miércoles, 18 de septiembre de 2019

¡Hacemos fiesta!


Hace unos días me preguntaron por el Messenger de Facebook, relacionado con el Hno. Victorino, ¿qué sucede después del decreto de Venerable? Mi respuesta en el acto fue: ¡Hacemos fiesta!  Porque el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres. (Sal 125, 3).
El 6 de abril de este año, el Santo Padre firmó el decreto por el cual reconoce que nuestro Hermano Victorino vivió las virtudes en grado heroico durante su vida. Quienes tuvieron la dicha de caminar a su lado cada día, recordaran al hombre callado, que a pesar de tantas dificultades sufridas hizo del Señor, la roca firme en que construyó su vida y sus obras (cfr. Mt 7, 24).
Después de introducir y clausurar su causa de beatificación en Puerto Rico, hubo que esperar para que se dieran otros muchos pasos en la Congregación de las Causas de los Santos. Finalmente, ya redactada la Positio, esta se presentó a un grupo de teólogos que finalmente, dieron su opinión sobre la vivencia de sus virtudes. Este decreto es el cierre de una etapa de trabajo perseverante y cuidadoso por parte de muchas personas.
El Hermano Victorino pertenece a la santidad lasalliana, pero también a la santidad de la Iglesia universal, porque al vestir el hábito lasallista en el lejano 28 de octubre de 1901, su vida fue cederse poco a poco a la voluntad de Dios que le iría trazando nuevos destinos en su ruta: Canadá, Cuba, Estados Unidos, Puerto Rico. Por lo cual, el decreto de Venerable alcanza a cada ex alumno o federado, a cada Hermano o comunidad lasallista que le conoció o le conocerá.
Con otras herramientas y otro contexto, el Hermano Victorino fue un hombre de hacer “lío” en la Iglesia y la sociedad. Lástima que su obra es prácticamente desconocida para muchos más jóvenes que no vivimos a su lado tantos momentos diversos.
El Venerable Hermano Victorino es un guiño joven para la Iglesia de hoy.

 Manuel Bonet Ochoa 


jueves, 11 de abril de 2019

¡El Hno. Victorino es Venerable!


Hace cincuenta años, en el viejo misal de mi bisabuela se escondían algunas estampas: entre olas la Virgencita de la Caridad del Cobre, un san José con el niño, san Antonio de Padua y un San Juan Bosco.  Claro, no faltaba san Francisco Javier, el apóstol misionero ni tampoco el arzobispo de Santiago de Cuba, san Antonio María Claret.

Hoy, el devocionario cubano, se ha enriquecido y en mis manos tengo las estampas del venerable P. Félix Varela Morales, del héroe de la caridad, el beato José Olallo Valdés,  del joven agustino José López Piteira que no quiso abandonar su comunidad para salvar su vida de las balas comunistas españolas, del ya venerable P. José Vandor Puchner, salesiano, de la sierva de Dios Ma. Francisca Yáñez, religiosa Filipense Misionera de la Enseñanza,  la venerable sor Ma. Soledad Sanjurjo Santo, religiosa Sierva de María  y últimamente, el Hno. Victorino de la Salle, hace unos días ya declarado Venerable.  


Por la isla caminaron en estos cinco siglos de evangelización y conquista numerosos santos, de algunos de ellos y ellas he hablado en otros momentos.  Mártires: Carmelitas, Vicentinos, Salesianos, Escolapias, Hermanos de La Salle, Pasionistas, Siervas de María y otros muchos. Claro, faltan muchos por mencionar, pero no quiero ignorar a los dos siervos de Dios, Mons. Eduardo Boza Masvidal, obispo auxiliar de La Habana (+ 2003), Mons. Adolfo Rodríguez Herrera (+ 2003), arzobispo de Camagüey. No quiero ignorar a Mons. Agustín Román, obispo y párroco de la Ermita de la Caridad del Cobre (+ 2012), de quien espero pronto se pueda abrir su causa de canonización.

El decreto de Venerabilidad del Hno. Victorino de la Salle, dado el 6 de abril de este año, es un momento para alegrarnos con el Señor por el don reconocido de su santidad. Una confirmación de una vida cristiana marcada por la heroicidad de las virtudes teologales, cardinales y propias de su estado.  

Por lo cual, es tiempo propicio de nuevos estudios sobre su persona, su obra catequística, su participación eclesial que no solo se reduce a la fundación de la Acción Católica Cubana, su vida religiosa como religioso Hermano de las Escuelas Cristianas.

Poder decir hoy “¡El Hno. Victorino es Venerable!” ha implicado varias décadas de difusión, estudio, compilación de documentos y testigos. Ojalá que pronto podamos verlo beatificado, pero para ello debemos rezar, confiarle nuestros problemas y los de otros para que pronto llegue el milagro que haga avanzar su causa.