Poco a poco he ido conociendo a
Mons. Román, aquel hombre discreto que se convirtió en el guía espiritual del
pueblo cubano en el exilio. Yo no lo conocía, pero ahora siento que es un pilar de nuestra cubanía.
Leyendo y preguntando a sus
alumnos de primero de primaria, se me ocurrió la idea de escribir un artículo
sobre sus años de magisterio en La Salle – Marianao, pero he ido descubriendo
que ese magisterio ha continuado a lo largo de su vida.
En el querido Colegio San José de
Marianao, que sus ex – alumnos llamaban y llaman La Salle – Marianao, inició
Mons. Román sus primeros intentos pedagógicos. Él mismo
lo recordaría recientemente: “Durante
los años 1948-1949 y 1949-1950, antes de entrar al Seminario San Alberto Magno
en Colón, Matanzas, pasé estos dos años como maestro en el Colegio De La Salle
de Marianao. Recuerdo que cada día muy temprano despertaba al escuchar el grito
jubiloso con que los religiosos abrían su día de oración y de trabajo educador.
Era siempre ¡Viva Jesús en nuestros corazones! Aquella frase resumía el ideal
de su vida consagrada.
Había conocido a los Hermanos desde los primeros años de mi juventud y fueron ellos, como para tantos jóvenes cubanos, un modelo de vida cristiana que no sólo vivían el Evangelio, sino que nos enseñaban a compartirlo. Aquellos años junto a un grupo de profesores que tuvimos el privilegio de trabajar cerca del Instituto, han sido inolvidables.” (Mons. Agustín Román recuerda al Hno. Alfredo Morales, Diario Las Américas. 02. 22. 2012)
La Salle - Marianao |
En el año 1948 – 1949, el Colegio La Salle – Marianao abrió el curso
con dos salones de primer grado: En 1º A, el titular era el Hno. Ángel,
mientras que en 1º B, el anciano Hno. Antonio tenía como ayudante al joven Maestro Agustín
Aleido Román. Su presencia discreta en los recreos y en los salones de clase de
los más pequeños que siempre son más inquietos. Su trabajo callado entre los
cuadernos de caligrafía y aritmética, inglés o catecismo, escuchando a sus
pequeños alumnos a descubrir y silabear sus primeras letras en su libro de
lectura. Su vestir sobrio en medio de una Habana elegante y ostentosa hablaba
de sus orígenes campesinos; no le sobraba nada, tenía lo necesario dirá él
mismo de sí.
Uno de sus alumnos me contaba: “como le dije estuve en la primera clase del
profesor Román.Era pequeño y no me acuerdo de muchos detalles. Sé que se
comunicaba muy bien conmigo y me causó una gran impresión especialmente cuando
fue mi primera experiencia (yo no fue al jardín de infancia) en La Salle
no lo ofrecían en aquel entonces...Yo vine al exilio cuando tenía 19 años y me
desligué de tener contactos con los antiguos alumnos aquí pues después de pasar
un tiempo en Miami...me fui para New York City donde pase 52 anos. Un buen día
mi mujer insistió para que yo viniera a Miami para una de las tantas reuniones
anuales aquí. Tenía en mi poder la fotografía donde yo aparezco en primera fila
(con pantalones cortos) y es la que está frente a la Virgen como decíamos en el
colegio de Marianao "la gruta"…Antes de la reunión pregunte por
él y me dijeron que estaba en su oficina. Tenía la puerta cerrada y yo
simplemente toqué y entré, pues ahí estaba Román. Lo único que hice, pues saque
la foto y se la puse en frente de su buró y nunca se me olvida su expresión. Fue
una reunión después de casi 50 años. Durante la misa él me pidió que fuera al altar y me presentó como su primer alumno..."
Otro de sus alumnos me refería a
punto de publicar este puñado de recuerdos sobre las primeras clases de Mons.
Román: “era muy modesto pero vestía siempre
con traje pero siempre el mismo y
decíamos que si ese era su uniforme. Nunca alzó su voz, era dulce, callado pero si recuerdo que me ayudaba hacer la caligrafía
cuidaba del aula y me regaño en varias ocasiones por “hablar en la clase”, y tenía que
hacer líneas “no debo hablar en clase” mala costumbre que aún conservo
y que mi esposa me reprocha en las misas”.
Para sus alumnos de primer grado
fue el Maestro Aleido aquel “ángel custodio o hermano mayor” a que invitaba san
Juan Bautista de La Salle en sus Meditaciones para los días de retiro
destinadas a todos aquellos que se dedican a la educación de la juventud.
Muchos le recuerdan como “un maestro de
La Salle hasta su muerte”. Siempre fue “el
sencillo Maestro de Escuela que conocí”.
El maestro Aleido ayer, el recordado Mons. Román hoy, supo enseñar a aquellos niños, hoy hombres, a amar a la Patria, a respetar a Dios y honrar a su familia como legado lasallista para la sociedad cubana del siglo XX.
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