- Nació en San Cristóbal de Priero, Asturias, el 9 de febrero de 1899.
- Martirizado: el 31 de agosto de 1936 en Aravaca, Madrid
- Causa de Enrique Saiz Aparicio y 22 compañeros salesianos mártires
- Beatificado el 28 de octubre de 2007.
B. Germán Martín Martín s.d.b. |
“Querido Don Bosco: El colegio de Béjar esta genial. Los salones me gustan,
pero prefiero estar en el patio con los otros chicos. Los padres parecen unos
chiquillos más en el recreo. Cuando estoy
en la clase de caligrafía, veo al Sr. García y me imagino como él. Yo quiero
ser salesiano”.
Así escribía en sexto de
primaria, cuando era alumno en el colegio de Béjar, y por la gracia de Dios soy
salesiano.
Capilla de los mártires salesianos en Atocha. |
Cuando cumplí catorce años pedí ser salesiano. Con el permiso de mis padres me enviaron a la casa salesiana de Carabanchel Alto que era noviciado en aquel entonces. Tuve que esperar cuatro años, pero en 1918 emití mis primeros votos religiosos. Estudié filosofía y luego, me enviaron como clérigo al colegio de San José de la calle Rocafort de Barcelona y más tarde a Baracaldo. Estos colegios fueron mis primeros intentos de salesianidad: mezcla de juego y piedad que Don Bosco patentizó.
Mientras en España la obra
salesiana comenzaba a erguirse como un frondoso árbol, en otros países y
continentes crecían pequeñas plantitas. En 1915 mientras yo estudiaba en el
noviciado, la Sra. Dolores Betancourt Agramonte se dirige al Rector Mayor, Don Pablo Albera para pedir una
fundación salesiana en Camagüey, Cuba.
En 1917 llegaron los primeros
salesianos a Cuba. Don José Calasanz Márquez acompañado de tres salesianos más
se dirigió entonces a Camagüey. Como el colegio para niños pobres aún no se
construía, Mons. Valentín Zubizarreta les confió la parroquia de Nuestra Señora
de la Caridad. Como si fuera otro Valdocco, la pequeña sacristía se convirtió
en aula improvisada para unos 30 chiquillos desharrapados con caras de ángeles
y así comenzó la obra en Cuba.
B. José Calasanz Marqués s. d. b. Beatificado en 2001 |
En 1920 me destinaron a las “obras
cubanas” y me río, porque apenas eran dos pequeñas casas, una en Camagüey y
otra en Santiago de Cuba donde el obispo, salesiano también abrió el Colegio
Don Bosco. Aquellos niños le robaban el corazón a cualquiera, no necesitábamos mucho
para hacerlos felices y enseñarles el camino al cielo.
Al terminar el tiempo de servicio
militar me despedí de Cuba, pero no tuve valor para hacerlo de aquellos
chiquillos negritos y mulatos que iban a nuestro oratorio día tras día.
En la capilla se aprecian las urnas con los restos de los mártires salesianos. |
A mi regreso en España fui
ordenado en Vitoria – Gasteiz, era 1927. Estrené mi sacerdocio en la casa de
Carabanchel: oratorio festivo, banda de guerra, teatro y música eran mis
herramientas. De allí al colegio de San Miguel Arcángel del Paseo de Extremadura
donde teníamos un internado. Los dos primeros años como consejero escolástico,
el tercero como animador espiritual de los alumnos internos. Así que mi vida ha
estado llena de rostros de chicos y jóvenes a quienes escuchar y animar.
Cuando explotó en España la
guerra civil española, los salesianos tuvimos que abandonar nuestras obras
escolares y refugiarnos donde pudimos. Días antes una pareja de la Guardia
Civil custodiaba las rejas del colegio. El 19 de julio de 1936 abandonamos el
colegio y nos dirigimos en casas particulares. El 22 de julio el colegio fu
asaltado por la turba e incautado para Hospital de Sangre.
A nuestra comunidad había llegado
días antes, Don Dionisio Ullivarri, administrador del colegio María Auxiliadora
de Salamanca. Como habíamos coincidido en Cuba nos conocíamos y nos apreciábamos,
así que nos hospedamos juntos en una pensión cercana a la Gran Vía. Luego, nos
trasladamos a otra pensión en la calle Alfonso XII 66.
B. Dionisio Ullivarri Barajuan s.d.b. |
El domingo 30 de agosto,
visitamos a una familia amiga en la casa Orellana y al despedirnos, fuimos
detenidos por un piquete de milicianos que nos llevaron a la checa de Fomento.
Entre la noche de ese día y la
madrugada del lunes 31 fuimos llevados al cementerio de Aravaca, cerca de
Madrid y allí ganamos nuestra palma del martirio.
Se colocan las cajas dentro de las urnas de cerezo. |