viernes, 10 de octubre de 2014

Guantánamo: 100 años de presencia lasallista

Mañana en la catedral de la diócesis de Guantánamo se celebraran 100 años de presencia lasallista. No podía dejar de escribir una entrada sobre su fundación en 1914 y aunque ha sido una semana cansada, me uno a la familia lasallista para dar gracias a Dios por este siglo de esperanzas y zozobras. 

.............

Con motivo de la persecución religiosa que vivió México en 1914, el 17 de mayo llegaban a Brownsville, 19 Hermanos Lasallistas provenientes de Monterrey que solicitaban la obediencia del H. Adrien, Asistente.   Al día siguiente el H. Imier de Jesús, Superior General (1913 - 1923) envió un cable telegráfico con la siguiente nota: "Vayan a La Habana, si tienen necesidad de dinero, pedir al H. Teodoro, 50 Second Street, New York. Está informado".   

Con este sencillo mensaje comenzaba la dispersión de las obras lasallistas mexicanas:  54 Hermanos se dirigen a Cuba, 65 a los Estados Unidos y 57 regresarían a Francia. Dos de ellos serían asesinados el 24 de junio de este año en el cerro de La Bufa, HH. Adrién - Marie Astruc y Adolphe - Francois Gilles.   Quien escribe en 2008 pudo peregrinar a su tumba en la pequeña capilla del colegio y en la pared de la pequeña capilla que guarda sus restos aún se veneraba el crucifijo de uno de los Lasallistas caídos en esta ciudad. 

Al llegar a La Habana, inicialmente fueron acogidos en la quinta de descanso que poseía el Colegio de Belén de los PP. Jesuitas en Luyanó, en espera de nuevas obediencias que les integraran a las obras lasallistas en la Isla. Ek 8 de junio los Hermanos cubanos compraron una propiedad nombrada  "Quinta San José" en San Diego de los Baños, Pínar del Río, donde fueron se instalarían las Casas de Formación mexicanas. 


El 14 de agosto salen los novicios del Colegio San Borja junto los HH. Ágnel Isidoro, Director y Agatlange Henri. Dos días más tarde le siguen los 18 novicios menores. Ambos grupos logran embarcarse rumbo a Cuba en el vapor “Montserrat” de la Compañía trasatlántica española, los cuales llegan a La Habana el 30 de agosto. Serán hospedados en el Colegio de los Padres Escolapios de Guanabacoa. El 1 de septiembre se trasladan en guaguas a la Quinta de San José, ya lista para acogerles. 

Con el aumento del personal lasallista se abrirán varios colegios a lo largo del país con la finalidad de dar una respuesta educativa a las necesidades imperantes y responder a las demandas de abrir nuevas obras por parte de bienhechores:

  • Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, en Sagua la Grande: obra escolar que abandonaban los PP. Jesuitas y pasaron a los Hermanos Lasallistas. (24 de agosto; 1914 - 1922)
  • Escuela San Antonio, en San Antonio de los Baños.  (4 de octubre)
  • Colegio Sagrado Corazón, en Guantánamo. (13 de octubre; 1914 - 1961)
Las dos primeras obras tuvieron una corta duración, pero en la tercera me gustaría detenerme un poco más.

    Colegio Sagrado Corazón de Jesús, en Guantánamo.

Con la llegada de los Hermanos mexicanos y el empeño del P. Joaquín Vicente Uguet, paúl, Párroco de Guantánamo, se concretiza la fundación de la obra lasallista en esta ciudad. 

El 23 de septiembre llegó el primer grupo de Hermanos a esta ciudad para iniciar la fundación lasallista. 

El 13 de octubre se abre el Colegio Sagrado Corazón en Guantánamo (en recuerdo del Colegio de Monterrey, México). Su Director es el H. Netelmo de Jesús, acompañado de los HH. Claudiano Víctor, Arsenio, Romualdo Juan, Neón y Fernando. Los inicios fueron duros debido a la poca hospitalidad ofrecida por los pobladores que no veían bien a estos “curas extranjeros” vestidos con sombrero de tres picos y estrafalariamente; mala vivienda, no había pupitres que aún no llegaban de Canadá. El primer día de clase había solo 7 alumnos.

Colegio Sagrado Corazón de Jesús, Guantánamo. 


La primera ubicación  del plantel fue en una casa situada en la calle Los Maceo, casi esquina a Donato Mármol, y Bernabé Varona. En ella comenzó la labor educativa de los Hermanos, y allí radicaron hasta que, en los terrenos del antiguo cementerio de la ciudad, su actual ubicación (en la manzana comprendida entre las calles Carlos Manuel de Céspedes, Jesús del Sol, Prado y Beneficencia), lograron construir el entonces nuevo edificio al que se trasladaron en el año 1921. 

Para la Navidad el H. Ángel Pedro organizó la fiesta con los alumnos que se celebró el 23 de septiembre en el Teatro de la ciudad, hecho que hizo que desaparecieran todas las hostilidades para con los Hermanos. El P. Joaquín Vicente, Párroco les invitó a la Casa sacerdotal quien les brindó vino de misa y les dijo emocionado: 

“Hermanos, me siento contento al felicitarles. Han superado todas las dificultades. A partir de ahora Uds. Dominan la situación”. 

Al regresar a casa les esperaban numerosas familias con obsequios, hecho que los Hermanos interpretaron como un signo de la Providencia, porque la víspera en la caja sólo había… ¡5 pesos!

Algunos hechos que marcaron la vida lasallista del Colegio Lasallista sin intención de mostrarlos como si fuera una vitrina, son los siguientes hechos:

En el Colegio Sagrado Corazón de Guantánamo se escribe el Himno Oficial de los Colegios Lasallistas de las Antillas. El H. Ángel Pedro, profesor de 1º Año de Bachillerato sugirió al H. Claudiano Víctor, Director, tener un himno para el Colegio a lo que se dio permiso inmediatamente. Con letra de Esquer Gragera, periodista a  cargo de la Crónica Social del periódico local “El Nacionalista” y con música del Maestro Buenaventura Yáñez, profesor del Conservatorio Orbón.

“Soy alumno De La Salle
tal honor y gloria canto.
Cada día voy constante,
adelante y con valor.
Estudiando y jugando
con entusiasmo brillaré
y si se vence sólo luchando
muy gustoso lucharé.”

Años más tarde, el presbítero Dr. Julio Morales Gómez, ex - alumno del Vedado, le compondrá nueva letra

En 1925 recibió al H. Allais - Charles, primer superior general que visitaba nuestro país. 



Entre 1930 y 1931, el futuro mártir, el B. Félix Adriano Vicente Edo imparte clases entre los alumnos lasallistas de Guantánamo.

¡Enhorabuena Guantánamo! ¡100 años de presencia lasallista!

Manuel Bonet.  

Bibliografía. 

AA. VV. Firmes y valientes testigos de la Fe. ARLEP. 2013. 205 pp.  

Bonet Ochoa, Manuel. Mártires: Espigas granadas dispuestas para la siega.  Revista La Salle. Antillas - México Sur. 4 pp. 

Bonet Ochoa, Manuel. 1905 - 2005. Cien años de historia. Cronología mínima de las obras lasallistas en las Antillas. (Inédito)  120 pp. 

sábado, 4 de octubre de 2014

Con entrañas de misericordia

La palabra misericordia es una de las más hermosas expresiones bíblicas. Podríamos desglosarla en una frase más hermosa aún, poner nuestras miserias en el corazón.

Una de las cualidades del cristianismo es despertar en toda cultura esa capacidad de poder tocar la miseria y dejarla en manos de Dios. A lo largo de estos 2000 años de cristianismo han surgido infinidades de rostros misericordiosos como los de Vicente de Paúl o Teresa de Calcuta, hace poco hemos asistido a la agonía de Miguel Pajares y Manuel García Viejo, religiosos hospitalarios españoles contagiados de ébola en Liberia. 

Uno de esos hombres hechos de misericordia fue san Pedro de san José Betancur, fundador de los frailes Betlemitas que hasta la desamortización de Méndizaval cubrían las Américas con sus numerosas obras asistenciales: asilos, orfanatos, hospitales. Lástima que la mezquindad de algunos lograra que con un plumazo se destruyera toda su obra, pero no su memoria.

Durante el pontificado de San. Juan Pablo II se efectuó su beatificación y su canonización, logrado la restauración de la Orden Hospitalaria de Nuestra Señora de Belén. 



  • Nació el 19 de marzo de 1626 en Vilaflor de Chasma (Islas Canarias,  España).
  • Falleció el 25 de abril de 1667 en Antigua Guatemala, Guatemala.
  • Beatificado por Juan Pablo II, el 22 de junio de 1980 en Roma.
  • Canonizado por Juan Pablo II el 30 de julio de 2002 en Guatemala.
  • Lugar de culto y devoción: casa de las religiosas y religiosos Betlemitas.  


Soy Pedro de san José Betancur y mi vida ha sido una travesía por los caminos de la Providencia. Nací en las Islas Canarias, pero soy guatemalteco de todo corazón.

De niño me dedicaba a cuidar el rebaño de mi familia. En ocasiones me refugiaba de la lluvia o del sol en la Cueva de Chasna  donde hoy han puesto una estatua  mía, para recordar que solo la caridad es capaz de hacer milagros, aunque sean pequeñitos.

Cuando tenía 24 años abandoné mi tierra y me subí en un barco con destino a las Américas. Quería hablarles a sus primeros habitantes de un hombre que amándonos hasta el extremo dio su vida por nosotros. Dios me esperaba en aquellas tierras que yo deseaba pisar.

Primera parada: La Habana, Cuba.  Por un año estuve en aquel puerto y conocí la cara de las Américas, la santidad de sus sacerdotes y la avaricia de los amos que maltrataban a negros e indígenas.

Apenas había desembarcado en el Nuevo Mundo cuando la enfermedad me puso en contacto con los más desposeídos y olvidados. Al recuperarme me dirigí a mi nuevo destino.   

Segunda parada: Guatemala pasando por Trujillo, Honduras y de allí, me dirigí a pie hasta la ciudad de Antigua Guatemala porque no tenía cómo pagar un caballo o un burro siquiera. No llevaba nada: ni riquezas ni amigos, solo el corazón ardiente y al entrar a la ciudad una palabra alumbraba mi corazón: “Que se amen los unos a los otros”.

En esta ciudad conocí a Don Pedro Armengol que me dio trabajo en sus talleres, y a la vez, estudiaba en la Escuela de la Compañía de Jesús para poder ser ordenado sacerdote. Imagínate la escena, un hombre de unos 30 años sentado en medio de unos chiquillos menores de 10 años   aprendiendo la gramática y el latín. No sé si fueron las burlas o las dificultades con el latín, pero en 1654 decidí abandonar todo y me dirigí a Petapa

Vuelto a Antigua Guatemala, abrí una escuelita para niños pequeños, que luego me enteraría que era la primera escuela de párvulos en América Central. Yo maestro, yo que apenas sabía leer y escribir.

Por aquellos tiempos pedí mi ingresé en los tercios franciscanos y al recibir el hábito de mi querido san Francisco, empecé a llamarme Hermano Pedro de san José. 



El 24 de febrero de 1658 compre una casita por 40 pesos. Aquello era un Belén, pero para mí era sala de enfermería, oratorio a la Virgen Santísima, escuela y hospedería para forasteros o peregrinos. En aquel oratorio coloqué una estampa de Nuestra Señora de  Belén y una vela para que la alumbrara un poquito todos los días. Ante ella rezaba y rezaba mis huérfanos, ancianos y enfermos.  No me imaginé que aquella imagen  daría nombre a hombres y mujeres que seguirían mis huellas tras Jesús de Nazaret: Hermanos de Belén “Belemitas o Betlemitas”.     

Cuando el sol hacía que al mediodía obligaba a los vecinos de Antigua Guatemala a tomar un descanso, yo recorría las calles de la ciudad con una campanita que sonaba en mis manos mientras cantaba y recitaba a quien quisiera oírme: “Un alma tienes no más, si la pierdes   ¿Qué harás?” De vez en cuando alguien mes esperaba en alguna esquina  y me pedía confesión, le escuchaba con compasión y le acompañaba a alguna iglesia cercana para que pudiera reconciliarse con nuestro Dios.
Las cárceles eran mis lugares favoritos. ¿Por qué? Porque detrás de aquellos rostros marcados por el odio, la violencia, la ira, también con un poco de misericordia se podía encontrar el rostro amado de Dios.

Mucha gente me criticaba y cuestionaba cada uno de mis actos a favor de los más desfavorecidos, pero otros me apoyaban y seguían mis huellas. En 1661, Antonio Rodríguez, terciario franciscano como yo, me pidió ser mi compañero. Yo lo abracé y con lágrimas en los ojos les enseñé los tesoros que escondía e mi casita: niños huérfanos, ancianos, leprosos, negros, españoles e indígenas enfermos,  y en una esquina, una estampa de Nuestra Señora de Belén.

Tumba del Hermano Pedro de san José. 


Tanto ir y venir por las calles de la Antigua Guatemala fueron gastando mis sandalias y mi vida. Finalmente, el 20 de abril de 1667,  enfermo de gravedad, dicté mi testamento. Me hubiera gustado poder decir algo poético, como un poema de Casaldáliga que dice: “Al final del camino me dirán. - ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres…” sin embargo yo solo dejaba más pobres a mis pobres, más huérfanos a mis huérfanos, y deudas, deudas y deudas que con la caridad de muchos se pudieron pagar.

 


Palmas Carmelitas: Fray Pedro José de los Sagrados Corazones

Vuelvo a hacer memoria de los numerosos mártires españoles que laboraron en Cuba en la primera parte del siglo XX: lasallistas, hospitalarios,  salesianos, trinitarios y ahora, carmelitas descalzos. Faltan todavía por mencionar vicentinos, jesuitas, agustinos, escolapias...

Las palmas del martirio adornan sus nombres como fieles testigos de la Resurrección pues ellos y ellas acompañan al Cordero y a su Iglesia.

Le toca el turno al Beato Pedro José de los Sagrados Corazones



  • Nació: 22 de febrero de 1861 en Valdeprado, Soria
  • Martirio: 31 de julio de 1936 en Toledo
  • Causa: Eusebio del Niño Jesús y compañeros carmelitas descalzos mártires de Toledo.
  • Beatificación 28 de octubre de 2007 por Benedicto XVI


¡Qué cantidad de tiros hemos dado al Padre Pedro, que hasta el techo han saltado los sesos! – vociferó el miliciano al Dr. Emilio al pedirle agua.

Sus restos mortales quedaron tirados en la calle junto a sus compañeros de comunidad y martirio, hasta que algunas horas más tarde fueron recogidos en un camión de escombros.

Me llamo Pedro José de los Sagrados Corazones y soy carmelita descalzo. Al morir mi padre, un tío me ayudó y pude sacar el título de maestro ejerciéndolo en Aldeaelcardo, del partido judicial de Ágreda. Con mi trabajo, podía ayudar a mi madre y ayudar a sacar adelante a mis hermanos más pequeños. En aquellos meses, una chica me enamoró, pero en mi corazón bullía un deseo de Dios que me invitaba a la soledad de los valles y la vigilia ante la mirada del sagrario. Corté con la chica de los ojos hermosos y le dije que me iba a algún convento.

Tumba de san Juan de la Cruz en Segovia

Ingresé al seminario y  el 28 de agosto de 1885 fui ordenado sacerdote. Me nombraron párroco de Tañanine, luego me enviaron a la villa de Pradejón, en Logroño, nuevamente como párroco hasta mediados de 1894.  Tras morir mi madre y con mis hermanos casados o instalados en algún buen trabajo, pedí ingresar en el Desierto carmelitas de las Palmas, en Logroño. Allí tomé el hábito descalzo, el 7 de julio de 1894.   En octubre el noviciado fue trasladado por los superiores a Segovia, lugar santificado por la presencia de los restos de nuestro Padre fray Juan de la Cruz. A la sombra de su sepulcro pude saborear su obra y su legado:

la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora

El 7 de julio de 1895 hice mi primera profesión firmando el acta conventual con el nombre de fray Pedro José de los Sagrados Corazones. De 1896 a 1898 me destinaron al Carmelo de Alba de Tormes, cerquita del sepulcro de Santa Teresa.   

En enero de 1900 fui destinado al Carmelo de Cuba, donde la comunidad me acogió en su residencia en la iglesia de San Felipe Neri, entre Obrapía y Aguiar. Allí me dediqué al ministerio de la predicación y la administración de sacramentos a enfermos que lo solicitasen. Era una isla devastada por la guerra y en la que se percibía la búsqueda de un nuevo sendero para despertar su identidad como nación. En algún momento escribí un opúsculo que titule La buena prensa, seguido por un intenso apostolado por promover las buenas lecturas en La Habana.       

Virgen del Carmen en La Habana. 

Fui testigo de la instauración de la República y de los primeros años de una Cuba nueva que buscaba el esplendor de su cultura y su economía. Finalmente en 1906 volví a España.

En mi patria recorrí los monasterios descalzos que me volvían a unir con mi apreciado san Juan de la Cruz: Alba de Tormes, Ávila, Salamanca y nuevamente Alba. En mayo de 1924 fui destinado a Toledo, mi última obediencia.     

En Toledo me ocupaba de confesar a los estudiantes y daba clases de Teología Moral, Derecho Canónico y Liturgia. Era “el viejo” de la Comunidad,  pero en broma me llamaban “el joven” pues el corazón y el espíritu lo mantenían siempre joven. Allí viví las amenazas del 31 y más tarde, en julio de 1936 me tuve que refugiar en la casa del médico de la Comunidad, el Dr- Emilio González Orué.

Lugar del martirio. 

Apresados por los milicianos a mis 75 años apenas podía bajar las escaleras. En aquellas escaleras comenzó mi calvario, me llevaban de último, precedido por los otros seis frailes que iban de dos en dos atados de las manos. Con las manos en alto y a golpes de culatazos me fuero empujando  tras la Comunidad. Pensaron que cómo era el más viejo era el superior de la casa, así que me registraron una y otra vez. En un momento, dejándome salir a flote mi miedo o mi enojo ante los golpes innecesarios, me volteó y les grito:

 -¿Qué mal os he hecho? ¿Por qué me vais a fusilar?

Las palmas del martirio nos son dadas cerca de los cobertizos, entre el costado de la iglesia y la huerta del convento. Me vuelven a registrar, me hacen descalzar y hasta revisan mis calcetines. Fray Plácido (1912 - 1936), nos anima una y otra vez, antes de caer baja las balas comunistas. 



El Carmelo Descalzo se viste de martirio.

Manuel Bonet

miércoles, 1 de octubre de 2014

Las raíces de un hombre

¿Cómo entender a un hombre si no se conoce el horizonte de su mirada? ¿Cómo adentrarse en el corazón de un hombre si no se ha visto el paisaje que albergaron sus ojos? ¿Cómo descubrir sus raíces sin entender el entorno, el contexto social, su cultura?

El Hno. Victorino nació en un pueblito llamado Orzillon, perteneciente a la diócesis de Le Puy, en el sur francés. Cerca de su pueblo, el río Loire corre en medio de un paisaje agreste y hermoseado de vegetación, es el Haute - Loire. 

La diócesis de Le Puy - en  - Velay guarda como tesoro precioso, las primeras huellas del camino francés a Santiago de Compostela. Conocido con el nombre Vía Podiense, Podense o Podenses recorre varios miles de kilómetros antes de prolongarse en Roncesvalles y de allí dirigirse en tierra española hacia Compostela. El primer peregrino fue el obispo Gotescalco, obispo de Le Puy  - en - Velay, quien acompañado de un numeroso séquito, emprendió el camino hacia la tumba del apóstol encomendándose antes a Notre Dame du Puy.



Pocos detalles se tienen del itinerario recorrido, sin embargo esta primera peregrinación está autentificada por los escritos de Gomesano, monje del convento español de San Martín de Albelda, cerca de Logroño: "El Obispo Gotescalco, animado de de una manifiesta devoción, ha dejado su país de Aquitania, acompañado de un gran cortejo, dirigiendose hacia la extremidad de Galicia para tocar a la misericordia divina implorando humildemente la protección del Apóstol Santiago". La veracidad de su testimonio literario queda asegurado con la presencia de unos datos que el amanuense incorporaba al finalizar su trabajo: nombre, edad y la fecha de su redacción. En la manuscrito De Virginitate hecho para Gotescalco, en 951, monje de Albelda, dice: "El muy santo obispo Gotescalco se llevó este libro de Hispania a Aquitaine durante el invierno, en los primeros días de enero...

Otro hecho histórico relacionado con el camino de Santiago y la región donde se ubican los primeros años del Hno. Victorino, es la preciosa imagen de Nuestra Señora de Francia. El 8 de septiembre de 1855, el General Pélissier venció durante la guerra de Crimea en la batalla de Sebastopol al ejército imperial ruso, arrebatándole como botín de guerra, nada menos que 213 cañones de bronce. Aconsejado por  el obispo Mons. de Morlhon, solicita al emperador Napoleón estos cañones para construir una imagen de María Santísima que la diócesis de Le Puy deseaba dedicarle a Nuestra Señora de Francia. 
        


Modelada la preciosa imagen por Jean - Marie Bonnassieux (1810 - 1892) sobre el monte Cornelio  fue realizada con el bronce de algunos de aquellos cañones e inaugurada el 12 de septiembre de 1860 ante 120 000 peregrinos. 

La mirada de María que sostiene en sus brazos a su Hijo, aún permanece allí, en medio de cierta indiferencia religiosa, pero es un signo de aquella nación que la primera en abrazar el mensaje de Cristo Resucitado.

Dos años antes, entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, Bernadette Soubirous dialoga con la Santísima Virgen María  en una gruta del paraje de Massabielle, expresándole en la expresión "Soy la Inmaculada Concepción" el reconocimiento a la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción por el beato Pío IX.   Un poco más tarde el mismo papa convoca el Concilio Vaticano I (1869 - 1870) que en medio de gritos y amenazas define la infalibilidad papal ex - cathedra. 

Pío IX declara el dogma de la Inmaculada Concepción.  

León XIII intentará acercar la Iglesia hasta el corazón de los obreros y con la encíclica Rerum novarum tratará de llegar a las nuevas expresiones sociales, pero antes se ha tenido que enfrentar a la kulturkamp, impulsando el servicio diplomático papal en Francia, Alemania, España, Reino Unido, México y Rusia. 

En medio de tantos acontecimientos que sacudieron el mundo y sus expresiones políticas, nacerá un niño el 7 de septiembre de 1885 cuyo nacimiento no quedará desapercibido: Augustin Arnaud, más conocido como Hermano Victorino.       

Así termino esta entrada sobre el entorno eclseial que vio nacer al Hno. Victorino, espero haber enriquecido al fiel lector con detalles que muestran la diversidad de facetas que ilustran su figura.  

Manuel Bonet.


martes, 30 de septiembre de 2014

A modo de presentación.

Hace unos días he recibido después de varias peripecias un libro sobre el Hermano Victorino. Mi amor hacia los libros es una vieja tradición que hizo que en algún momento me apropiara de unas palabras de Borges para ilustrar mi tesis en la universidad: "Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mi  se refiere, no puedo imaginar un mundo sin libros". Así que los libros siempre son una grata sorpresa en mi vida.

En esta ocasión, la llegada del ejemplar de Hermano Victorino: itinerario evangélico, obra del Hno. Alfredo Morales (1994), era un libro esperado y anhelado. La llegada del ejemplar traía sobre sus pastas un poco de aventura. 

En julio, después de publicar alguna entrada sobre el Hno. Victorino en este blog, un amigo me ofreció un ejemplar de la obra del Hno. Alfredo. En el verano el libro salió de Miami y llegó a San Luis Potosí, México, pero las oficinas del colegio estaban cerradas y lo regresaron  a su destinatario. Sabiendo mi amigo y yo lo que había pasado lo volvió a enviar y ahora sí, en la primera quincena de septiembre llegaba finalmente a mis manos después de muchos kilómetros recorridos.

Me lo leí casi de un tirón, lo releí nuevamente en busca de esa huella propia, tratando de entender a este hombre callado, aparentemente insignificante y paradójicamente,  transformado en un ciclón que revolucionó a la Cuba del siglo pasado. No se ofenda quien le haya conocido, si le etiqueto con esos adjetivos que no son míos, así me lo describieron a mí, allá por los últimos años del siglo pasado cuando asistía con gran entusiasmo a las convivencias vocacionales en la casa de los Hermanos de La Salle. 



Para quienes le conocieron quedaron en ellos grabados muy claramente los principales elementos de su vida:

  • Amor por Cuba y los cubanos: No se puede entender su vida y su obra, si no es en Cuba y desde Cuba. Vivió durante medio siglo las luces y sombras, las necesidades y las esperanzas de nuestro pueblo y su historia y en medio de ese torbellino concibió sus más importantes obras.


  • Hombre de Dios: Quien entablaba un sencillo diálogo con él, pronto descubría un cierto sabor a Dios en su porte, en sus palabras, en sus gestos. La vida no se improvisa y en el caso del Hermano Victorino, buscaba en medio del diario cotidiano el poder encontrarse a solas con Dios, para hablarle a El de sus alumnos y cuando estaba con sus alumnos y ex - alumnos que se cuentan por generaciones, poder hablarles a ellos de Dios.    


  • Hombre de Iglesia: Nunca quiso una obra de capillas ni colegios, pensó en cómo los cubanos podían construir su Iglesia inclusiva, sin clases sociales, donde Jesús Resucitado fuese anunciado con total entrega y generosidad. Lo logró, en medio de tantas dificultades aquellas multitudes supieron dar testimonio de la fe vivida. 


Me ha tocado conocerle a través del testimonio de aquellos que le conocieron o vivieron con él. Aplaudo a los ex - alumnos que desde Miami han empujado la apertura de su causa de canonización, esperemos que pronto le veamos en los altares, pero mientras tanto me animo a escribir algunas cosillas sobre su persona en este espacio, bajo la sombra de las palmas cubanas. 

Manuel Bonet.     

lunes, 1 de septiembre de 2014

Benedicto XVI reza a la "Virgen de la Caridad".

La noticia llega a través de la Agencia Zenit:

 Benedicto XVI quiso rezar personalmente frente a la imagen de la "Virgen de la Caridad del Cobre", patrona de Cuba, colocada en los Jardines Vaticanos el pasado 28 de agosto. 

Por la mañana se realizó la ceremonia de bendición de la Virgen, presidida por el cardenal Tarcisio Bertone, y por la tarde el papa emérito fue a rezar el Santo Rosario frente a la estatua de bronce de María, acompañado por los obispos cubanos, que se encontraban en Roma para dicha celebración. Un gesto de devoción hacia esta imagen mariana, a cuyos pies Benedicto XVI ya había rezado en su viaje a Cuba en el 2012.
La noticia la ha dado a conocer uno de los prelados de la delegación de la isla, monseñor Arturo González Amador, obispo de Santa Clara, quien ha contado a la agencia Aciprensa. "Para gran sorpresa nuestra, al final de la celebración nos llegó la noticia: ‘Esta tarde a las 19 horas, Benedicto XVI los espera para rezar con ustedes el Rosario aquí en estos jardines para hacer juntos el recorrido y terminarlo frente a la Virgen de la Caridad’”.
El obispo indicó que Benedicto XVI inició el recorrido mariano visitando las distintas imágenes de María presentes en los jardines vaticano y finalizó el rezo ante la imagen de la Virgen del Cobre, ante la cual rezó con devoción. Además, "él mismo comenzó el rezo, que posteriormente fue dirigido por su secretario personal y prefecto de la Casa Pontificia, monseñor Georg Gaenswein y por el secretario emérito de Estado Vaticano ,el cardenal Bertone".
Acompañados de los obispos cubanos, Benedicto XVI mencionó el viaje a Cuba, el último internacional de su pontificado.  "Lo recordó con emoción y cariño. Nos preguntó por la vida del pueblo, de la Iglesia y nos aseguró su oración”, indicó el obispo de Santa Clara.
Asimismo, monseñor González indicó que “unirnos a Benedicto en oración fue una gracia inmerecida que no sabemos agradecer a Dios ni a él. Ha sido un signo de una delicadeza total, y creo que este es el primer eslabón de una cadena de momentos gratos y agradables para todo el pueblo cubano que la Virgen nos va alcanzar".

domingo, 31 de agosto de 2014

Cachita en los jardines del Vaticano

El jueves camino al colegio me llegó un correo de mi amigo José Dorado, dándome la buena nueva de la presencia de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en los jardines del Vaticano. 

Una presencia sencilla, pero que ha sido suficiente para darle sabor a una nación y a su  pueblo en cualquier lugar donde se encuentre.   

Esta imagen  se encuentra en la Casa de Convivencias del Cobre,
y acompañó en su visita a Benedicto XVI, Papa Emérito,
es la original de la puesta en los jardines Vaticanos.  


Imagen colocada en los jardines Vaticanos el 28 de agosto de este año.