Hablar de la
presencia de María, Madre de Jesús en la vida del Hno. Victorino de la Salle es
ubicarlo en la estela mariana de doctrina, prácticas y devociones propias que
dejo el Sr. de La Salle a los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
Nuestra Señora de Lourdes, en Francia. |
El culto a
Nuestra Señora de Lourdes hizo en su corazón un altar en el que depositó los
rostros familiares, la salida de Francia, el destierro en el gélido Canadá, la
llegada a Cuba.
Más tarde, el contacto
en Cuba con los chicos y la Virgencita de la Caridad del Cobre mostró su lado más
íntimo y apostólico: la incomparable lista de alumnos y conocidos, de padres de
familias, de sacerdotes. Por en su corazón brillaron por siempre dos nombres:
Lourdes y Caridad.
Lourdes fue testigo
de sus correrías apostólicas en pos de la fundación de la Juventud Católica, la
Federación, los exvotos a sus pies.
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. |
A la Caridad le
encomendará más tarde los Grupos de Matrimonios que en tierra cubana nacieron y conocieron el duro exilio, maltrechos y desarrapados, bajo la dictadura castrista
por otras tierras. En su exilio, muchas llevarían con los recuerdos alguna
medallita al cuello, de la flor más hermosa de los campos cubanos. En su corazón,
el Hno. Victorino portará una estampita con una plegaria de sueño y esperanza.
Amada Virgen de la Caridad,
Madre de los cubanos:
Yo te veo llorar por cuanto sufren
y han sufrido tus hijos.
Madre querida, la prueba es dura y larga…
Basta ya de penas, de lágrimas, de
separaciones.
Ten compasión de tu pueblo que tanto te
quiere.
Oye nuestras súplicas…
Aplasta pronto la cabeza de la serpiente roja
que atormenta la Patria,
y te prometemos hacerla mejor y más cristiana.
Manuel Bonet Ochoa
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