sábado, 8 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: exilio en Canadá.

El exilio es una realidad terrible difícil de expresar en su realidad semántica, sólo quien le ha vivido sabe el significado profundo de su realidad. Siempre es terrible tomar esta decisión, pero hay cientos de causas para tomar esta opción. El destierro del Hno. Nymphas Victorin en 1904 fue motivado por la preservación de su vocación como hemos visto.

Quien toma el camino del exilio, no tiene mucho tiempo para despedidas. Si cabe una es para decir adió al padre y a la madre.   En 1963, el Hno. Victorino recordaba a grandes rasgos aquellos momentos, no menciona al padre, pero si la despedida de su madre.  “Mi hermano y yo éramos menores; él de 16 y yo de 19. Aunque consciente del sacrificio que hacía, nuestra madre nos animó a seguir la vocación despidiéndonos con lágrimas, pero fuerte el corazón… Pudimos volverla a ver solo una vez 26 años más tarde, muriendo ella al poco tiempo” (Morales, p. 257).

No será el único Hermano Lasallista que solicite abandonar Francia. El exilio de tantos Hermanos  suponía un gran reto para los Superiores. Fuera de Francia el Instituto contaba con una discreta presencia en algunas naciones, y ahora, se necesitaban muchas fundaciones.   Desde mediados del siglo XIX, las peticiones de fundaciones en distintos países se amontonaban en alguna gaveta de los archivos de la Casa General en París. Había que gestionar rápidamente las posibles fundaciones, enviar Hermanos que lograsen abrir escuelas gratuitas en aquellas latitudes y esto, lo más pronto posible.

En Canadá, el Hno.  Asistente Réticius y el Visitador Bernard Louis habían organizado el exilio del Distrito de Besancon, por lo cual 221 Hermanos atravesaran el océano en busca de nuevas comunidades lasallistas. “El primer contingente, que embarcó en el Havre el 20 de febrero de 1904, estaba formado por novicios o Hermanos jóvenes, guiados por sus formadores, los Hermanos Régis-François, Ribert-de-Jésus, Rembert y Renobert-Jules” (Rigault, T. X, p. 49). Tras nueve días de travesía, para los 70 Lasalianos que formaban este primer grupo, el barco “Champagne” hizo escala en New York.  Desembarcaron y en la noche, tomaron el tren para Montreal, adonde llegaron el 1º de marzo de una violenta tormenta de nieve.

Barco La Champagne. 

El Hno. Nymphas Victorin será enviado al Escolasticado de Montreal inicialmente, él recordara sus primeros intentos lasallistas en Canadá: “Pasé los mese finales del Curso en el Escolasticado de Montreal, repasando las matemáticas a algunos estudiantes. En agosto me destinaron a la Academia Comercial de Quebec para hacerme cargo de un Primer Año de Comercio, que llamaban “clase especial”.

Efectivamente, la clase era especial. Se componía de 17 alumnos, algunos mentalmente atrasados, y varios “cabezas fuertes”, todos de 15 a 19 años… Yo era apenas mayor que ellos pues solo tenía 19 años. Tuve dificultades para dominarlos, pero a fuerza de paciencia llegué al final del curso 1905 sin graves incidentes. Allí probé por primera vez las bajas temperaturas invernales de aquellas regiones” (Morales, p. 27 – 28)


Se necesita siempre valor para asumir el exilio.   
Manuel Bonet

Palmas carmelitas: fray Tirso de Jesús María.

Entre mis conocidos en mi espacio de facebook, se encuentra la pintora Beatriz  Barrientos Bueno, autora del cuadro del B. fray Tirso de Jesús María Sánchez Sancho que adorna una de las paredes laterales del Carmelo Descalzo de Toledo (116 x 89 cm) a petición de un sobrino carmelita descalzo del mártir.
Hablando a través del chatel 28 de octubre de este año, me comentaba la autora las dificultades que atravesó para poder reconstruir su rostro a partir de una fotografía en blanco y negro anterior a la persecución y poder integrar el entorno conventual en los colores propios.  
La pintura dando los últimos detalles de su obra. 
Beato fray Tirso de Jesús María Sánchez Sancho
Nació: 19 de abril de 1899 en Valdecarros, Salamanca. 
Martirio: 7 de septiembre de 1936 en Toledo. 
Causa: Eusebio del Niño Jesús y compañeros carmelitas descalzos mártires de Toledo
Beatificación: 28 de octubre de 2007 por Benedicto XVI.  

Me llamo Gregorio, Goyo, el hermano mayor de Baltasar y desde pequeño me han gustado los libros. No recuerdo si alguna vez, nuestros padres nos hubieran hecho una foto vestidos de charro, a la usanza: con botas y sombreros, pero a mí me habría gustado, si me hubieran preguntado que me la hicieran rodeado de libros, pero no creo que hubiera una foto.
  Me enviaron a mi Medina a estudiar en el Colegio teresiano y  escribí mis primeros intentos literarios en las revistas escolares “El Nubarrón” y en “La Nubecilla”. Espero que no los encuentren puesto que no tienen mucho valor literario, pero eran mis primeros borradores.  Cuando ingresé en el colegio, me encontré una imagen de Santa Teresa de Jesús, escribiendo y mi deseo de conocimientos me empujó a conocer la doctrina que se describía en ese libro, allí surgió un deseo de ser para el Señor, así que en junio de 1915, al terminar el curso, salí para el noviciado de Segovia.
   Segovia, sería mi cuna carmelita, al amparo de san Juan de la Cruz. El 30 de junio de ese 1915 tomé el hábito carmelita y deje de ser Goyo para convertirme en fray Tirso de Jesús María. Un año más tarde firmaría el acta de profesión el 2 de julio
Rostro del mártir. Detalle. 

       Luego luego empezó la preparación al sacerdocio: la filosofía la estudié en nuestro Carmelo de Ávila (1917 – 1920) y la teología en Toledo (1920 – 1923), en los ratos que la vida conventual lo permitía, alguna poesía escribía.   El 22 de diciembre de 1923 fui ordenado sacerdote en la iglesia del Seminario conciliar de Segovia. El 26 podía celebrar mi primera misa en el Valdecarros que me había visto jugar y crecer.  

Gracias a la concesión de Isabel II, por sus decretos de 7 de mayo y de 3 de agosto de 1868, para que pudiera restablecerse la vida carmelitana en España. En la Real Orden se concedía llevar a cabo “la instalación de un Colegio de Misioneros de su Orden, con destino a la Isla de Cuba”. Desde 1880, nuestra orden veía partir hacia Cuba a los frailes  que llamábamos Misioneros para Ultramar.  Hacia allá habían partido los PP. Pedro de los Sagrados Corazones y Eusebio del Niño Jesús, con quienes compartiría luego la vida carmelitana.

En febrero de 1924 desembarcaba en La Habana, con indicaciones de permanecer en la parroquia del Carmen y allí permanecí hasta finales de 1927.   En ese año me destinaron al  Carmen de Ciego de Ávila que se encontraba en la parroquia de San Eugenio  como: director del Apostolado de la Oración, predicador de los sermones de más compromiso: nuestra Señora de la Caridad, Patrona de Cuba, sermón de la Soledad el Viernes Santo, etc. Además del trabajo de bautizos, catequesis, bodas en la parroquia de San Eugenio de Ciego y por los diversos poblados, me convertí en un asiduo colaborador de la revista “Vida parroquial”. En 46 números de dicha revista publiqué 6 artículos en prosa y 34 composiciones poéticas.

 Nuevamente la obediencia me hizo cambiar de aires, ahora rumbo a Matanzas en marzo de 1929.  En esta ciudad me nombraron  el sinsonte del Carmelo, pájaro cantor de América. De Matanzas me destinaron a Sancti Spiritus. En 1933 hubo cambio de Superiores en España y se me pidió regresar a España.
Mano derecha del mártir. Detalle.

En septiembre de 1933 me encontraba en España, por lo cual me destinaron a la Comunidad de Toledo. Tras los muros de nuestro convento pude escribir con mayor facilidad poesías, artículos y colaborar en la revista “El Mensajero de Santa Teresa”.  Predicaba en Toledo, Madrid, Talavera, Salamanca, el canto del sinsonte se escuchaba ahora en Europa.  

Julio de 1936 me sorprendió en el Templo de Santa Teresa, de la Plaza de España, en Madrid.  Me habían solicitado para predicar la novena de la Virgen Santísima del Carmen. Al termino de la novena, me dirigí a Toledo, el P. Eusebio del Niño Jesús, previendo lo peor, me había enviado las señas del domicilio de la   Sra. Antonia Martín y  Carmen, en el no. 6 de las calle de las Bulas. En la tarde del 19 de julio pude llegar a Toledo. Las calles cercanas al Carmelo se habían manchado con la sangre martirial de mi comunidad conventual. Conociendo los hechos de su martirio, al día siguiente pude acercarme al convento, al no poder rescatar nada, regresé al refugio que previsoramente se me había reservado donde permanecí hasta el 24 de agosto.

Estampa de la beatificación. 

“El convento todo quemado. Hundido y saqueado, de la sacristía nada; de la biblioteca, menos, todo perdido, ni ropas de la celdas, pues fueron quemadas o saqueadas. Sólo han quedado en pie las celdas del P. Pedro y hermanos Daniel y Clemente, y en ellas todo por el suelo, sin nada que pueda servir...Cuando llegué al convento no pude menos de llorar de ver tanta desolación, en la iglesia no había nada, todo por el suelo y destrozado” (Carta de fray Felipe de Niño Jesús, 19 de noviembre de 1936).      
 El 24 de agosto, los milicianos se presentaron en la casa para hacer un registro, me ofrecí a abrir la puerta, pero antes de hacerlo recé de rodillas ante una imagen de la Virgen del Carmen, que se hallaba cerca de la puerta. Al abrirse la puerta, un miliciano se le encaró:    
  - Usted tendrá toda su documentación arreglada, ¿verdad?
 - No la tengo y he perdido la cédula. Hace muy poco tiempo que estoy en España. – fue mi respuesta.

Eso basto para que me llevaran a declarar. Cansado y exhasuto psicológicamente después del primer interrogatorio me liberaron y pude llegar a la casa de Sra. Antonia a quien le pedí un poco de tila.  Antes de que me diera el vaso, los milicianos volvieron a por mí, ahora de manera definitiva. Fueron tres días de traslados e interrogatorios en los que querían hacerme declarar culpable del levantamiento militar. Finalmente el 27 de agosto pude ingresar en la Prisión Provincial, para proceder a un juicio formal.    Se me  declaró prisión incondicional el 3 de septiembre.

Inicialmente, declaré que era un viajante de comercio, siguiendo el ritmo del interrogatorio pero finalmente declaró:
 -Yo, señor, no soy viajante de comercio. Soy religioso carmelita.
 El Juez sorprendido por el giro que ha tomado el interrogatorio,  me pregunta por qué he dado una profesión falsa. Le sonrío y le contesto:  
-Yo no dije, sino que asentí a lo que usted decía.

 El Juez no encuentra delito alguno y da por concluido el interrogatorio y que no hay evidencia de mi participación en ningún hecho armado, pero el Tribunal Popular expide cédula de notificación y citación, señalando “el día 6 de los corrientes [septiembre 1936] y hora de las nueve de la mañana para dar comienzo a las sesiones del juicio oral en la Causa número 1 del Juzgado especial de esta capital, contra Gregorio Sánchez Sancho, por rebelión militar”. El juicio se celebra en el Salón de Concilios del Arzobispado de Toledo.

 El juicio apañado da inicio el 6 de septiembre, dándose un fallo falso que me condena a la pena de muerte.  Me defiendo de las acusaciones y trato de limpiar la memoria de mis hermanos mártires, pero en ningún momento pierdo la serenidad de saber que soy condenado por ser religioso.

Carta de despedida del mártir. Detalle.

 Terminado el juicio me llevan a la cárcel provincial y  se me permite escribir una carta de despedida a mis padres:
Sr. Don Juan Sánchez, Valdecarros (Salamanca).
Amadísimos padres, hermanos, sobrinos y demás familia: Por conducto del Sr. Director de la cárcel, deseo llegue a su poder la presente con todos mis últimos documentos.
Como verán por ellos, no he cometido delito ninguno. Un tribunal de guerra me condena a la pena de muerte. Son cosas de la guerra. ¡Cúmplase la voluntad de Dios! ¡Dios lo ha querido así! ¡Bendito sea! A todos les tengo presentes y les abrazo a todos con el deseo de que sean muy felices en esta y en la otra vida. Sean todos muy buenos. Perdonen y bendigan y amen a todos, como yo les amo y perdono y bendigo. No se ocupen de mí más que para rezar por mí.
Adiós. Les bendice y abraza: Grego Sánchez. Toledo, 6. IX. I936.

 El 7 de septiembre, vísperas de la Virgen de la Caridad del Cobre me sacan de la Carcel Provincial, me dicen que me trasladan a Ocaña, pero los cipreses del cementerio de Toledo les delatan .
         Nos bajamos junto a  las tapias del cementerio. Los soldados, los guardias de asalto y los milicianos echan suertes, para designar a los que que han de fusilarme. Recuerdo el relato de la passio de Nuestro Señor: ellos, también echaron suerte.  Un momento más y estaré junto a mis hermanos mártires frente al Cordero degollado.  Puedo besar un crucifijo todavía y expresarles mi perdón y mi alegría. Me vendan los ojos, todavía unas palabras más de agradecimiento para estos que no saben expresar el regalo que me ofrecen.   

Después de la descarga, caigo sobre el suelo, pero aún no ha llegado mi hora, permanezco allí en plena agonía. Se avisa a los milicianos, al capitán médico que certifica que aún estoy con vida aunque da orden de trasladarme a algún hospital, los milicianos me disparan nuevamente.   
 Ahora sí, cae sobre mi despojos mortales, la palma carmelita del martirio.

Los restos martiriales de los carmelitas descalzos de Toledo descansan bajo el altar de su iglesia. 

Días después el Gobierno decidirá mi inocencia y dará mi indulto.
 Manuel Bonet.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: en medio de una encrucijada

El Pensionado de Nuestra Señora de France, en Le Puy, se abre bajo la sombra de la imagen de María Santísima, gracias a la intervención del Hno. Paulino (Philippe Combes 1810 – 1871).Verán, siendo Director de La Chaussade en 1850 propone al Hno.  Felipe, Superior General, contribuir a la construcción de la estatua de Nuestra Señora de Francia, pidiendo un centavo a cada uno de los 300 000 alumnos de los Hermanos en aquel país, pagando así el pedestal de la estatua que tiene sabor lasallista. El Hno. Felipe lo pensó, lo consultó y al final, accedió. Aquella imagen de María Santísima se levanta sobre piedras lasallistas. Nombrado Visitador entre los años 1851 y 1860, su primer obra lasallista se levantaría a su sombra.

Cuando el Hno. Nymphas Victorin llega al Pensionado de Nuestra Señora de Francia, es director el Hno. Altigien – Louis (Théodore Vallés 1846 – 1912), como lo han sido los últimos Visitadores de Haute Loire. Sin embargo, delega sus funciones de Director en el H. Nicet Ernest, desde 1897, vivirá la secularización y mantendrá a toda costa la obra lasallista.  La comunidad lasallista cuenta con 30 Hermanos que dan lo mejor de sí. Le destinan a la clase de los pequeños. Para él, ha llegado la hora de poner en práctica lo aprendido durante estos años de formación.

En julio de este año, obtiene el título de Maestro Normalista, él mismo lo recordará casi sesenta años después: “A los 19 años obtuve el título de Maestro Normalista, y empecé mis primeros ensayos en la enseñanza con un grupo de pequeños” (Cfr. P. 25)    

En septiembre su comunidad recibe a numerosos Hermanos que vienen a realizar el retiro anual. Asiste el H. Visitador, H. Exupérien, que en medio de las dificultades escolares que presenta el Ministro Combes contra las congregaciones educativas, invita a los Hermanos a “secularizarse” para mantener las obras lasallistas de los Distritos de París  y el Haute Loire. 

Nuestra Señora de Francia, en Le Puy. 

Gracias a Rigault podemos documentar esta decisión tan difícil de entender: "En una noticia conservada en los archivos del distrito del Puy que relata la carrera del Hermano Visitador Altigien-Louis, está escrito: “Más de un Hermano sintió cierta sorpresa ante la actitud del santo Hermano Exupérien y su piadoso colaborador, el Hno. Altigien: ambos, ejemplares vivos de la Regla y en quienes el espíritu del Instituto se encontraba como encarnado, fueron partidarios de la secularización, sobre todo para los individuos de Haute-Loire y de la Lozère… Consideraban que la formación impartida por la congregación a sus miembros, había debido colocarlos a la altura de la prueba”.


El Hermano Asistente acudió al Puy durante el verano de 1904: “Nos predicó la confianza, dice el Hermano Aimable-Joseph, nos instó a conservar la fidelidad a nuestra vocación, aunque tuviéramos que secularizarnos para salvar las escuelas”. (Cfr. Rigault, Georges. Les temps de la "secularisation" 1904 - 1914, Maison généralice FSC ("Etudes Lasalliennes", 1), Rome, 1901)



En cualquier caso, el "secularizarse" tenía una connotación terrible: oficialmente rompieron todos los lazos con sus congregaciones; éstas les remitieron una carta de secularización y borraron sus nombres de los registros, en previsión de controles policiacos o inspecciones judiciales. fueron censados como peronas que habían renunciado a sus compromisos canónicos, es decir, a sus votos, a la vida común y al hábito religioso. En la realidad, sin embargo, conservaron la relación con sus congregaciones, practicando una verdadera "cultura de la clandestinidad" (por no decir de la resistencia), llevando una especie de doble vida: "monsieur" o "mademoiselle" en la ciudad, "hermano", "hermana" o "sor" en su fueron interno y en el trato que pudieron mantener con sus institutos. (Cfr. Cabanel, Patrick.  Panorámica general del exilio congregacionista, AHlg 14 (2005) 97 - 108). Algunos Hermanos reconocerían que gracias al H. Exupérien se salvó la obra lasallista en Francia, aunque en su momento no se entendía la situación de los Hermanos "secularizados"  

No me imagino cómo cayó la propuesta para los Hermanos. En el caso del H. Nymphas Victorin, ya sabemos su respuesta. Le busca y solicita salir del país a cualquier destino misionero. Le escucha y no le dan una respuesta inmediata. Habrá que esperar.


Al terminar el retiro anual, el 8 de septiembre de 1903 emite sus primeros votos como religioso Lasallista, que para él, tienen sabor de eternidad.

El 7 de julio  se votaba y promulgaba la Ley de supresión de las congregaciones religiosas del Ministro Combes. Tras la votación de la ley, los Hermanos de La Salle como otras congregaciones e institutos de apostolado educativo, veían imposible la realización de su labor educativa en su tierra natal. Los Superiores Mayores presentaron a los 10 651 Hermanos la posibilidad de:

  • Partir al exterior, hacia el destierro.
  • Permanecer en Francia, aparentemente “secularizados”
  • Salida voluntaria de la Congregación.
  • Los Hermanos ancianos podían permanecer en Francia.


Para los que decidieron marcharse y vivir en otras tierras su vocación de religiosos educadores los Superiores Mayores estudiaban las ofertas de fundación que se realizaban de distintos puntos del planeta.

Mientras tanto, su hermano Pierre (1888 – 1975) ha ingresado en el Noviciado Menor de St. Claude el 19 de marzo de 1902. Ingresa en el Noviciado de Besancon el 1º de julio de  1904, su Visitador, el Hno. Reticius, Asistente a la vez, empuja a los Hermanos jóvenes hacia el Canadá. El 23 de julio  toma el hábito y parte al Canadá al día siguiente.  El joven Hno. Rolland – Arsene es enviado a Maisonneuve, cerca de Montreal  a terminar su noviciado.

En enero de 1904, el Hno. Nymphas Victorin solicita por escrito la salida del país,  no desea secularizarse sino ser fiel al Señor por el resto de su vida. 

Figura de San Juan B. de La Salle en el Vaticano.

Paradójicamente el 27 de octubre, en presencia del cardenal Merry del Val, se colocaba en uno de los nichos interiores de San Pedro del Vaticano, una estatua de San Juan Bautista de La Salle, obra de Aureli. 

Manuel Bonet

martes, 4 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: Novicio

El Noviciado según la actual Regla de los Hermanos de las Escuelas Cristianas es  “la experiencia privilegiada de iniciación a la vida religiosa del Hermano” (Cfr. Art. 90), en el cual debe darse un encuentro personal con Cristo a través de la oración, el silencio, la vida fraterna y comunitaria.

A la mañana siguiente de la toma de hábito, la vida diaria tomaba un nuevo sabor para aquellos dieciséis novicios: revestir la sotana que habían usado tantos Hermanos, algunos mártires como el H. Salomón Leclerc, secretario general (1745 – 1792) o los mártires Lasallistas de los Pontones de Rochefort: HH. Rogelio, Uldarico y León.  Se sentían a gusto poniéndose la corteza, ahora necesitaban ser troncos firmes.

B. Hno. Salomón Leclerc.
 Se estudia un milagro en tierra venezolana que podría llevarle a los altares. 

Primero el contacto con el Fundador: Guibert, menos copiosa o Blain, más ejemplarizante. Eran las biografías que se tenían a la mano. La Colección de varios trataditos, probablemente la primera Regla de los Hermanos. Aprender de memoria algunos puntos: el espíritu del Instituto, el método de oración, los temas de conversación de los Hermanos. Además, el uso de las Meditaciones para todo el año de noviciado, sin notas marginales, sin citas bíblicas señaladas, tal y como las habían usado generaciones de Hermanos que oraban con ellas.

En la mañana de la Navidad, podrían saborear aquellas palabras del Señor de La Salle que les recordaba: “Somos pobres Hermanos, olvidados y poco considerados por la gente del mundo. Sólo los pobres vienen a buscarnos, y no tienen nada que ofrecernos más que sus corazones, dispuestos a recibir nuestras instrucciones” (MF. 86, 2,2)

Renovar su deseo de consagración, en la fiesta de la Presentación del Señor: “Vosotros os ofrecisteis a Dios cuando dejasteis el mundo. ¿No retuvisteis entonces nada de vosotros mismos? ¿Os habéis entregado por entero a Él? ¿No habéis revocado la ofrenda que entonces hicisteis a Dios? No debéis contentaros con haberos ofrecido a Él una vez. Tenéis que renovar esta ofrenda cada día y consagrarle todas vuestras acciones, no haciéndolas sino  por él” (Cfr. MF 104, 2, 2).

La lectura diaria del Evangelio, principal regla del Hermano así como la Imitación de Cristo. Además de la Regla escrita por La Salle en 1718, y probablemente recién impresa que en 1901, se había vuelto a imprimir con el sello de la Casa Madre en París. Aprender sus numerosos detalles, para ser un buen religioso. Una regla “puntillosa” decía en mis años de formación un Hermano español, pero que ha dado numerosos Hermanos santos, vean ahí al Hno. Benildo Romancon, modelo de Hermano y de Hermano Director.

Santo Hno. Benildo Romancon.
Modelo del Hermano Director, promotor incansable de vocaciones.
En fin, el noviciado era crecer, estirar los brazos para tocar el infinito, para “consagraros por completo a la Santísima Trinidad, para contribuir, en la medida que pudieran, a extender su gloria por toda la tierra. A este respecto, en el noviciado se debían penetrarse del espíritu de vuestro Instituto, y animarse del celo con que Dios quiere que estéis henchidos, llenos, para comunicar a los niños el conocimiento de este sagrado misterio” (Cfr. MD).

Para octubre de 1902, el trabajo debería estar hecho, el novicio había luchado por ser un hombre interior según el modelo de san Juan Bautista de La Salle y podía unirse a través de los votos religiosos de obediencia, castidad, pobreza, estabilidad en la sociedad para el servicio educativo al cuerpo del Instituto.


San Juan Bautista de La Salle.
Imagen que preside el retablo de la Iglesia de la Casa General, Roma. 


Lo que nadie podía prever era que el Hermano Nymphas Victorin no podía emitir sus primeros votos porque no contaba con la edad canónica, habría que esperar un poco más. El H. Exupérien le envío una obediencia, no iría al Escolasticado por su excelente preparación lograda antes del noviciado, sino al Pensionado de Nuestra Señora de Francia, pero eso es capítulo aparte.  
Manuel Bonet

lunes, 3 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: Toma de hábito

Uno de los recuerdos más gratos de un Hermano Lasallista es la toma de hábito, momento en el cual comienza a formar parte del Instituto. El H. Michel Sauvage en La frágil esperanza de un testigo al referirse a este momento expresa: “partir para un aspirantado, o seminario menor, era visto corrientemente como una opción de vida. A fortiori la toma de hábito, a los 18 años frecuentemente, y más temprano entre los Hermanos, era vista como un compromiso definitivo” (Cfr. p. 46). Hay mucho de sueño y promesa en esa celebración antes del Concilio Vaticano II de carácter privado y hoy, vivida con el pueblo de Dios en medio de la Eucaristía.

He tratado de conseguir algún detalle de esta ceremonia a inicios del siglo XX, sin embargo, no me ha sido posible encontrar un ritual de esta época o detalles sobre la misma. He podido leer el esquema de la toma de hábito de 1964, probablemente con algunos cambios, pero el centro sigue siendo el mismo, el revestirse del hábito de Hermano de las Escuelas Cristianas.       

Toma de hábito. Cortesía del Hno. Alejandro González Cerna. 

La toma de hábito se iniciaba con el retiro que le antecedía. Una semana de encuentro con Dios, cara a cara. La víspera de la ceremonia se hace aún una sencilla oración en la capilla del Noviciado llamada “vela de armas” presidida por el Maestro de Novicios.  Al día siguiente, se realizaba la ceremonia con carácter privado, presidida esta por el Hno. Visitador a nombre del Hermano Superior General. En este caso, fue el Hno. Exupérien[1] (1829 – 1905), Asistente y Visitador de los Distritos de París y Le Puy, quien presidió la ceremonia.

El H. Exupérien tiene fama de santo, para unos Hermanos es excesivamente riguroso, exigente y poco sensible, para otros fue un maestro de energía espiritual o un renovador espiritual. En todo caso, era un Hermano según el espíritu del Instituto.

Venerable Hno. Exuperien Mass. 

Después del canto del Veni Creator, se realizaba un interrogatorio común a los quince postulantes que iniciaban el noviciado. Una vez expresados sus deseos de perseverar en su vocación ante los Hermanos que asistían  a esta ceremonia, se les iba llamando uno a uno en compañía de su padrino de hábito. En su caso, fue su padrino, el Hermano Director de la escuela lasallista de Coubon.

En alguna habitación cercana, se revestía el joven novicio, sotana negra con cuello o rabbat blanco, una carterita para llevar un tomo que incluía el Nuevo Testamento y la Imitación de  Cristo, un rosario de seis decenas para llevar en algún bolsillo y un abrigo de mangas grandes, completaba el hábito un solideo negro y para salir, el típico tricornio. Aquí está la corteza del Hermano Lasallista, ahora falta que el tronco sea la de un hombre interior como pedía San Juan Bautista de La Salle, y esto será poco a poco, sin prisas.


Mientras su padrino le ayuda a revestirse, le repita una frase del Fundador: “Desde que se usa este hábito, cuando se solicita ingresar en ella, no se tiene otra idea que la de incorporarse a una comunidad para permanecer en ella el resto de la vida”. El joven escucha y en su corazón, se va formando un grito, un por siempre, para siempre, Señor.

Al ingresar a la sala nuevamente, el Hermano Exupérien, le daría un nombre nuevo: Hno. Nymphas Victorin, nombre que con los años sería cambiado por el conocido Victorino o Vitico por los más pequeños.  Su distrito Le Puy daba como nombre religioso nombres que empezaran con la letra N…. por eso le llamarían así.

La bendición del Santísimo y el canto del salmo 132 daban por terminada la sencilla ceremonia. En mi época cantábamos emocionados en francés, el himno de San Juan Bautista de La Salle, probablemente los Hermanos todos juntos

Manuel Bonet
    

[1] En 1922 fue introducida su causa de canonización en la diócesis de París.  
En 1990, fue declarado Venerable por S. S. Juan Pablo II.

Las reliquias de santa Teresa de Jesús

No es este blog, sino para hablar de aquellos hombres y mujeres que pisaron nuestras tierras anunciando el Evangelio, la presencia de Teresa de Jesús se debe a sus numerosas hijas e hijos que a lo largo de los siglos han mostrado su espíritu y esparcido el buen olor de sus virtudes.

El bastón de Santa Teresa de Jesús, recorre nuevamente el mundo en pos de sus huellas. Huellas espirituales no tanto físicas, ahora recorre los Carmelos  brasileños, pronto seguirá otros caminos.

¿Dónde están las reliquias teresianas?

Las reliquias se pueden clasificar en tres tipos: las de primer orden y responden a fragmentos óseos de  los santos mártires, las de segundo orden, son aquellos objetos usados por ellos o sus escritos, mientras los de tercer orden, son estampas u objetos tocados a ellos.

Me gustaría referirme a las reliquias de primer grado, el cuerpo de santa Teresa de Jesús.

A finales de junio de 1583 el cuerpo de santa Teresa es exhumado por Gracián, quien le encontró entero y sin signos de corrupción aún cuando se le había añadido cal para acelerar la descomposición. Después de varios litigios ente Alba de Tormes y Avila, su cuerpo permanece en Alba de Torres hasta nuestros días.

El P. Gracián en julio de 1583, corta la mano izquierda de la santa. “Esta mano traías yo en una arquilla con papeles, y destilaba de ella aceite que me los manchó. Déjela en Ávila en un cofrecito cerrado, y dentro la llave del arca de que daba el olor”. Gracián la lleva al Carmelo teresiano de Lisboa en 1585 hasta su supresión en 1890. Al año siguiente (1891) es confiado a las carmelitas de Olivais hasta 1910. Al ser expulsadas las carmelitas descalzas la mano de la Santa regresa a España. En 1924, al fundar las carmelitas portuguesas en Ronda (Málaga) recuperan su preciosa reliquia. Durante la guerra civil española, es relicario es incautado y al tomarse la ciudad, llega a manos de Franco que la instalaría de manera definitiva en su Oratorio de El Pardo hasta 1975. Finalmente en 1976, es regresada al Carmelo de Ronda.

Brazo de Sta. Teresa de Jesús en Alba de Torres.
Anular en el Carmelo de Bruselas

Al cortar la mano, en 1583, Gracián amputó el dedo anular de esta mano, llevándolo junto a él hasta el fin de sus días en 1614. Su deseo era enviarlo al Carmelo de Sevilla, pero gracias a la influencia de las archiduques Alberto e Isabel, aquella reliquia se mantiene en el Carmelo de Bruselas hasta nuestros días.

Brazo izquierdo en Alba de Tormes. 
Dos años después de habérsele cortado la mano izquierda, el P. Gregorio Nacianceno para llevar a Ávila el cuerpo de la Santa, opta por dejar el brazo de la Madre Teresa a las Carmelitas de aquella casa.  Donde aún se encuentra el brazo y el cuerpo de la Doctora de la Iglesia.


Corazón de santa Teresa en Alba de Tormes.
Señalada la ampolla de plata donde se encuentra. 

En 1591, para comprobar el estado de descomposición de sus restos, se abrió el santo cuerpo por un costado y se extrajo el corazón que se colocó en un viril de plata. Finalmente en 1617 se colocó en una ampolla de cristal, montada en un artístico relicario de plata que regaló el Duque de Tarsis al Carmelo de Alba de Tormes.


Pie de Santa Teresa en Italia. 


Finalmente, en 1616 se cortó el pie derecho a petición del Padre General de los Carmelitas, José de Jesús María para enviarlo a la Iglesia de Santa María della Scala en Italia, donde aún se guarda.  La reliquia llegó a Roma, en mayo de 1616 y el papa Paulo V, fue a venerarla personalmente.





Su cuerpo, mutilado descansa en el Carmelo de Alba de Tormes desde entonces.

Ataúd donde se trasladarían sus restos de Alba de Tormes a Ávila.

En san José de Ávila se guardan laúdes y otros instrumentos usados por la Santa, encaje de bolillos, jarritas, escudillas, una cartera de viaje, muy útil y completa, entre otras muchas cosas pertenecientes a ella.    

Manuel Bonet

domingo, 2 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: retos de una vocación

Estaba a punto de subir una entrada sobre la toma de hábito del Hermano Victorino sin embargo, me he tenido que detener para hablar antes de los retos de su vocación.

Pocos datos tenemos de la familia del Hermano Victorino, así que desconocemos los pormenores sobre cómo vivieron su deseo de ser Hermano. En una Francia con un alto respeto hacia lo clerical, no era apreciado el deseo de ser Hermano. Les invito a leer la obra  La frágil esperanza de un testigo. El itinerario del H. Michel Sauvage (1923 – 2001), publicado en la colección de Estudios Lasalianos, en especial desde la página 47 a la 55, donde comenta su proceso vocacional inicial.

No sabemos cómo se vivió el proceso vocacional del pequeño Augustin en su hogar. Si hubo comentarios indebidos o malintencionados, al fin y al cabo, era el primer vástago. Aquella decisión no incluía el ser sacerdote que era más valorado y apreciado. El decidir ser Hermano incluía un cierto repudio incluso social: ¿por qué ser Hermano si nunca dirás Misa? ¿Por qué consagrarte al Señor, si permanecerás siempre entre chicos dando clase? Remito a la biografía del H. Michel Sauvage, del que tomo el siguiente fragmento que expresa con creces,  mi comentario anterior: “igualmente evidente para mí durante mi partida, era la fuerte conciencia de que entrar con los Hermanos era tomar un camino que no conducía al sacerdocio. Muchos, en mi entorno, lo expresaban preguntando: ¿por qué renuncias a ser sacerdote? La mayoría no lo entendían. Y algunos no dudaban en expresarme su desaprobación o su tristeza. Mis padres estaban completamente de acuerdo, sobre todo mi padre. Pero mi hermano mayor y más aún mi hermana religiosa, sin hacérmelo notar nunca directamente, aceptaban mal mi elección. La sufrían como una carencia. Necesitaron mucho tiempo para comprender y aceptar.”(Cfr. p. 49)



Cuando los Hermanos llegaron a Cuba, su vocación para algunos “incompleta” no era bien vista o comprendida. Recuerdo en mi caso, las burlas y comentarios irónicos de un sacerdote sobre mi vocación como Hermano y era 2002. En las crónicas de la fundación del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús de Guantánamo,  se narra que “los inicios fueron duros debido a la poca hospitalidad ofrecida por los pobladores que no veían bien a estos “curas extranjeros” vestidos con sombrero de tres picos y estrafalariamente”.

En cualquier caso, el joven Augustin se encontró en medio de muchos chicos de su edad que deseaban ser Hermanos para toda su vida, pues en aquellos años “la vocación sacerdotal o religiosa era considerada como un honor para la familia, un estado superior. Con un matiz notable: hacerse Hermano no era bien comprendido. Un muchacho capaz de estudiar que entraba en las órdenes normalmente debía orientarse hacia el sacerdocio. Finalmente, y sobre todo, optar por la Vida religiosa, era renunciar al mundo. Cuando partíamos para el Noviciado menor de los Hermanos, la perspectiva evidente era que no volveríamos más a nuestra casa. En efecto, los novicios menores no regresaban a sus casas durante las vacaciones. Ésa era una gran diferencia con los Seminarios menores. Estos seguían el régimen de los internados de la época: vacaciones en familia más o menos cada seis semanas. Durante las vacaciones mi hermano, seminarista mayor, vivía en nuestra casa” (Cfr. 45 – 46)



A esto sumemos, la experiencia de desarraigo del entorno familiar, los cambios físicos y psicológicos de la adolescencia, el ambiente tan anticlerical que empezaba a respirarse en Francia en estos años. Tuvo valor el joven Augustin al decidir ser Hermano Lasallista, tuvo  mucho valor.   

Valor para decidir ante las presiones de su sociedad.
Valor para dejar la familia atrás.   
Valor para decir Si al Señor.
Valor para entender que su vocación era para siempre.
Valor para ser educador de generaciones.

y todo para seguir a Jesús al estilo de La Salle.  

Manuel Bonet