lunes, 6 de abril de 2015

Un mural de santidad

A través de los meses he ido colgando las biografías de algunos hombres y mujeres de Dios que en mi tierra, mi Cuba, han servido a Dios con gran alegría y caridad. Hoy, me he puesto a diseñar este mosaico de rostros, faltan muchos y muchas aún, confesores y mártires. 


En el centro del mural he puesto a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, desde su encuentro signo de unidad del pueblo cubano, de ayer y de hoy. 




En el lado izquierdo del mural sobre un grupo de espigas, aparecen San Pedro de San José, la Venerable Mother Elizabeth Lange, la Venerable Madre Antonia de San Pedro, San Antonio María Claret, Santa Rosa Filipina Duchesne, nuestro querido Beato José Olallo Valdés, la Beata Dolores R. Sopeña que en Santiago de Cuba descubrió su lugar en la Iglesia, en pleno cisma donde conoció y trató al Beato Cardenal Sancha y la Venerable Madre Isabel Larrañaga y Ramírez.  Nos falta aquel hombre virtuoso que dio a Cuba identidad y pensamiento, el Venerable Félix Varela, pero pronto llegara a sus páginas. 




En el lado izquierdo, aparecen sobre una palma símbolo del martirio los numerosos testigos que fueron perseguidos y hallaron acogida en nuestra tierra como San Rafael  Guízar y Valencia, obispo misionero y la Venerable Madre María Angélica Alvarez Icaza, monja de la Orden de la Visitación, así como los numerosos mártires españoles del siglo XX, entre los cuales destaca el cubano Beato Jaime Oscar Valdés,  y algunos mártires más como el Beato Nicéforo de Jesús y María, pasionista,  y los carmelitas fray Tirso de Jesús María, el sinsonte del Carmelo y fray Eusebio del Niño Jesús, la Madre Aurelia Arambarri, Sierva de María y el trinitario, fray José de Jesús y María Ormaechea, así como el Hno. Félix Adriano.  Expulsado por dar cristiana educación a nuestros niños se halla el Hno. Victorino de La Salle. Faltan muchos mártires aún y testigos de nuestros días como los fueron Mons. Adolfo Rodríguez y Mons. Eduardo Boza Masvidal que hallaran espacios en nuestras entradas y un lugar en este incompleto mural. 


jueves, 2 de abril de 2015

Hoy, Jueves Santo

Hoy recordaba con mucha nostalgia, cuando en la Misa Crismal rezábamos por cada sacerdote de nuestra diócesis, los contábamos uno por uno, sabíamos lo necesario de sus vidas y la necesidad de acompañarles con la oración. Quizás por eso, también me vinieron a la mente numerosos rostros de aquellos que no llegaron a sentir sobre sus cabezas la fuerza del Espíritu al imponerles las manos.



Hoy, Jueves Santo,
recé por aquellos que no llegaron al sacerdocio,
solo Dios sabe las causas
que lo impidieron.

¿Quizás se les acabó el aceite de sus lámparas o el vino se les hizo rancio en la espera?
solo Dios sabe.

Recé por cada uno de ellos
por sus sueños truncos, 
por sus vidas rasgadas,
por su ausencia en torno al altar,
por sus manos sin consagrar
por la palabra atascada entre sus labios,
por la misericordia que no expresaron.

Hoy, Jueves Santo, recé por cada uno de ellos. 

2 de abril de 2015
Jueves Santo.



martes, 31 de marzo de 2015

En la escuela del H. Exupérien

Desde 1905 hasta 1928 hemos visto al Hno. Victorino, ocuparse de manera continúa de dar clases en el colegio La Salle del Vedado interrumpido con una breve estancia en el Colegio San Julián de Güines. En estos años ha compartido su vida escolar con el desarrollo de pequeñas obras apostólicas compartidas con otros Hermanos.

Sin embargo, estos intentos no le llenan el corazón, sueña con una obra eclesial con el horizonte cubano como marco para acoger a esta juventud necesitada de Cristo. En los orígenes de su vocación lasallista hay un hombre de Dios que marca su vida: el Venerable Hermano Exuperiano Mass.   Lástima que no se haya podido estudiar de una manera crítica y seria, la relación que existe entre ambos.

Venerable Exupérien Mass
(1829 - 1905)


El H. Exuperiano actúa como Hermano Asistente del Superior General cuando Hno. Victorino toma el hábito religioso y vive su noviciado. Coinciden en varias ocasiones y logran dialogar.  Como religioso es un hombre observante, pero como lasallista el corazón desborda con sus múltiples actividades en pro de los jóvenes.  El autoriza su salida hacia Canadá o hacia dónde se halle la voluntad de Dios para con él.

El Hno. Exupérien ha logrado involucrar en 1879 al instituto lasalliano en la Oeuvre des Patronages de la Seine o las obras de la juventud que logra reunir, a 3 500 jóvenes en 23 centros escolares para actividades extraescolares. Más tarde crea la Sociedad de San José Benito Labre, que se convierte en un semillero vocacional, aportando a la iglesia francesa más de 300 sacerdotes y religiosos.  Luego crea una Casa de acogida, donde los jóvenes empleados del comercio podían comer en buena compañía.

Dos hombres signados por la fe.


Cuando le nombren Visitador y más tarde, Asistente del Superior General podrá ver a los Hermanos guiar a los jóvenes franceses como Hermanos mayores por las calles, no solamente en los centros escolares. En su obra juvenil marca un antes y un después en la historia lasallista, solo comparada con la obra juvenil creada por el Hno. Victorino. La influencia del Hno. Exupérien  cruzará los mares un día dejando huella en Cuba.  Cuando se den los primeros pasos para fundar el 11 de febrero de 1928 la obra de la Juventud Católica Cubana, vivirá una constante inculturación de su obra.


No es una copia, sino un antecedente lasallista. La obra del Hno. Exupérien se suscribió a las obras lasallistas francesas, desapareciendo prácticamente en 1905 con la secularización de los Hermanos; la obra del Hno. Victorino se expandió por todas las parroquias y colegios cubanos brincando a otros países donde los Federados se exiliaron. Tras la creación de la Juventud de Acción Católica y su expansión en toda la isla, hubo un aumento considerable de vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa y al matrimonio. Cuba vivía una verdadera evangelización. Finalmente nos encontramos la creación del Hogar de Jóvenes Universitarios y la fundación de numerosos grupos para cubrir las necesidades de la juventud cubana.  Hubo dificultades y graves incomprensiones  en el seno del Distrito Antillas y no faltó quien juiciosamente sentenció: “si la obra es de Dios, permanecerá” ( Hch. 5, 39) y la obra creció en las manos de Dios.
Manuel Bonet

sábado, 28 de marzo de 2015

MI encuentro con Teresa la de Jesús

Celebramos hoy, 28 de marzo de 2015, el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y aunque de ella podemos hablar mucho, quiero escribir de mi encuentro con ella.

Para un cubano nacido en su tierra, en la década de los años 80, no iba a ser fácil encontrarse con Teresa de Jesús. Sin embargo, en medio de los mítines, marchas de todo el pueblo, domingos de la defensa y simulacros de ataques aéreos y químicos andaba el Señor.

Un primer momento de esta amistad teresiana, surgió a través de las imágenes fotográficas que mi párroco, Carlos de Jesús Céspedes Serrano me compartió de su viaje a Ávila. Eran cuantas fotos del convento teresiano: la cocina, la celda.  En aquella ocasión hubo un libro con muchas fotos sobre el contexto teresiano de ayer y hoy.  Sin embargo, aquellas imágenes me enamoraron de Teresa la de Jesús.

A Santa Teresa se le encuentra a través de los libros y quizás por eso, la encontré de la mano de otra conversa, Edith Stein. La discípula me llevó a la maestra, y así su búsqueda de la verdad en una noche me hizo descubrir a una buscadora incansable de verdades.  Eran ya avanzados los años 90.  La lectura de la conversión de la Dra. Stein,  me hizo leer a Teresa. Vino a pequeños bocados,  como si necesitara tiempo para poder disfrutarla; primero, fue a través de textos breves y rítmicos, sus Poesías: Vivo sin vivir en mí, Nada te turbe,…. Después a través de la literatura cubana, fui identificando rasgos teresianos en las yemitas de Fina García Marruz, y en la poesía de Dulce María Loynaz; el encuentro con sus discípulas Ana de San Bartolomé, San Juan de la Cruz, Santa Teresita del Niño Jesús, para finalmente, poder leer a Santa Teresa en los años universitarios.

En esa época escribí un ensayo largo sobre Teresa y su devoción a san José, que terminé quemando por no ser importante. Hacía un análisis in crescendo de su devoción a través de sus escritos.

Me hallaba yo en el último año del postulantado lasallista, cuando mi director en ese año, me tendió sin aspavientos, un ejemplar de Las Moradas. En aquella casa debe quedar un ejemplar subrayado una y otra vez, que durante aquel año me acompaño como lectura espiritual y tema de entrevistas quincenales antes de hablar de mi vida en comunidad.

Sin ser experto en Teresa, en el noviciado pude disfrutar largamente de su influencia en la escuela de espiritualidad francesa: Bèrulle,  Sales, La Salle. Intencionalmente  me daban los temas relacionados con ella para desarrollarlo en las conferencias sobre lasallismo. Algún material digital tuvo que quedar de esa época.  En que probablemente Teresa como maestra espiritual me ayudaba a rezar.  

Hoy, Teresa me sigue cautivando, cada nuevo libro que se escribe sobre ella nos acerca más a su vida y su contexto, para mí, una lección es causa de su magisterio: “entre los pucheros anda Dios”. Buscando la verdad, la encontré a ella, que con tan pocas palabras, me ha mostrado la cercanía de un Dios que como decía Sartre: “se parece a mí”.



jueves, 26 de marzo de 2015

Un darse que es gastarse

Escribiendo estas notas sobre la vida del querido Hno. Victorino, pienso en lo necesario e imprescindible que es un milagro que a través de su intercesión se pueda robar al cielo para verle en los altares. Sin embargo, hay cientos de pequeños milagros que a través de sus manos se fueron concretizando a través de su vida en Francia, Cuba y Puerto Rico y de los cuales Roma prescindir para llevarlo a los altares.

¿Qué es la vida de un Hermano de La Salle? ¿A qué se puede comparar?

¿Has visto una tiza o un gis de esos que descansan en el pizarrón, esperando ser usado? ¿Un pedazo de lápiz maltrecho en el fondo de una carpeta o mochila escolar? 

Eso es lo más parecido a un Hermano lasallista. Es un instrumento en manos de Dios que escribe en los corazones de sus alumnos no importa que sean de primero de primaria o de un postgrado universitario. Según La Salle ha de ser ángel custodio, hermano mayor, embajador y ministro de Jesucristo. Un Hermano vive en una total entrega a sus alumnos, en un darse que es gastarse. 

Quienes conocieron al Hermano Victorino saben de su constante acompañamiento a sus alumnos y exhalamos. En aquel colegio De La Salle que abrió sus puertas en 1905, coincidieron abuelos, padres y nietos, generaciones de cubanos que conocían al Hermano Vitico como le llamaban los más pequeños. Entre 1905 y 1928 su persona se gasta en la formación de las generaciones cubanas, enseñando en su clase de Comercio e Inglés, Urbanidad que es siempre tan necesaria. 

Entonces que milagros podemos señalar en estos años, ordinarios, escondidos, de seguir la Regla día tras día: 

- enseñar a los niños a amar a su patria, a su historia, a sus héroes;
- aprender a hablar español, aunque siempre quede un rastro de francés;
- a rezar a María de la Caridad del Cobre ante quien hizo sus votos perpetuos;
- descubrir a Dios en medio de esta vegetación tan diversa y tan distinta;
- enseñar a decir ¡gracias! y ¡pase Ud!, a cientos de niños;
- dar catecismo a los niños del Caddy y mostrarles cuánto Dios los ama;

y esto, casi 25 años.

¿Qué es la vida de un Hermano?

- Un darse que es gastarse.

Manuel Bonet


miércoles, 18 de marzo de 2015

M. Larrañaga su causa se inicia en La Habana


En el Diario de la marina (27/ 09 / 1957: 10.) se anunciaba la apertura de la causa de canonización de la Venerable Isabel Larrañaga Martínez. 



En el Palacio cardenalicio como damos prueba gráfica en esta misma página – se efectuó ayer la toma de posesión del Tribunal de Investigación de la Causa de Beatificación de Sor Isabel Larrañaga Ramírez, nacida en Filipinas y Fundadora de las Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús.

La Madre Larrañaga nacida en Filipinas, se encuentra enterrada en el Cementerio de Colón. El año de 1877 fundó en Madrid la Congregación de las Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, que fue aprobada por Benedicto XV el 28 de noviembre de 1930.

Las primeras religiosas de esa Congregación, llegaron a Cuba 1n 1894, teniendo actualmente Casas en las diócesis de Pínar del Río, Matanzas y Arquidiócesis de La Habana. La muerte de la Fundadora data de 1899.


En 1961 con la salida de las Hermanas de Cuba, solicitaron un permiso especial para trasladar los restos de Madre Isabel, desde el Cementerio de Colón en La Habana al colegio Nuestra Señora del carmen de Villaverde Alto, de Madrid.

En 1962 se clausura el proceso diocesano de M. Isabel y se envía a Roma a la sagrada Congregación para la causa de los santos.

El 9 de mayo  de 1983 se abre solemnemente en Madrid, presidido por el Cardenal Vicente Enrique y Tarancón, el Proceso Cognicional sobre la vida y virtudes de Madre Isabel. Se dan los primeros pasos para la fundación de la Asociación Madre Isabel, para seglares que quieren vivir según el espíritu de Madre Isabel Larrañaga. 


El 17 de enero de 1999: Centenario de la muerte de Madre Isabel. El 26 de marzo: fue aprobado el Decreto sobre la heroicidad de las virtudes de la Madre, declarada así “Venerable” Isabel Larrañaga.

martes, 10 de marzo de 2015

Ma. Larrañaga: Fundación en Pínar del Río.

En otra entrada había escrito sobre la Venerable M. Isabel Larrañaga Ramírez, fundadora de las Hijas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús.  Les comparto una breve narración de la fundación del colegio Nuestra Señora del Pilar en tierra pinareña. 



"En el verano de 1894, el obispo de La Habana, Mons. Manuel Santander y Frutos  tuvo una entrevista en Madrid con Madre Isabel. El Prelado propuso la fundación  en Pínar del Río, a 176 kilómetros de La Habana. La propuesta del obispo fue de su agrado, acogiéndola como deseo y voluntad del Señor.

Informadas de esto las Hermanas, casi todas se ofrecieron para ir a Cuba, a pesar de la distancia y de los horrores de la guerra. La Madre felicitó a todas y pocos días después dio a conocer el nombre de las seis Hermanas que habían sido designadas: Madre María Hurtado, como Superiora, que llevó la congregación a Cuba, las Hermanas Natalia Balaguera, Epifania Mochales,  Pilar Molina, Jacoba Balaguera y Celestina Zaldo; profesoras las cuatro primeras y las otras dos coadjutoras para el trabajo de la casa.

Como les faltaba el dinero para los viajes, Madre Isabel cogió el estribo de plata  que de joven utilizaba en Lima para montar a caballo y junto con algunas joyas se lo entregó a la Madre Hurtado para que lo llevase al Monte de Piedad de Madrid. Su alto precio les ayudó a pagar los viajes y llegar hasta Pínar del Río.



La fecha designada para la partida fue el 18 de noviembre de 1894 y, el domingo anterior celebraron con afecto entrañable la fiesta de Santa Isabel, cumpleaños de la Madre Fundadora.

“La misma Madre – contaba la Hermana Natalia – embaló con mucha delicadeza y cuidado, como lo solía hacer en todas las cosas, una virgencita del Amor Hermoso, que nos entregó con estas palabras: “Hijas mías, yo no puedo ir ahora, pero esta Madre va en mi nombre como Superiora y Fundadora, ámenla mucho y ella les ayudará”. La Virgen lo hizo admirablemente.

El día de la partida lo pasaron de retiro con el Santísimo expuesto, hasta cerca de la hora de salir de casa, calle Tutor, 36 de Madrid. Don José Peña, canónigo de Málaga que conocía a la Madre, les dio la plática e impuso la medalla del Sagrado Corazón de Jesús a todas las viajeras.

A las 7 de la tarde tomaron el tren de La Coruña; allí embarcaron en el vapor “Alfonso XII y llegaron felizmente a La Habana el 4 de diciembre.


Unas buenas señoras enviadas por el Prelado para recibir a las Hermanas en el puerto, acompañaron al Palacio Episcopal a la Madre María Hurtado y a la Hermana Epifanía Mochales para saludar al Obispo, quien las recibió con alegría y muchas atenciones, pero tuvo que pedirles que no se detuviesen en La Habana, a causa de la epidemia de fiebre amarilla que devastaba la capital.

Al día siguiente llegaban en tren las seis Hermanas a Pínar del Río, lugar convenido para la fundación por su Ayuntamiento, para la que habían pedido religiosas. El Prelado puso un telegrama anunciando al Párroco la llegada de las Hermanas."

T. Muñoz.
Dibujo J. Arbeau.  
En Irradiar, mayo 1912.