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miércoles, 2 de julio de 2014

Un maestro lasallista: Mons.Román

Poco a poco he ido conociendo a Mons. Román, aquel hombre discreto que se convirtió en el guía espiritual del pueblo cubano en el exilio. Yo no lo conocía, pero ahora siento que es un  pilar de nuestra cubanía.



Leyendo y preguntando a sus alumnos de primero de primaria, se me ocurrió la idea de escribir un artículo sobre sus años de magisterio en La Salle – Marianao, pero he ido descubriendo que ese magisterio ha continuado a lo largo de su vida. 

En el querido Colegio San José de Marianao, que sus ex – alumnos llamaban y llaman La Salle – Marianao, inició Mons. Román sus primeros intentos pedagógicos.  Él mismo  lo recordaría recientemente: “Durante los años 1948-1949 y 1949-1950, antes de entrar al Seminario San Alberto Magno en Colón, Matanzas, pasé estos dos años como maestro en el Colegio De La Salle de Marianao. Recuerdo que cada día muy temprano despertaba al escuchar el grito jubiloso con que los religiosos abrían su día de oración y de trabajo educador. Era siempre ¡Viva Jesús en nuestros corazones! Aquella frase resumía el ideal de su vida consagrada.                                      

Había conocido a los Hermanos desde los primeros años de mi juventud y fueron ellos, como para tantos jóvenes cubanos, un modelo de vida cristiana que no sólo vivían el Evangelio, sino que nos enseñaban a compartirlo. Aquellos años junto a un grupo de profesores que tuvimos el privilegio de trabajar cerca del Instituto, han sido inolvidables
.” (Mons. Agustín Román recuerda al Hno. Alfredo Morales, Diario Las Américas. 02. 22. 2012)

La Salle - Marianao

En el año 1948 – 1949, el  Colegio La Salle – Marianao abrió el curso con dos salones de primer grado: En 1º A, el titular era el Hno. Ángel, mientras que en 1º B, el anciano Hno. Antonio tenía como ayudante al joven Maestro Agustín Aleido Román. Su presencia discreta en los recreos y en los salones de clase de los más pequeños que siempre son más inquietos. Su trabajo callado entre los cuadernos de caligrafía y aritmética, inglés o catecismo, escuchando a sus pequeños alumnos a descubrir y silabear sus primeras letras en su libro de lectura. Su vestir sobrio en medio de una Habana elegante y ostentosa hablaba de sus orígenes campesinos; no le sobraba nada, tenía lo necesario dirá él mismo de sí.

Uno de sus alumnos me contaba: “como le dije estuve en la primera clase del profesor Román.Era pequeño y no me acuerdo de muchos detalles. Sé que se comunicaba muy bien conmigo y me causó una gran impresión especialmente cuando fue mi primera experiencia (yo no fue al jardín de infancia) en La Salle no lo ofrecían en aquel entonces...Yo vine al exilio cuando tenía 19 años y me desligué de tener contactos con los antiguos alumnos aquí pues después de pasar un tiempo en Miami...me fui para New York City donde pase 52 anos. Un buen día mi mujer insistió para que yo viniera a Miami para una de las tantas reuniones anuales aquí. Tenía en mi poder la fotografía donde yo aparezco en primera fila (con pantalones cortos) y es la que está frente a la Virgen como decíamos en el colegio de Marianao  "la gruta"…Antes de la reunión pregunte por él y me dijeron que estaba en su oficina. Tenía la puerta cerrada y yo simplemente toqué y entré, pues ahí estaba Román. Lo único que hice, pues saque la foto y se la puse en frente de su buró y nunca se me olvida su expresión. Fue una reunión después de casi 50 años. Durante la misa él me pidió que fuera al altar y me presentó como su primer alumno..."

Otro de sus alumnos me refería a punto de publicar este puñado de recuerdos sobre las primeras clases de Mons. Román: “era muy modesto pero vestía siempre con traje pero siempre el mismo  y decíamos que si ese era su uniforme. Nunca alzó su voz, era dulce, callado pero si recuerdo que me ayudaba hacer la caligrafía cuidaba del aula y me regaño en varias ocasiones por “hablar en la clase”, y tenía que hacer líneas “no debo hablar en clase” mala costumbre que aún conservo y que mi esposa me reprocha en las misas”.

Para sus alumnos de primer grado fue el Maestro Aleido aquel “ángel custodio o hermano mayor” a que invitaba san Juan Bautista de La Salle en sus Meditaciones para los días de retiro destinadas a todos aquellos que se dedican a la educación de la juventud. Muchos le recuerdan como “un maestro de La Salle hasta su muerte”. Siempre fue “el sencillo Maestro de Escuela que conocí”.   

El maestro Aleido ayer, el recordado Mons. Román hoy, supo enseñar a aquellos niños, hoy hombres, a amar a la Patria, a respetar a Dios y honrar a su familia como legado lasallista para la sociedad cubana del siglo XX.