No pensaba escribir una entrada sobre el Hno. Victorino de La Salle, pero no pude dejar de hacerlo, puesto que hoy se cumplen 49 años de su partida.
Una Partida en medio del silencio que vive quien se esconde para dejar pasar a través de sus actos, la mirada de Dios Padre, Hijo e Espíritu Santo. Por eso la escribo con mayúscula, porque nuestro Hermano Lasallista hablaba con Dios de los problemas y necesidades de sus alumnos, exalumnos, federados, y una larga e interminable fila de conocidos, para luego, hablarles a cada uno en particular de ese Dios que les quería con amor infinito. Esa es la madera de la que están hechos los hijos de Juan Bautista de La Salle. Un hombre que hablaba con Dios para hablarles a Dios de los hombres, y hoy, desde el cielo lo sigue haciendo.
El Hermano Victorino no ha muerto sigue vivo en la memoria de aquellos que le conocieron, que le escucharon, que le escribieron y a través de sus testimonios, su nombre y su obra se conoce y se recuerda.
Ojalá, la celebración de los 50 años de su partida hacia el Padre, nos traiga la feliz noticia de verle entre el coro de los bienaventurados. Cuba necesita nuevos testigos, testigos que nos muestren al Padre.
Manuel Bonet
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