pronunciar mis primeros votos religiosos y ante el altar, le pude decir al Señor: para siempre Señor, para siempre.




Fui destinado a Bujedo para formarme como religioso lasallista, pero en las clases se me amontonaban las letras y los números, sin embargo, para los trabajos manuales se despertaba mi ingenio y creatividad. En esta casa permanecí seis años, mientras se levantaba la Casa de Formación junto al señorial monasterio  benedictino. No había trabajo pesado en el que no me desempeñara con abnegación y fortaleza.

En 1928 al ser llamado a las filas del ejército, pedí ser enviado a Cuba, para evitar permanecer fuera de mi querida comunidad lasallista. Durante veinte días navegué en un vapor antes de llegar a La Habana. El Hermano Visitador de las Antillas me destinó a la clase de los pequeños del Colegio La Salle de El Vedado. 



Durante tres años (1928 - 1931) disfruté el poder dar clases a los más pequeños de este colegio. Mis pequeños avanzan: escriben sus primeras letras, los números, aprenden el catecismo. Los papás están contentos y a mi me reboza el corazón de contento.  ¿Cómo he logrado poder mantener el silencio y el orden en medio de mis chiquillos atolondrados y conversadores?   Aplicando los consejos de mi querido Fundador: "Si usan con ellos firmeza de padre para sacarlos y alejarlos del desorden, deben sentir también por ellos ternura de madre, para acogerlos, y procurarles todo el bien que esté en sus manos"  

En 1931 al cumplir mi tiempo de servicio militar en Cuba regresé a España, aquí fue destinado al Colegio - Comunidad de Bonanova, en Barcelona. Mi estancia en este colegio duró muy poco, pues en este mismo año fui destinado al Colegio - Comunidad del "Sagrado Corazón" de   Tarragona.  

El 18 de julio de 1936  me encontraba en Madrid cuando estalló la persecución religiosa. Me encontraba con otros cuatro Hermanos a quienes nos habían pedido viajar a nuestros pueblos natales, para dedicarnos al apostolado vocacional. Vestidos de religiosos eramos presas fáciles para los milicianos, por lo cual nos deshicimos de ellos y vestidos medianamente bien, anduvimos por la ciudad unos diez días sin tener donde refugiarnos. Habiendo escuchado en la radio que se habían restablecido las comunicaciones ferroviarias con Barcelona, regresamos el día 29 de julio. 

Acompañado por el Hno. Alejandro Antonio nos bajamos del tren en Tarragona, mientras los otros siguieron a Barcelona.  En cuanto pisamos la estación de ferrocarril, los milicianos sospecharon que eramos religiosos, y nos detuvieron. Nos condujeron al Paseo San Antonio y allí fuimos fusilados por ser religiosos educadores. Era el 31 de julio de 1936. 




  


  



 

Hermanos de La Salle en Cuba

Para quienes me siguen, les llamará la atención que siendo un espacio para hablar de la santidad en Cuba, hablé de la presencia de una congregación religiosa en mi tierra. Pues bien, seis Hermanos Lasallistas calleron mártires de Cristo en 1936 fueron maestros, catequistas, hermanos mayores, ministros de Dios y ángeles custodios de la niñez y juventud en Cuba, por eso creo necesario hacer una breve introducción  primero de la congregación religiosa para la cual son gloria y corona.


Al inicio del mes de septiembre de 1905 llegaban al puerto de La Habana un grupo desconocido para la población habanera, se llamaban Hermanos y usaban un hábito totalmente distinto a los vistos en las calles. Días más tarde abrían dos obras escolares en la capital. Poco a poco fueron demostrando de lo que era capaz aquel grupito de religiosos franceses que desde un primer momento se hicieron cubanos. su pedagogía y estilo educativo llamaba la atención porque:

"Nunca antes en ningún colegio, había visto los ya expertos aquellos cristales, por ejemplo, que interrumpían la continuidad de los muros, detrás del elevado buró del maestro, y que nos dejaban ver, al otro lado, la espalda del profesor de la clase contigua. Nunca antes se había hecho vestir a los alumnos con aquellas batas o delantales azules que a nosotros nos pusieron. Nunca antes colegial alguno en Cuba había escuchado el apremiante "¡Tic, tic!" de aquellos curiosos palitos que usaban los Hermanos".( Boletín de los Antiguos Alumnos Lasallistas) 


La fundación del instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en Cuba, México, Panamá y otros muchos países en este año y los siguientes de la primera década del siglo XX, respondía a la desamortización francesa. Cientos de religiosos salieron de su tierra natal, para desperdigarse por otras latitudes geográficas. Cuando aquel gigante de la caridad, Raoul Follerau, visitará las instituciones dirigidas por franceses en otros continentes usará tres expresiones que no puedo omitir: el Padrecito Combes a quien firmará la supresión de los institutos religiosos en Francia; el ministro de sanidad, san Vicente de Paúl y el ministro de educación, san Juan Bautista de La Salle.


Los Hermanos de La Salle fundaron numerosos colegios en Cuba para ricos y pobres: Colegio "San Juan Bautista de La Salle" del Vedado (1905 - 1961); Escuela del Niño de Belén (1905 - 1929), después la Academia Comercial La Salle (1920 - 1961); Colegio Nuestra Señora de la Caridad de Santiago de Cuba (1907 - 1961); Colegio Sagrado Corazón de Guantánamo (1914 - 1961), Colegio San Cristóbal de Regla (1915 - 1933) y Colegio San José de Marianao (1918 - 1961) entre numerosas obras escolares donde los Beatos HH. Jenaro, Edmundo Ángel, Emerio José, Alfeo Bernabé, Félix Adriano, Angel Amado, los siervos  de Dios Hno. Victorino y el Hno. Juanito dieron testimonio de su diálogo con Dios para hablar de Dios con los niños y jóvenes a ellos confiados.          

Hno. Victorino 


sábado, 14 de junio de 2014

Santísima Trinidad....

La fiesta de la Santísima Trinidad me recuerda los años de adolescencia en mi parroquia. Cada domingo era un reto buscar algún símbolo que ilustrara la liturgia y se convirtiera en algo significativo para todos. En alguna ocasión era un cirio con tres mechas que ardían a la misma vez. 

En esos años descubríamos el mudo de los iconos y algún dibujo adorno entonces el templo parroquial a imitación de la Santísima Trinidad de Andrei Rublev. Hoy quiero ponerlo acá y que nos acompañe en esta semana de oración y celebración.

Rublev era un monje ruso, durante mucho tiempo oró en silencio buscando la sabiduría que le permitiera exponer a la Santísima Trinidad. En su oración contempló la visita de los tres ángeles a Abraham, escena bajo el encinar de Mambré (Génesis 18, 1 - 15). Casi diez años de diferencia hay entre el pensamiento inicial de la elaboración de este icono y su terminado. 


El icono representa a tres ángeles que se rozan entre sí, lo cual simboliza la unidad e intimidad que existe entre ellos. Cada ángel representa a una persona divina de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El color azul en las túnicas o mantos representa su ser divino. 

El ángel de la izquierda o primero, representa al Padre: lo transparente de su manto representa su trascendencia a través de los siglos.

El segundo ángel o del centro representa al Hijo, nuevamente son los ropajes las que nos permiten descubrirlo, ya no son transparentes sino visibles, recuerda la temporalidad del Hijo del Hombre, su vida ordinaria en Nazaret y al servicio del hombre. La referencia a la encarnación, a su martirio, es señalada por la túnica roja. 

El tercer ángel representa al Espíritu Santo. Sus vestidos también son etéreos, aunque no tanto como los del Padre. Predomina el color verde signo de la esperanza que ha de habitar en todo cristian@.


El Espíritu y el Hijo miran al Padre, pero los tres sostienen báculos de mando que representan la igualdad de su dignidad. Si trazáramos una línea que señale los ojos de los tres personajes, se representaría un círculo que expresa la eternidad de Dios.

Detrás de la imagen del Padre se puede apreciar una casa, que simboliza el Templo del Antiguo Testamento, pero también nos recuerda las palabras proféticas de Jesús: "en la casa de mi Padre hay muchas moradas". Detrás del Hijo se aprecia una encina, es el árbol  del bien y del mal, ante el cual sucumbió Adán; y a la vez, el árbol de la cruz del que surgió la victoria de la Resurrección. Finalmente un tercero detalle se encuentra detrás del Espíritu Santo: un monte o cerro; una primera lectura nos recuerda al Monte Sinaí donde Moisés recibió y escribió la Ley; y simboliza también el monte de las Bienaventuranzas donde Jesús anunció la Nueva Ley. 




El Hijo eleva su mano sobre un cáliz al que consagra porque es sumo y eterno Sacerdote, en algunas representaciones, se aprecia un cordero dentro del cáliz representación del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

El cáliz se aprecia sobre una mesa u objeto de cuatro esquinas que representa a la Tierra, ¿pero la Tierra es redonda? Si, pero en el momento que el monje pintor hacia su obra se pensaba que la tierra era plana, por eso lo hace así. Pero el mensaje apunta hacia otro mensaje, el cáliz está sobre la tierra, Dios continúa bendiciendo su creación.


   

    
   


  

viernes, 13 de junio de 2014

Dolores R. Sopeña: el evangelio en los barrios obreros.

Mi aprecio por Dolores R. Sopeña, surgió en la querida ciudad de Santiago de Cuba. Yo aspiraba a ingresar con los Hermanos Lasallistas, allá por 1998 y la Hna. Ana y Maricarmen visitaban la casa de los Hermanos para organizar algún encuentro juvenil o las visitábamos en su casita de San Fernando, donde apenas había espacio o en su nueva casa donde recé ante la reliquia de la nueva Beata en una capilla pequeña, pero muy acogedora. 
      
Lugar de nacimiento: Vélez Rubio, Almería, España, 30 de diciembre de 1848
Lugar de fallecimiento: Madrid, España,  10 de enero de 1918
Beatificación: 23 de marzo de 2003 por S. Juan Pablo II


Beatificación: Roma, 11 de julio de 1992 por S. Juan Pablo II

Como regalo de año nuevo llegué a los brazos de mi padre, Don Tomás Rodríguez. Mi madre Doña Nicolasa Ortega me acariciaba con su mirada mientras mi padre me cargaba en sus brazos.

Como mi padre estaba empleado como administrador de las fincas de los marqueses de Vélez, mi infancia y adolescencia pasó entre los distintos pueblos de las Alpujarras. En Almería me hice cargo de hermanas enfermas y de un leproso a quienes atendía a escondidas pues temía que mis papás al saberlo se enojasen y me lo prohibieran. Creo que mi mamá se dio cuenta y algún tiempo después me invitó a las Conferencias de San Vicente de Paúl encargándome desde entonces de la visita de los pobres junto a otras personas.


En 1872 me trasladé a Puerto Rico en compañía de mi familia. Mi padre trabajaba como Fiscal en esta isla desde hacía tres años ya.  En el trato con criollos y mulatos percibí la ausencia de Dios debido a una  catequesis  muy pobre. Como frecuentaba el templo de los jesuitas, el P. Goicoechea, s.j., que era mi director espiritual, me pidió que le ayudará en la fundación de las Hijas de María y en las escuelas para negros y mulatos donde se alfabetizaba y enseñaba el catecismo. Poco a poco vi los frutos de tantos desvelos y cuando empecé a disfrutar de la siega de aquella abundante mies, llegó la hora de partir.

Mi padre era nombrado Fiscal de la Audiencia de Santiago de Cuba. Al abandono y la pobreza provocada por la guerra del 68, se une el estallido del cisma religioso en la isla. El Pbro. Llorente se presentó en Santiago de Cuba como Arzobispo de la misma reconocido por el Rey Amadeo, pero con la oposición del Papa Pío IX. El vicario general, P. Orberá se encontraba prisionero y con él su secretario, el P. Ciriaco Sancho, y en toda la ciudad no había templo abierto ni Misa que se celebrase. Para poder comulgar asistíamos a las cinco de la mañana a la misa que se celebrase en algún barco que estuviese de paso en nuestro puerto y que supiésemos que se celebraría la eucaristía en este.

En esta ciudad, pedía permiso para ingresar en las Hijas de la Caridad, pero como desde pequeña presentaba problemas de visión, mi petición fue rechazada. Entonces en algunos barrios abrí unos “Centros de instrucción” donde ofrecíamos asistencia médica, enseñábamos catecismo e impartía clases de cultura general.  Aquí algunas chicas se unieron a mi proyecto de promoción de la persona. Tras la muerte de mi madre en Santiago de Cuba, mi padre se jubiló y volvimos a Madrid. Nuevamente dejaba la mies madura y lista para la siega.

 En Madrid, pedí ingresar en las Salesas, pero tras las primeras jornadas me di cuenta que aquella vida no era para mí, necesitaba el contacto con los hombres y mujeres que terminaban en hospitales y cárceles. 

En una visita al hospital conocimos a una mujer que nos retó a visitar el llamado Barrio de las Injurias y allí fuimos. Después de una primera visita, volvimos hasta abrir un “Centro obrero” donde acoger a tanto obrero descontento con la Iglesia y con los curas. En Madrid me encontré con el P. Ciriaco Sancho, ahora obispo, quien me alentó y animó a abrir nuestros espacios para la evangelización de la clase obrera.



En Roma, a los pies de San Pedro decidí fundar una congregación religiosa sin hábitos ni signos externos que diera continuidad al apostolado entre los obreros y trabajadores manuales. En Toledo surgió el Instituto de Damas Catequistas, era el 31 de octubre de 1901. Con enormes prisas nos dirigimos a otras ciudades en busca de obreros conocidos y allí donde los encontrábamos abríamos un centro para ellos con sabor a Evangelio. Muchas veces no teníamos una moneda siquiera para poder comer y entonces surgía el milagro de parte de nuestro Patrón que nunca nos abandonaba.

En Manresa, cerca de la cueva donde San Ignacio hizo sus primeros Ejercicios Espirituales, pudimos establecer una casa de ejercicios. Cuando estuvo terminado el inmueble, decidimos que las religiosas viviríamos  en unas habitaciones que se habían dispuesto en la planta superior, cuando llegó la hora de descansar no encontrábamos la escalera para subir y es que nunca hubo escalera porque no teníamos cómo pagarla y nunca nos dijeron nada.


Después del primer capítulo general en 1910, pudimos establecer una casa en Roma cerca del Santo Padre, pero en un barrio pobre como fermento en medio de la masa. Después pedí voluntarias y envíe algunas religiosas a Chile.    

Poco a poco mis fuerzas me iban abandonando, pero a mí alrededor veía que los Centros obreros crecían y acogían a nuevos obreros que escuchaban hablar de Jesús. Mi vida cobraba un nuevo sentido en cada rostro manchado por el tizne.

Finalmente el 10 de enero de 1918 me despedía para el cielo.  

     

miércoles, 11 de junio de 2014

Mártir de la fe: Beato Jaime Oscar Valdes

Lugar de nacimiento: La Habana, 1891
Lugar de martirio: Valencia, España, 1936




Beatificación: Tarragona, 13 de octubre 2013.  
Causa: Beato Mauricio Iñíguez de Heredia y 23 compañeros religiosos de la Orden de San Juan de Dios.  




Me llamo fray Jaime Óscar Valdés y soy hermano hospitalario. No puedo decirles quienes fueron mis padres pues fui abandonado por mis progenitores en el torno de la Casa de Maternidad y Beneficencia de La Habana. Allí me bautizaron y me pusieron el nombre de Armando Óscar. Las religiosas Hijas de la Caridad que atendían aquella casa me enseñaron a descubrir que Dios es padre y madre de aquellos que se confían a Él.

En los años de la Casa Cuna forme parte de la célebre banda de Beneficencia de La Habana y aprendí un oficio, zapatero que me permitió sostenerme económicamente al salir de esta Institución. Durante aquellos años en mi corazón surgió el deseo de consagrarme a Dios y dedicarme a la vida hospitalaria.

Tras la muerte del querido fray José Olallo Valdés, en el hospital de Camagüey, la orden hospitalaria había desaparecido en Cuba. Para poder ser religioso hospitalario tuve que abandonar mi querida patria y trasladarme a Ciempozuelos, España. Allí empecé a identificarme con el carisma caritativo de San Juan de Dios: amar y servir a los enfermos. Al terminar mi formación como enfermero, fui admitido a profesar en este instituto tan querido, para ello tome el nombre de fray Jaime. Mis primeros destinos como religioso hospitalario nuestras casas en Ciempozuelos, Pamplona y San Rafael (Madrid).

En 1920 la Orden hospitalaria de San Juan de Dios regresa a Colombia y se pedían misioneros para rehacer nuestra presencia en este país. Me ofrecí como voluntario y pronto fui enviado a esta tierra  como un religioso más.

En 1928 fui destinado a prestar mis servicios en la Casa de Bogotá, ejerciendo el cargo de prior de este centro hospitalario. Después de darme sin medida en medio de los enfermos colombianos, fui llamado nuevamente a España, ahora al Hospital Infantil de Barcelona (1931). Después de una breve estancia en  Carabanchel Alto, la obediencia me destino a la comunidad del Asilo - Hospital de La Malvarrosa, Valencia (1936) encargado de la sección de la ropería y de la farmacia. Era una obra caritativa que acogía a  “niños escrofulosos, raquíticos, lisiados y huérfanos pobres”.


En esta casa donde se atendían a niños discapacitados, conocí los horrores de la llamada Guerra Civil Española: arrestados en nuestra propia casa, somos asediados por los milicianos que registran nuestras dependencias continuamente. En su afán de buscar armas que no existen, roban y destruyen cuanto objeto religioso encuentran a su paso. No se han dado cuenta que nuestra única arma es ese Cristo crucificado que han mutilado y destrozado.  

El 7 de agosto de 1936 después de un riguroso registro con amenazas y groserías, escucho decir al prior: “Estaba convencido de que me mataban aquellos energúmenos; si esta vez no lo han hecho, no tardarán mucho en fusilarme, pero estoy muy conforme en dar la vida por el triunfo de la religión y de España”

Nuevamente regresan los milicianos en la noche,  irrumpen para registrar una vez más el hospital, además de exigir todo el dinero que había quedado para pagar los suministros de la institución.   En esta ocasión obligan al superior de la casa a acompañarles; sin dudarlo, me ofrecí  para acompañarle en aquella hora de las tinieblas. Pasamos nuevamente por cada habitación y dependencia de la residencia, en mi cuarto encuentran un aparato de tomar la presión que confunden con un aparato de trasmisión en clave Morse. Me acusan de espía y al buen superior, fray Leoncio, de cómplice. No hay manera de darnos a entender y somos arrestados. Esa noche en el campo llamado “Les Oliveretes”, muy cerca del Hospital caímos martirizados  por las balas comunistas.
  
Beato Fray Leoncio Rosell Laboria.