Apenas se ha inaugurado el centenario teresiano y el bastón de la santa empieza a recorrer nuevas tierras. Apoyado en él, Teresa la de Jesús iba fundando pequeños conventos por la geografía española.
En Cuba, un fraile teresiano, ahora mártir y beato, defendía el valor de la monja carmelita en la Iglesia y en la cultura, y le dedicaba un estudio de no menos de 600 páginas titulado Santa Teresa y el espiritismo.
Aparece en estas páginas, bajo la brisa de las palmas cubanas, una sencilla biografía del B. Eusebio del Niños Jesús, mártir carmelita.
Beato Eusebio del
Niño Jesús
Fernández Arenillas
- Nació: 21 febrero de 1888
- Martirizado: 22 de julio de 1936
- Beatificación: 28 de octubre de 2007 por Benedicto XVI
En mi
familia se rezaba el rosario al caer la tarde y se comulgaba cada viernes, mis
padres los primeros. El testimonio de Don Gregorio Fernández y Doña
Catalina Arenillas os movió a ingresar en la vida religiosa: mi hermano mayor
se fue carmelita descalzo, fray Atanasio
de San José, luego le seguí yo, fray
Eusebio del Niño Jesús, después nos siguió al Carmelo, el más pequeño de los
varones, fray Valentín de San José y de las chicas, una fue carmelita descalza,
Ángeles de San José y la benjamina, Efigenia, Religiosa del Sagrado
Corazón.
A los
trece años ingresé en el Colegio de los Padres Carmelitas Descalzos de Medina
del Campo, lugar teresiano. En 1903 al terminar los estudios de Humanidades,
pasé al noviciado de Segovia, recibiendo con el hábito de carmelita descalzo un
nombre nuevo: fray Eusebio del Niño Jesús. Un año y sería fraile carmelita,
pensaba aquel día cargado de ilusiones, un año y sería hijo de santa Teresa.
Fue un año de gracias pues se estudiaba a san Juan de la Cruz con san Juan de
la Cruz presente, cuyos restos allí reposan.
Pasó un año y luego siguieron otros más, de estudios, de silencio, de preparación al sacerdocio. Finalmente el 21 de diciembre de 1912 en Toledo recibí el orden sacerdotal. Un año más tarde, fui nombrado profesor de Humanidades en el Colegio de Medina, donde coincidí providencialmente con mi hermano fray Valentín de San José, en sus primeros años de formación carmelita.
El Carmen del Vedado, La Habana. |
En 1917
asistí a la profesión solemne de mi hermano menor y pude predicar sobre las
virtudes del religioso carmelita descalzo. La Provincia Descalza de Navarra
había fundado en Cuba a finales de 1879 y en 1905 había trasladado esa
comunidad a la recién creada Provincia
de Castilla, así que se esperaba reforzar el Carmelo cubano con nuevos frailes.
Ese año
fui destinado a Cuba, a donde llegué el 3 de agosto. En La Habana me destinaron
al convento de Matanzas y empecé en esta ciudad a aprender a Cuba. En junio de
1918 fui nombrado párroco y superior de la comunidad carmelita de Sancti
Spíritus, un poco más al centro de la isla. En 1919 renuncié a mis cargos y fui
destinado a la Iglesia de San Felipe, hoy el templo del Carmen del Vedado,
donde me encontré a mi hermano fray Valentín de San José, recién llegado a La
Habana.
V. Valentín de San José y su hermano, el B. Eusebio del Niño Jesús. |
Mi estancia en la Habana fue corta, pues en octubre de 1920 debido a que enfermé gravemente, fui enviado a Camagüey, en esta ocasión me acompañó mi hermano. En esta ciudad, mejoré increíblemente y me empeñé como escritor e investigador, pudiendo trabajar en los manuscritos de varias obras que publicaría más tarde: La Madre de Dios ¿Inmaculada o no? Respuesta a un señor protestante; Historia del Niño Jesús de Paga en Camagüey, Compendio biográfico del Padre Valencia y Santa Teresa y el Espiritismo. Además escribía en El Camagüeyano, periódico local y atendía a los Caballeros de Colón. Fui nombrado Censor eclesiástico de la diócesis y a pesar de mis males de garganta, continúe ejerciendo la dirección espiritual y la docencia.
En 1927, la obediencia al Capítulo Provincial me hizo volver a España, ahora como Consejero Provincial. Me destinaron al Colegio de Medina del Campo donde había empezado mi vida religiosa. En 1930 fui nombrado Prior del convento de Santa Teresa en Ávila; tres años más tarde, maestro de estudiantes de Toledo; y en mayo de 1936, Prior de la comunidad de Toledo.
Previendo
nuevos desmanes como los sucedidos en 1931 y 1934 en España, preparé lugares
seguros para la numerosa comunidad. El 22 de julio, después de ver como se
vaciaba el convento previsoramente, me dirigí a la casa de la familia Rodríguez
Bolonio, en la calle del Instituto, 10. Ese mismo día los milicianos llegaron a
mi refugio mientras leía. Llamaron a la puerta y entraron dos milicianos
encañonando a la chica de servicio que les abrió la puerta. Sus únicas palabras
iban dirigidas a mí: “Aquí hay un cura refugiado. Si no dices dónde está, te
mataremos”.
Salí sin
esperar, me presenté y pedí que respetaran a la familia que me había acogido.
Me sacaron a empujones y con los brazos en cruz avance por la calle entre las
miradas de los transeúntes y a los ocho o diez metros escucho cargar los
fusiles. No volteo, recuerdo las palabras del Evangelio, quien pone la mano en
el arado y voltea….
Una palma
martirial cae desde el cielo sobre las calles de Toledo para adornar los despojos del fraile carmelita.
Manuel Bonet
En su momento, fue muy valorado su libro "Santa Teresa y el espiritismo", pues era muy habitual, incluso entre personas bien católicas, asistir a las reuniones espiritistas. El Sr. Obispo de Camagüey, Fr. Valentín Zubizarreta, tuvo que escribir una carta pastoral afrontando el problema.
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