jueves, 24 de julio de 2014

Has venido a visitar a nuestro pueblo


Oración de Juan Pablo II al coronar a la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre
 el sábado 24 de enero de 1998, en la plaza José Martí, de Santiago de Cuba.

 

 ¡Virgen de la Caridad del Cobre.
Patrona de Cuba!
¡Dios te salve, María, llena de gracia!
Tú eres la Hija amada del Padre,
la Madre de Cristo, nuestro Dios,
el Templo vivo del Espíritu Santo.

Llevas en tu nombre, Virgen de la Caridad,
la memoria del Dios que es Amor
el recuerdo del mandamiento nuevo de Jesús,
la evocación del Espíritu Santo:
amor derramado en nuestros corazones,
fuego de caridad enviado en Pentecostés
sobre la Iglesia,
don de la plena libertad de los hijos de Dios.

¡Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre, Jesús!
Has venido a visitar nuestro pueblo
y has querido quedarte con nosotros
como Madre y Señora de Cuba,
a lo largo de su peregrinar
por los caminos de la historia.

Tu nombre y tu imagen están esculpidos
en la mente y en el corazón de todos los cubanos,
dentro y fuera de la Patria,
como signo de esperanza y centro de comunión fraterna.

¡Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra!
Ruega por nosotros ante tu Hijo Jesucristo,
intercede por nosotros con tu corazón maternal,
inundado de la caridad del Espíritu.

Acrecienta nuestra fe, aviva la esperanza,
aumenta y fortalece en nosotros el amor.
Ampara nuestras familias,
protege a los jóvenes y a los niños,
consuela a los que sufren.

Sé Madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia,
modelo y estrella de la nueva evangelización.
¡Madre de la reconciliación!

Reúne a tu pueblo disperso por el mundo.
Haz de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas
para que este pueblo abra de par en par
su mente, su corazón y su vida a Cristo,
único Salvador y Redentor, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén

sábado, 19 de julio de 2014

La larga espera del martirio

En entradas anteriores había hablado de la presencia de la Orden de la Santísima Trinidad en Cuba, uno de los religiosos que en nuestro país trabajó por extender el Reino de Dios ha sido beatificado por dar firme testimonio de su fe:

Beato José de Jesús y María Ormaechea y Apoitia. 

Nació el 1º de septiembre de 1880 en Navárniz (Vizcaya).

Martirizado el 4 de septiembre de 1936 Villanueva del Arzobispo. 

Beatificado el 28 de octubre de 2007 por Benedicto XVI.

Sus restos se encuentran en el camerín del Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta en Villanueva del Arzobispo.



Me llamo José Vicente, pero al ingresar al noviciado trinitario en Algorta, cerca de Bilbao,  me llamaron José de Jesús y María.  La Orden de la Santísima Trinidad había sido restaurada en en 1879 en España, un año antes de que yo naciera, pero cuando ingresé a los 16 años era una comunidad fecunda nuevamente.




Mientras estaba estudiando para ser ordenado sacerdote se realizó la fundación en Cárdenas, Cuba. Mis compañeros trinitarios deseábamos ser misioneros en las Américas y sufrir un poco por el evangelio, rescatar cautivos, promover la vida.  Al ser ordenado sacerdote en 1903 pedí ser enviado a las misiones y me destinaron a Cuba. En Cárdenas coincidí con mi hermano, fray Juan Crisóstomo del Espíritu Santo había sido enviado a esta comunidad, siendo más tarde Superior del Colegio de la Santísima Trinidad, entre 1910 y 1916.

Puerta de la capilla del Colegio Trinitario en Cárdenas, Cuba.  

Cuando llegué a Cárdenas, el Colegio se había trasladado a unas nuevas instalaciones de dos plantas, con una fuente que se llenó de peces de colores. Como en la primera planta estaban los salones, en cuanto llegaba el recreo escuchábamos en la segunda planta, los gritos de los chicos en torno a la fuente y los peces.


En 1913 regresé a España y en 1922 me eligieron secretario provincial. Más tarde fui vicario del convento de Belmonte (Cuenca) en 1926; luego me nombraron superior  del convento de La Rambla (Córdoba) y en 1933, superior de Villanueva del Arzobispo donde vivíamos al amparo de Nuestra Señora de la Fuensanta. Aquí coincidí con el P. Mariano de San José, de los primeros trinitarios tras la restauración y compañero más tarde de martirio.


Nuestra Señora de la Fuensanta también sufrió el martirio.  

 Mis funciones de superior me permitían conocer y visitar a los más necesitados en torno al Santuario y acompañar a mis hermanos en religión. En ocasiones acogía a numerosos amigos intelectuales. En una de aquellas visitas, a un amigo, le entregué varios libros religiosos y le dije algo preocupado: “guárdalos, porque todo esto va a ser destruido muy pronto, y si vienes [al Santuario] te daré más, pero no tardes”. Tras el primer registro le hablé por teléfono y le dije: “Ya ha empezado el calvario que tantas veces os he dicho“. No me entendió y no regresó,  cuando lo hizo el Santuario y el convento ardían en llamas.
Al efectuarse el primer  registro  el 22 de julio de 1936, como superior tuve que acompañar a los milicianos a registrar el inmueble. Siempre había sido de genio fuerte, carácter enérgico, «hombre de cuerpo entero», pero al tener que abrir el Sagrario algo se quebró en mí y al abrir su puerta, exclamé con voz fuerte: “Padre, perdónales, que no saben lo que hacen”.


Santuario de Nuestra Señora de Fuensanta, en Villanueva del Arzobispo. 



Al terminar el registro la comunidad fue arrestada y subida a un camión, a mi como deferencia me llevaron a pie hasta la ciudad. Al llegar a la prisión nos despojaron de todo objeto religioso: escapulario, rosarios (el mío, lo rompieron al quitármelo), medallas… Al día siguiente, en una  de las tatas palizas que nos dieron, al golpearme con la culata del fusil, detuve el golpe y se disparó hiriendo al miliciano en un pie y a mí de mayor gravedad por lo que me llevaron al Hospital – Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.  En el hospital no hacía más que quejarme: “¡Ay, alma más! ¡ay, alma mía!” pues había estado a punto de alcanzar la palma del martirio y la había alejado de mi. 

A la Virgen de la Fuensanta le pedí que me sacaran de la cárcel, pues en medio de tanto odio no podría recibir el martirio, así que al ser llevado al Hospital con las Hermanitas en mi corazón renació la esperanza. Los milicianos me siguieron al Hospital, me ofendían, me golpearon con un crucifijo de la pared hasta que lo quebraron, querían que lo escupiera, que lo pisara pero yo no quise. Durante 8 días me golpearon, tan fuerte que en una ocasión estando sentado en una silla, caí con la silla y esta se rompió.

 Finalmente el 4 de agosto en la madrugada fueron a por mí. Al oír los gritos en las escaleras pedí al P. Joaquín Montoro que se encontraba en cama: “Ha llegado nuestra hora, absolvámonos mutuamente para que Dios tenga misericordia de nosotros” y comencé a vestirme. Al entrar los milicianos, pedí salir con una orden escrita del Gobernador; nunca llegó tal orden, aún así intentaron lanzarme lazos para agarrarme por el cuello, como pude me fui quitando sus cuerdas. Hacia las tres de la mañana entró en la sala el jefe de los milicianos y me pidió que lo siguiera. Al no hacerlo, me apuntó a la sien derecha con su pistola y me disparó ganándome la palma del martirio para siempre.             

Tapiz de la beatificación.
Detrás de la B. María de la Encarnación se aprecian el P. Mariano de San José
y el P. José de Jesús y María con el  incensario en la mano izquierda. 






  

sábado, 12 de julio de 2014

Trinitarios en la Perla del Norte

Las primeras huellas trinitarias en Cuba fueron holladas por el P. Carlos de Jesús y María en 1895 a cuando este iba camino a la recién fundación en Colombia. En este primer momento se encontró con el matrimonio formado por el notario Dr. Carlos Alberto Smith y la Sra. Susana Barrinat que le ofrecieron la posibilidad de una fundación en Cárdenas, Matanzas.   

Visión fundacional de Juan de Mata.  

Después de numerosos inconvenientes la presencia trinitaria en Cárdenas se hizo posible y aquella alianza fue sellada con la celebración de la eucaristía el 20 de marzo de 1898. Inicialmente esta presencia estuvo dirigida a la asistencia pastoral de los enfermos del hospital.

En 1899, tras el término de las guerras de independencia, y libres los trinitarios de su servicio en el hospital, se sentaron las bases de un colegio. Los inicios fueron modestos, para lo cual se abrió una escuela nocturna en una casa de la calle Laborde, inmueble de reducidas dimensiones que permitió que al año siguiente se abriera el Colegio de la Santísima Trinidad.

Con el paso de los años, la presencia trinitaria no solo se restringió al apostolado escolar que compartían con numerosos laicos, sino que se extendió al cuidado pastoral de los pueblos o bateyes de Cimarrones y Lagunillas. Entre los numerosos frailes trinitarios que laboraron en Matanzas, se encuentra el B. José de Jesús y María Ormaechea Apoitia que caería en 1936 bajo las balas comunistas españolas, de quien hablaremos próximamente. El 30 de junio de  1961 los PP. Trinitarios abandonaban Cuba como otras muchas órdenes y congregaciones religiosas dejando atrás años de presencia callada y fecunda . 

Colegio de la Santísima Trinidad en Cárdenas, 1935. 

En pleno siglo XI, el francés  Juan de Mata y  Félix de Valois  llevan un poco de esperanza a los cristianos cautivos bajo las armas musulmanas. En el proyecto original aquellos frailes se cambiaban por prisioneros cristianos. A través de los siglos, la Orden Trinitaria ha logrado renovar su carisma fundacional a las necesidades de la sociedad actual. En un mundo atado a drogas y otras muchas dependencias, en el momento de su fundación en Matanzas la Orden de la Santísima Trinidad vivía su carisma fundacional en nuestra patria: redención y prevención por la educación.

La fundación trinitaria en Cuba es fruto de la tercera restauración de la orden en el seno de la Iglesia. En 1835 con las leyes de desamortización de Mendízabal los discípulos de Juan  de Mata desaparecen en España. En 1879  la presencia trinitaria es posible gracias a algunos frailes italianos que restauran la obra en España.

España será el nuevo puerto misionero hacia América: Colombia, Cuba, México, Chile y otras muchas presencias a favor de la redención de cautivos. 




viernes, 11 de julio de 2014

Paso a paso hacia los altares quien nos enseñó a pensar.

El P. Félix Varela atrajo mi atención en cuarto de primaria, aún cuando su referencia eran unas cuantas líneas en el libro de texto. 




Para quienes nacimos en los años 80, era casi un secreto el uso del término "Padre", "sacerdote" o presbítero". Le habíamos enmarcado en una frase que es todo un símbolo, "el primero que nos enseñó a pensar como cubanos".  Amante de la historia cubana me cuestionaba  ante aquel hombre de mirada dulce. ¿Quién era el Padre Félix Varela? 

En aquellos años de etiquetas y nombres rusos, no teníamos biografías sobre este hombre de Dios aunque conocíamos a muchos desconocidos héroes de otras nacionalidades. Quién me acercó a su figura fue el apreciado Hno Miguel Campos, que me regaló un ejemplar de Cartas a Elpidio y más tarde, la biografía de Mons. Carlos Manuel de Céspedes, Pasión por Cuba y por la Iglesia. Pero esto eran ya cercano el 2000.



En la lejana clausura del Encuentro Nacional Eclesial Cubano, se dio inicio a su causa de canonización. Me permito trascribir el decreto:


NOS JAIME LUCAS ORTEGA Y ALAMINO, POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE APOSTÓLICA, ARZOBISPO DE SAN CRISTÓBAL DE LA HABANA.

A instancias de Monseñor Pedro Meurice Estiú, Arzobispo de Santiago de Cuba, Postulador de la Causa, nombrado por la Conferencia de Obispos de Cuba y como tal aprobado por Nos. obtenido el consentimiento de la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos, teniendo en cuenta lo dispuesto por la Constitución Apostólica "Divinus Perfectionis Magister", de fecha veinticinco de enero de mil novecientos ochenta y tres, y por estimarlo de la mayor gloria de Dios y bien de nuestro pueblo, iniciamos en nuestro tribunal de San Cristóbal de La Habana, la Causa de Vida y Virtudes del Presbítero Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales e invitamos a todos los fieles de nuestra Arquidiócesis, así como a los de todas las diócesis de Cuba, para que con el consentimiento de sus respectivos Ordinarios, tengan a bien comunicarnos todas las noticias –documentos o hechos- relacionados con dicha Causa y de las que tengan conocimiento cierto.

Dado en la Ciudad de La Habana, a los veinte días del mes de febrero de mil novecientos ochenta y seis.

Doy Fe:

Vicente Abreu +Jaime, Arzobispo de La Habana
Pro- Canciller.



En una publicación de Vitral, el apreciado Dagoberto Valdés, señalaba que en caso de ser beatificado, su posible fiesta litúrgica, sería el 25 de febrero, fecha en que falleció, sin embargo, aún es temprano para su beatificación.

Recientemente Benedicto XVI había firmado el decreto de Venerable con fecha de 14 de marzo de 2012 antes de viajar a Cuba para su visita pastoral como peregrino de la caridad.      

Oración al P. Félix Varela

Oh Dios, que en tú amorosa providencia llamaste a tu Siervo FÉLIX VARELA a ser un apóstol del Evangelio de Jesucristo, concédeme la gracia de imitar sus virtudes y cumplir fielmente mis deberes. Te prometo cumplir los Mandamientos y practicar la ley suprema del amor. Dame fortaleza espiritual para resistir las tentaciones de pecado y sobrellevar con dignidad y entereza las dificultades de la vida.

Hazme un instrumento de tu amor para llevar consuelo a los que sufren, enseñar a los que no saben y promover la causa de la verdad, la justicia y la paz. Finalmente te ruego que  glorifiques a tu Siervo FÉLIX VARELA y me concedas por su intercesión este favor especial (haga aquí la petición). Te lo  suplico por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

martes, 8 de julio de 2014

Victorino de Cuba.

Quiero hablarles de un hombre callado y aparentemente insignificante "que hizo que los jóvenes se acercaran a la Iglesia en cada pueblo, en cada batey, en cada lugar de Cuba...

Para aquellos que formaron parte de la Acción Católica cubana, no se necesita mayor descripción, para quienes nacimos después de 1959, hablo del Hermano Victorino de La Salle (1885 - 1966).  Religioso francés del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas llegó a Cuba en 1905. Maestro de generaciones de cubanos el 11 de febrero de 1928 funda la Acción Católica que pronto se convirtió en una presencia eclesial en toda isla. Antes del triunfo revolucionario sale del país y se dirige al exilio como más tarde  lo haría su congregación religiosa y cientos de miles de cubanos. Fallece en Bayamón, Puerto Rico.

Al apagarse su vida surgió como un clamor callado: ¡El Hermano Victorino es santo!

Este clamor ha permanecido a través de los años. Finalmente en 1996, los ex Alumnos Lasallistas cubanos pidieron a los Hermanos de La Salle interesarse en la apertura de su causa de canonización. Habría que esperar al 19 de enero de 1999 para que en Puerto Rico, el Arzobispo Mons. Roberto González solicitase el permiso para abrir su causa, el cual fue emitido el 30 de marzo de este mismo año.

El 22 de octubre de 1999 se nombró el Tribunal examinador y el 8 de septiembre del 2000 se iniciaron las sesiones del proceso de canonización del Hermano Victorino. En el 2003 se clausuró este proceso diocesano y se confiaron las actas del mismo, así como documentos personales del ahora Siervo de Dios al Postulador General de los Hermanos Lasallistas, Hno. Rodolfo Meoli.     

Recientemente  el Hno. Álvaro Rodríguez Echeverría se refería a él de esta manera: "La memoria del Hermano Victorino nos estimula a participar como él, en entusiasmo y fervor en la misión educativa que el Señor hoy nos confía. Su contribución con la Juvetud Católica Cubana, fue una acertada visión de compartir el carisma lasallista con los Seglares y en esto, se adelantó a los que hoy estamos viviendo a nivel de Instituto, con la Asociación y la Misión compartida. Que su ejemplo nos estimule y anime, recordando con otros de nuestros escritos lasallistas que Dios ama a los jóvenes hasta el punto de consagrarles sus santos". (Roma, 25 de marzo de 2008)

La obra del Hermano Victorino es de Dios, su santidad es de toda la Iglesia. Si bien su causa ha sido confiada a los Hermanos, los primeros promotores han sido sus alumnos, aquellos que le conocieron mejor. Sus alumnos fueron lasallistas, pero su obra alcanzó a todas las comunidades eclesiales cubanas: parroquias, colegios, hogares. Su santidad pertenece a la Iglesia que peregrina en Cuba, por eso es Victorino de Cuba.

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domingo, 6 de julio de 2014

Palmas salesianas en Cuba

Las numerosas causas de martirio españolas han llenado el cielo de nuevos nombres. Salesianos, pasionistas, escolapias, carmelitas descalzos y otras muchas órdenes y congregaciones religiosas cuenta con nuevos mártires.  En Cuba  laboraron muchos de estos nuevos mártires, les presento a un salesiano de la primera hora en Cuba: Beato Germán Martín Martín.

  • Nació en San Cristóbal de Priero, Asturias, el 9 de febrero de 1899.
  • Martirizado: el 31 de agosto de 1936 en Aravaca, Madrid
  • Causa de Enrique Saiz Aparicio y 22 compañeros salesianos  mártires 
  • Beatificado el 28 de octubre de 2007.


B. Germán Martín Martín s.d.b.

Querido Don Bosco: El colegio de Béjar esta genial. Los salones me gustan, pero prefiero estar en el patio con los otros chicos. Los padres parecen unos chiquillos más en el recreo.  Cuando estoy en la clase de caligrafía, veo al Sr. García y me imagino como él. Yo quiero ser salesiano”.      


Así escribía en sexto de primaria, cuando era alumno en el colegio de Béjar, y por la gracia de Dios soy salesiano. 

Capilla de los mártires salesianos en Atocha.

Cuando cumplí catorce años pedí ser salesiano. Con el permiso de mis padres me enviaron a la casa salesiana de Carabanchel Alto que era noviciado en aquel entonces. Tuve que esperar cuatro años, pero en 1918 emití mis primeros votos religiosos. Estudié filosofía y luego, me enviaron como clérigo al colegio de San José de la calle Rocafort de Barcelona y más tarde a Baracaldo.  Estos colegios fueron mis primeros intentos de salesianidad: mezcla de juego y piedad que Don Bosco patentizó.

Mientras en España la obra salesiana comenzaba a erguirse como un frondoso árbol, en otros países y continentes crecían pequeñas plantitas. En 1915 mientras yo estudiaba en el noviciado, la Sra. Dolores Betancourt Agramonte se dirige al  Rector Mayor, Don Pablo Albera para pedir una fundación salesiana en Camagüey, Cuba. 

En 1917 llegaron los primeros salesianos a Cuba. Don José Calasanz Márquez acompañado de tres salesianos más se dirigió entonces a Camagüey. Como el colegio para niños pobres aún no se construía, Mons. Valentín Zubizarreta les confió la parroquia de Nuestra Señora de la Caridad. Como si fuera otro Valdocco, la pequeña sacristía se convirtió en aula improvisada para unos 30 chiquillos desharrapados con caras de ángeles y así comenzó la obra en Cuba.

B. José Calasanz Marqués s. d. b.
Beatificado en 2001


En 1920 me destinaron a las “obras cubanas” y me río, porque apenas eran dos pequeñas casas, una en Camagüey y otra en Santiago de Cuba donde el obispo, salesiano también abrió el Colegio Don Bosco. Aquellos niños le robaban el corazón a cualquiera, no necesitábamos mucho para hacerlos felices y enseñarles el camino al cielo. 

Al terminar el tiempo de servicio militar me despedí de Cuba, pero no tuve valor para hacerlo de aquellos chiquillos negritos y mulatos que iban a nuestro oratorio día tras día.


En la capilla se aprecian las urnas con los restos de los mártires salesianos.

A mi regreso en España fui ordenado en Vitoria – Gasteiz, era 1927. Estrené mi sacerdocio en la casa de Carabanchel: oratorio festivo, banda de guerra, teatro y música eran mis herramientas. De allí al colegio de San Miguel Arcángel del Paseo de Extremadura donde teníamos un internado. Los dos primeros años como consejero escolástico, el tercero como animador espiritual de los alumnos internos. Así que mi vida ha estado llena de rostros de chicos y jóvenes a quienes escuchar y animar.

Cuando explotó en España la guerra civil española, los salesianos tuvimos que abandonar nuestras obras escolares y refugiarnos donde pudimos. Días antes una pareja de la Guardia Civil custodiaba las rejas del colegio. El 19 de julio de 1936 abandonamos el colegio y nos dirigimos en casas particulares. El 22 de julio el colegio fu asaltado por la turba e incautado para Hospital de Sangre.

A nuestra comunidad había llegado días antes, Don Dionisio Ullivarri, administrador del colegio María Auxiliadora de Salamanca. Como habíamos coincidido en Cuba nos conocíamos y nos apreciábamos, así que nos hospedamos juntos en una pensión cercana a la Gran Vía. Luego, nos trasladamos a otra pensión en la calle Alfonso XII 66.

B. Dionisio Ullivarri Barajuan s.d.b.


El domingo 30 de agosto, visitamos a una familia amiga en la casa Orellana y al despedirnos, fuimos detenidos por un piquete de milicianos que nos llevaron a la checa de Fomento.

Entre la noche de ese día y la madrugada del lunes 31 fuimos llevados al cementerio de Aravaca, cerca de Madrid y allí ganamos nuestra palma del martirio.          

Se colocan las cajas dentro de las urnas de cerezo.



Su memoria no se perdió

La guerra civil española (1936 - 1939) nos trajó a nuestro primeros mártires y beatos cubanos: fray José López Piteira, o.s.a. y fray Jaime Oscar Valdés, o.h., de quien hemos hablado anteriormente en este espacio.  En el caso del primer su causa pertenece a la  causa de Avelino Rodríguez, sacerdote profeso O.S.A  y 97 compañeros mártires de la Orden de San Agustín, además de  6  compañeros  del clero secular. En el caso del segundo su martirio está incluido en la causa  de Mauricio Íñiguez de Heredia y 23 compañeros hospitalarios.




¿Dónde quedaron sus restos? ¿Dónde descansan sus cenizas? ¿Podemos venerarles en algún templo?
  
Al término de la guerra los Hermanos Hospitalarios pudieron recuperar los restos de algunos de los religiosos martirizados y fueron llevados a la Iglesia del Parc Sanitari Sant Joan de Deu de Sant Boi de Llobregat donde reposan 26 de los 95 religiosos Hospitalarios de San Juan de Dios que calleron víctimas del comunismo entre 1936 y 1937 y pertenecían a las casas de Valencia, Calafell, Barcelona y San Boi. En algunas ocasiones la capilla martirial ha sido restaurada y bendecida con la presencia de sus Hermanos mártires.


Capilla tras la beatificación de 1992. 


La capilla está integrada por 26 arquetas de mármol donde descansan los restos de 17 Hermanos beatificados el 25 de octubre de 1992 por el Papa Juan Pablo II y de 9 Hermanos beatificados en Tarragona por el Papa Francisco.

Capilla actualmente. 

En medio de las arquetas se aprecia  una escultura de terracota de Salvador Mañosa de 1995 y el cuadro de los fusilamientos de Calafell de José Luis Fuentetaja.

Relicarios.  

Al ser fusilado fray Jaime Oscar Valdés con su superior en los muros del cementerio de Los Oliveretes, sus restos mortales desaparecieron sin poderse hallar hasta la fecha. Al recordarles hacemos memoria litúrgica, son parte de aquellos que ha sido fieles hasta la muerte. Si bien sus cuerpos no han sido hallados, su memoria no se perdió ni para su congregación religiosa ni para su tierra natal.  

miércoles, 2 de julio de 2014

Un maestro lasallista: Mons.Román

Poco a poco he ido conociendo a Mons. Román, aquel hombre discreto que se convirtió en el guía espiritual del pueblo cubano en el exilio. Yo no lo conocía, pero ahora siento que es un  pilar de nuestra cubanía.



Leyendo y preguntando a sus alumnos de primero de primaria, se me ocurrió la idea de escribir un artículo sobre sus años de magisterio en La Salle – Marianao, pero he ido descubriendo que ese magisterio ha continuado a lo largo de su vida. 

En el querido Colegio San José de Marianao, que sus ex – alumnos llamaban y llaman La Salle – Marianao, inició Mons. Román sus primeros intentos pedagógicos.  Él mismo  lo recordaría recientemente: “Durante los años 1948-1949 y 1949-1950, antes de entrar al Seminario San Alberto Magno en Colón, Matanzas, pasé estos dos años como maestro en el Colegio De La Salle de Marianao. Recuerdo que cada día muy temprano despertaba al escuchar el grito jubiloso con que los religiosos abrían su día de oración y de trabajo educador. Era siempre ¡Viva Jesús en nuestros corazones! Aquella frase resumía el ideal de su vida consagrada.                                      

Había conocido a los Hermanos desde los primeros años de mi juventud y fueron ellos, como para tantos jóvenes cubanos, un modelo de vida cristiana que no sólo vivían el Evangelio, sino que nos enseñaban a compartirlo. Aquellos años junto a un grupo de profesores que tuvimos el privilegio de trabajar cerca del Instituto, han sido inolvidables
.” (Mons. Agustín Román recuerda al Hno. Alfredo Morales, Diario Las Américas. 02. 22. 2012)

La Salle - Marianao

En el año 1948 – 1949, el  Colegio La Salle – Marianao abrió el curso con dos salones de primer grado: En 1º A, el titular era el Hno. Ángel, mientras que en 1º B, el anciano Hno. Antonio tenía como ayudante al joven Maestro Agustín Aleido Román. Su presencia discreta en los recreos y en los salones de clase de los más pequeños que siempre son más inquietos. Su trabajo callado entre los cuadernos de caligrafía y aritmética, inglés o catecismo, escuchando a sus pequeños alumnos a descubrir y silabear sus primeras letras en su libro de lectura. Su vestir sobrio en medio de una Habana elegante y ostentosa hablaba de sus orígenes campesinos; no le sobraba nada, tenía lo necesario dirá él mismo de sí.

Uno de sus alumnos me contaba: “como le dije estuve en la primera clase del profesor Román.Era pequeño y no me acuerdo de muchos detalles. Sé que se comunicaba muy bien conmigo y me causó una gran impresión especialmente cuando fue mi primera experiencia (yo no fue al jardín de infancia) en La Salle no lo ofrecían en aquel entonces...Yo vine al exilio cuando tenía 19 años y me desligué de tener contactos con los antiguos alumnos aquí pues después de pasar un tiempo en Miami...me fui para New York City donde pase 52 anos. Un buen día mi mujer insistió para que yo viniera a Miami para una de las tantas reuniones anuales aquí. Tenía en mi poder la fotografía donde yo aparezco en primera fila (con pantalones cortos) y es la que está frente a la Virgen como decíamos en el colegio de Marianao  "la gruta"…Antes de la reunión pregunte por él y me dijeron que estaba en su oficina. Tenía la puerta cerrada y yo simplemente toqué y entré, pues ahí estaba Román. Lo único que hice, pues saque la foto y se la puse en frente de su buró y nunca se me olvida su expresión. Fue una reunión después de casi 50 años. Durante la misa él me pidió que fuera al altar y me presentó como su primer alumno..."

Otro de sus alumnos me refería a punto de publicar este puñado de recuerdos sobre las primeras clases de Mons. Román: “era muy modesto pero vestía siempre con traje pero siempre el mismo  y decíamos que si ese era su uniforme. Nunca alzó su voz, era dulce, callado pero si recuerdo que me ayudaba hacer la caligrafía cuidaba del aula y me regaño en varias ocasiones por “hablar en la clase”, y tenía que hacer líneas “no debo hablar en clase” mala costumbre que aún conservo y que mi esposa me reprocha en las misas”.

Para sus alumnos de primer grado fue el Maestro Aleido aquel “ángel custodio o hermano mayor” a que invitaba san Juan Bautista de La Salle en sus Meditaciones para los días de retiro destinadas a todos aquellos que se dedican a la educación de la juventud. Muchos le recuerdan como “un maestro de La Salle hasta su muerte”. Siempre fue “el sencillo Maestro de Escuela que conocí”.   

El maestro Aleido ayer, el recordado Mons. Román hoy, supo enseñar a aquellos niños, hoy hombres, a amar a la Patria, a respetar a Dios y honrar a su familia como legado lasallista para la sociedad cubana del siglo XX.