martes, 17 de junio de 2014

Beato Alfeo Bernabé Núñez Alonso: el maestro de los pequeños en el Vedado

Recuerdo los paseos comunitarios a las ruinas del Colegio "San Juan Bautista de La Salle" del Vedado y a la Escuela Parroquial gratuita anexa. Entre las ruinas de lo que fue esta obra escolar lasallista asomaban anécdotas de algunos Hermanos que aquí vivieron. Allí sigue, testigo mudo de las generaciones de cubanos que fueron educados bajo los principios de "Dios, Patria y Hogar". 


En la entrada principal aún brilla, algo borrada por el tiempo la estrella lasallista.


A lo largo de la República, Hermanos Lasallistas de numerosos países desarrollaron su ministerio educativo en sus salones y patios. Entre 1928 y 1932 los Hermanos de los distritos españoles decidieron ir a Cuba para evitar el servicio militar obligatorio pues las leyes militares establecían su estancia por tres años normalmente lejos de las comunidades y de toda expresión religiosa. Entre 1925 y 1930, la estancia en el Ejército se vio reducido a dos años para todos los hombres mayores de edad. Entre 1930 y 1936 se reduciría a un año. Estos cambios y ajustes en la política española permitiría que algunos religiosos lasallistas españoles dieran clases en los colegios cubanos. Cuando el crisol de la persecución les alcance en 1936, algunos serán testigos de Cristo Crucificado.

Hermanos Lasallistas mártires que fueron educadores en el Colegio S. Juan Bautista de La Salle (El Vedado, La Habana):

Beato Alfeo Bernabé Núñez Alonso
Beato Jenaro Navarro Blasco



Me ocupare en este primer momento del Hno. Alfeo Bernabé.

Lugar de nacimiento: 11 de junio de 1902 en Santa María del Invierno (Burgos)
Lugar de martirio: 31 de julio de 1936 en el Paseo de San  Antonio,  Tarragona.
Beatificación: 13 de octubre de 2013 en Tarragona.
Sus restos se encuentra en San Martín de Sasgayolas. 



El día que nací, la Iglesia celebraba la fiesta de san Bernabé, apóstol de Jesús. Cuatro días más tarde fui bautizado y mi padre recordó mi nacimiento y las campanas tocando a fiesta, por eso me llamaron Bernabé. 

Cuando el Hermano promotor vocacional pasó por el colegio, yo levanté mi mano porque quería ser Hermano. A mi papá no le agradó mucho la idea, pero finalmente aceptó y me dio su bendición. Con la bendición de mis padres y la alegría de haber podido responder a la llamada de Jesús para seguirle como hizo con Andrés y Juan, llegué al Noviciado Menor de Cambrils en 1916. Tenía catorce años.

Dos años más tarde, al pedir mi ingreso al Noviciado fui enviado a Hostalets. En la ceremonia de la toma de hábito recibí un nombre nuevo, Alfeo Bernabé.  Al vestir el hábito religioso las palabras del Hermano Visitador se grabaron a fuego en mi corazón: "Vistiendo el hábito deben, en consecuencia, ser hombres nuevos, creados en justicia y santidad... según san Pablo...Vuestro exterior debe ser santo...modesto y recatado".  Eran un proyecto de vida para vivir cada día lo que durasen nuestras vidas y me empeñé en vivirlo. Al terminar el Noviciado, pude pronunciar mis primeros votos religiosos y ante el altar, le pude decir al Señor: para siempre Señor, para siempre.




Fui destinado a Bujedo para formarme como religioso lasallista, pero en las clases se me amontonaban las letras y los números, sin embargo, para los trabajos manuales se despertaba mi ingenio y creatividad. En esta casa permanecí seis años, mientras se levantaba la Casa de Formación junto al señorial monasterio  benedictino. No había trabajo pesado en el que no me desempeñara con abnegación y fortaleza.

En 1928 al ser llamado a las filas del ejército, pedí ser enviado a Cuba, para evitar permanecer fuera de mi querida comunidad lasallista. Durante veinte días navegué en un vapor antes de llegar a La Habana. El Hermano Visitador de las Antillas me destinó a la clase de los pequeños del Colegio La Salle de El Vedado. 



Durante tres años (1928 - 1931) disfruté el poder dar clases a los más pequeños de este colegio. Mis pequeños avanzan: escriben sus primeras letras, los números, aprenden el catecismo. Los papás están contentos y a mi me reboza el corazón de contento.  ¿Cómo he logrado poder mantener el silencio y el orden en medio de mis chiquillos atolondrados y conversadores?   Aplicando los consejos de mi querido Fundador: "Si usan con ellos firmeza de padre para sacarlos y alejarlos del desorden, deben sentir también por ellos ternura de madre, para acogerlos, y procurarles todo el bien que esté en sus manos"  

En 1931 al cumplir mi tiempo de servicio militar en Cuba regresé a España, aquí fue destinado al Colegio - Comunidad de Bonanova, en Barcelona. Mi estancia en este colegio duró muy poco, pues en este mismo año fui destinado al Colegio - Comunidad del "Sagrado Corazón" de   Tarragona.  

El 18 de julio de 1936  me encontraba en Madrid cuando estalló la persecución religiosa. Me encontraba con otros cuatro Hermanos a quienes nos habían pedido viajar a nuestros pueblos natales, para dedicarnos al apostolado vocacional. Vestidos de religiosos eramos presas fáciles para los milicianos, por lo cual nos deshicimos de ellos y vestidos medianamente bien, anduvimos por la ciudad unos diez días sin tener donde refugiarnos. Habiendo escuchado en la radio que se habían restablecido las comunicaciones ferroviarias con Barcelona, regresamos el día 29 de julio. 

Acompañado por el Hno. Alejandro Antonio nos bajamos del tren en Tarragona, mientras los otros siguieron a Barcelona.  En cuanto pisamos la estación de ferrocarril, los milicianos sospecharon que eramos religiosos, y nos detuvieron. Nos condujeron al Paseo San Antonio y allí fuimos fusilados por ser religiosos educadores. Era el 31 de julio de 1936. 




  


  



 

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