Hace cincuenta años, en el viejo
misal de mi bisabuela se escondían algunas estampas: entre olas la Virgencita
de la Caridad del Cobre, un san José con el niño, san Antonio de Padua y un San
Juan Bosco. Claro, no faltaba san
Francisco Javier, el apóstol misionero ni tampoco el arzobispo de Santiago de Cuba, san
Antonio María Claret.
Hoy, el devocionario cubano, se ha
enriquecido y en mis manos tengo las estampas del venerable P. Félix Varela Morales,
del héroe de la caridad, el beato José Olallo Valdés, del joven agustino José López Piteira que no
quiso abandonar su comunidad para salvar su vida de las balas comunistas
españolas, del ya venerable P. José Vandor Puchner, salesiano, de la sierva de
Dios Ma. Francisca Yáñez, religiosa Filipense Misionera de la Enseñanza, la venerable sor Ma. Soledad Sanjurjo Santo,
religiosa Sierva de María y últimamente,
el Hno. Victorino de la Salle, hace unos días ya declarado Venerable.
Por la isla caminaron en estos
cinco siglos de evangelización y conquista numerosos santos, de algunos de ellos
y ellas he hablado en otros momentos. Mártires:
Carmelitas, Vicentinos, Salesianos, Escolapias, Hermanos de La Salle, Pasionistas, Siervas de María y otros
muchos. Claro, faltan muchos por mencionar, pero no quiero ignorar a los dos
siervos de Dios, Mons. Eduardo Boza Masvidal, obispo auxiliar de La Habana (+
2003), Mons. Adolfo Rodríguez Herrera (+ 2003), arzobispo de Camagüey. No quiero
ignorar a Mons. Agustín Román, obispo y párroco de la Ermita de la Caridad del
Cobre (+ 2012), de quien espero pronto se pueda abrir su causa de canonización.
El decreto de Venerabilidad del
Hno. Victorino de la Salle, dado el 6 de abril de este año, es un momento para
alegrarnos con el Señor por el don reconocido de su santidad. Una confirmación
de una vida cristiana marcada por la heroicidad de las virtudes teologales,
cardinales y propias de su estado.
Por lo cual, es tiempo propicio de
nuevos estudios sobre su persona, su obra catequística, su participación
eclesial que no solo se reduce a la fundación de la Acción Católica Cubana, su
vida religiosa como religioso Hermano de las Escuelas Cristianas.
Poder decir hoy “¡El Hno. Victorino
es Venerable!” ha implicado varias décadas de difusión, estudio, compilación de
documentos y testigos. Ojalá que pronto podamos verlo beatificado, pero para
ello debemos rezar, confiarle nuestros problemas y los de otros para que pronto
llegue el milagro que haga avanzar su causa.
Excelente tu artículo. Nos regocijamos por la noticia de que ya Victorino, nuestro "Vitico", es Venerable! Lo conocí cuando era niña en Cuba y mis padres fueron amigos de el de la Acción Católica donde se conocieron para luego casarse y fundar el Movimiento Familiar Cristiano que Victorino instituyó. Gracias Manuel Antonio por honrarlo.
ResponderEliminarGracias Tere, es una gran alegría haber caminado hasta este momento.
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