Mostrando entradas con la etiqueta Victorino. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Victorino. Mostrar todas las entradas

jueves, 26 de marzo de 2015

Un darse que es gastarse

Escribiendo estas notas sobre la vida del querido Hno. Victorino, pienso en lo necesario e imprescindible que es un milagro que a través de su intercesión se pueda robar al cielo para verle en los altares. Sin embargo, hay cientos de pequeños milagros que a través de sus manos se fueron concretizando a través de su vida en Francia, Cuba y Puerto Rico y de los cuales Roma prescindir para llevarlo a los altares.

¿Qué es la vida de un Hermano de La Salle? ¿A qué se puede comparar?

¿Has visto una tiza o un gis de esos que descansan en el pizarrón, esperando ser usado? ¿Un pedazo de lápiz maltrecho en el fondo de una carpeta o mochila escolar? 

Eso es lo más parecido a un Hermano lasallista. Es un instrumento en manos de Dios que escribe en los corazones de sus alumnos no importa que sean de primero de primaria o de un postgrado universitario. Según La Salle ha de ser ángel custodio, hermano mayor, embajador y ministro de Jesucristo. Un Hermano vive en una total entrega a sus alumnos, en un darse que es gastarse. 

Quienes conocieron al Hermano Victorino saben de su constante acompañamiento a sus alumnos y exhalamos. En aquel colegio De La Salle que abrió sus puertas en 1905, coincidieron abuelos, padres y nietos, generaciones de cubanos que conocían al Hermano Vitico como le llamaban los más pequeños. Entre 1905 y 1928 su persona se gasta en la formación de las generaciones cubanas, enseñando en su clase de Comercio e Inglés, Urbanidad que es siempre tan necesaria. 

Entonces que milagros podemos señalar en estos años, ordinarios, escondidos, de seguir la Regla día tras día: 

- enseñar a los niños a amar a su patria, a su historia, a sus héroes;
- aprender a hablar español, aunque siempre quede un rastro de francés;
- a rezar a María de la Caridad del Cobre ante quien hizo sus votos perpetuos;
- descubrir a Dios en medio de esta vegetación tan diversa y tan distinta;
- enseñar a decir ¡gracias! y ¡pase Ud!, a cientos de niños;
- dar catecismo a los niños del Caddy y mostrarles cuánto Dios los ama;

y esto, casi 25 años.

¿Qué es la vida de un Hermano?

- Un darse que es gastarse.

Manuel Bonet


miércoles, 21 de enero de 2015

Hermano Victorino en el colegio de Güines

En nuestra última entrada sobre el Hermano Victorino le habíamos dejado como profesor en el Colegio Lasallista del Vedado. 

Hay que levantarse temprano, al toque de la primera campana y disponerse a realizar los diferentes ejercicios de comunidad. La oración de la mañana, con los puntos para la meditación basada en el evangelio o en las Meditaciones del Fundador dan la pauta para empezar el día.  Día tras día, la reflexión, el catecismo, las clases que se han de preparar con esmero y dedicación, la preparación del Hermano en las materias que ha de impartir. gobernar aquellos giros lingüísticos propios del castellano, aprender a conjugar verbos tan enrevesados como el ser y el estar. Aprender el fue, está, estoy....  Descifrar los gestos y expresiones de cada niño que parece que el español ha sido inventado solo por ellos. Lástima que no conoció el título Los tres tristes tigres de Guillermo Cabrera Infante, seguro que se hubiera leído con tantas palabras y gracejos que se dan en Cuba. 


Probablemente el desgaste de los primeros años en Cuba, aquellas jornadas primeras que generan una actitud de observación constante, una mirada atenta a señales y gestos que se originan en el pequeño auditorio, hicieron que para el curso escolar de 1906 - 1907 el Hermano Victorino se encontrara tan enfermo que los Hermanos propusieran trasladarle al Colegio San Julián de Güines. 

El Colegio San Julián había sido fundado tras los muchos ruegos de Mons. Gonzalez Estrada para dar educación cristiana a los niños de este poblado. El 8 de octubre de 1907 salía del colegio del Vedado la nueva comunidad, siendo su Director el Hno. Juan, le acompañaban en esta obra los HH. Clemente José, Gustavo y Sergio. El 15 de este mes, fiesta de Santa Teresa abría las puertas el colegio.

El clima de Güines al parecer le asentó y pronto mejoró. Continuó dando clases en aquel colegio chiquito hasta que en septiembre de 1911 regresó al Colegio De La Salle del Vedado para impartir la clase del 2o año del Curso Comercial que se había iniciado ese año. Pero antes, en el verano, le habían enviado a New York para perfeccionar su inglés.  

Manuel Bonet

sábado, 20 de diciembre de 2014

Hermano Victorino: Algunas confesiones

El Hermano Victorino era muy parco o sobrio para hablar de él, de su vida, algunas confesiones suyas ya anciano permiten trazar un boceto de su vida y obra. Probablemente la raíz de este silencio sobre sí, se la debamos a la Regla Lasallista que mencionaba la ausencia de comentarios sobre los religiosos  (Cfr. RC. 6,7)  La mayoría le recuerda como el líder de la juventud cubana en la primera mitad del siglo XX, pero muy pocos le evocan como el maestro lasallista que se entregó a nuestra juventud por más de cincuenta años sin interrupción. 


 “Llegamos a La Habana el 10 de septiembre de 1905…Tres días antes había cumplido 20 años. Y heme aquí con todas las ilusiones de los 20 años, un panorama y un campo nuevo, desconocido”, así se expresaba el Hermano Victorino muchos años después, sobre el inicio de la obra lasallista en Cuba (Cfr. Morales, p. 30).

El realismo del Hermano Victorino es sorprendente, los religiosos de aquellos años sabían que no había un retorno a su tierra natal. Cuba sería su nuevo hogar. Un hogar que se abría a la experiencia de la libertad y que lentamente empezaba a construir su futuro. Aún cuando estaban preparados para asumir la nueva realidad, muy probablemente les embargaría la nostalgia por el terruño, sin embargo  como él mismo llegó a contar:  “A la pobreza y a las incomodidades del comienzo, todos pusimos cara risueña”. “Con solo unos rudimentos de español, nuestros comienzos fueron duros, y poco a poco el Colegio fue adquiriendo fama” (Cfr. Morales, p. 32)

Colegio La Salle del Vedado. 


 Tenían pocas herramientas para empezar y llevar a buen fin la obra comenzada, pero, lo lograron. En poco tiempo las obras escolares se multiplicaron en esta primera década, extendiéndose hacia el resto del país: el Orfanatorio – Escuela San Vicente de Paúl  en Guantánamo (1906), el Colegio “La Natividad” en Sancti Spíritus y el Colegio San Julián en Güines  (1907) y finalmente, el Colegio “Nuestra Señora de la Caridad” (1908).

El desgaste ocasionado en los primeros meses, unido al cambio de clima, de costumbres y de alimentación generó en el Hno. Victorino “un delicado estado de salud”, según Morales (Cfr. p. 32), por lo cual  fue trasladado al recién abierto Colegio San Julián en Güines. 
Manuel Bonet

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: primeras escuelas lasallistas en Cuba

El 14 de septiembre de 1905, abrían sus puertas los dos colegios lasallistas: 

Escuela del Niño de Belén. Dos salones junto al Colegio de Belén dirigido por los Padres Jesuitas. La escuela gratuita será independiente de la obra jesuita aunque será costeada por ellos. La comunidad estaba formada por los Hermanos: Hadelin Marie, Director; M. Adrias; Sulpicio, Enrique José y Alfonso. Asistían a misa en la Iglesia de Belén. Los Hermanos vivirían en una casa alquilada en la calle Luz, próxima a la escuela.

Colegio de Idiomas y Comercio “San Juan Bautista de La Salle”. Abrirá con 4 clases y el H. Adolfo Alfredo será su primer Director. Cada clase tendrá su Hermano titular: Victorino, René Gustavo, Hioram Jean, Arsenio, Sergio y René Edmundo, mientras el resto serían profesores de especialidades: H. León, Ciencias Naturales; H. Rogatian, inglés; y el H. José Casiano enseñaba el catecismo de clase en clase, haciendo cuentos a los chiquitos. Asistían a misa en la Iglesia Parroquial de los PP. Dominicos.

Uno de aquellos primeros alumnos De La Salle del Vedado escribirá después:

Nunca antes en ningún colegio, habían visto los ya expertos aquellos cristales, por ejemplo, que interrumpían la continuidad de los muros, detrás del elevado buró del maestro, y que nos dejaban ver, al otro lado, la espalda del profesor de la clase contigua. Nunca antes habíamos visto por aquellas latitudes Curas como aquellos vestidos con negras sotanas, tan rectas, ni que usaran cuellos tan blancos, a modo de baberos. Nunca antes se había hecho vestir a los alumnos con aquellas batas o delantales azules que a nosotros nos pusieron. Nunca antes colegial alguno en Cuba había escuchado el apremiante “!Tic, tic!” de aquellos curiosos palitos (la señal) que usaban los Hermanos…

Luego había el acento francés que a muchos de nosotros no hacía gracia con que hablaban el castellano la mayoría de aquellos Hermanos. Entre los diez que comenzaron a laborar en el Vedado, uno tan solo hablaba nuestro idioma a perfección: era un individuo gordo y colorado, de ojos pequeños y dulces, y bondadosa sonrisa. Después supimos que se llamaba el Hermano Casiano, nombre poco vulgar, que al principio nos causó risa con tanta frecuencia…

Además de ese Hermano gordo, había uno flaco y alto que no hablaba apenas el castellano. Aunque estaba con los mayores, pronto supimos todos que era canadiense y que se llamaba Rogatian, siendo su especialidad el Inglés, las Matemáticas, la Contabilidad y los Deportes pues jugaba muy bien el Base – Ball. Estaba, por supuesto el H. Adolfo Alfredo: ese también hablaba muy bien el español, y parecía un diplomático, tanto por su aire atildado y distinguido como por su exquisito trato. Este pasó en seguida al puesto de Visitador, y lo vimos después muy de tarde en tarde. El resto de los Hermanos nos parecieron un montón de jovencitos; especialmente dos de ellos que reunían a los pocos años una baja estatura. Eran el H. Cesáreo y el H. Sergio, y la vida nos ha demostrado después que eran grandes.


Los demás Hermanos que fuimos conociendo no eran ni flacos ni gordos, ni bajos ni altos. Estaba el H. León; que más tarde se distinguiría como Sabio Botánico, cuya fama recorre el mundo; el H. Victorino, piadoso y genial fundador, años después, de la Juventud Católica; el H. Edmundo, autor de muchos de los planos del actual edificio del Colegio de la calle 13; el H. Juan, recto y enérgico; el H. Arsenio, cuya profunda voz amedrentaba a los pequeños hasta que no lo conocían bien, como pasaba también con el H. Gustavo, tal vez el menos joven del grupo, quien enseñaba dibujo a perfección, y exclamaba como un trueno: “¡Turrúndela!” y “¡Sapristi!”, entre bravo y risueño, cuando sus alumnos lo provocaban con sus torpezas artísticas o con sus rebeldías criollas”. (Boletín de la Fraternidad de Antiguos Alumnos De La Salle, julio – diciembre de 1951, Año VIII, No. 23 y 24.)

martes, 18 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: noticias de Cuba.

En medio de tanta incertidumbre como provocaba la secularización y el exilio, se convoca en el Instituto, un nuevo capítulo general en mayo.  El H. Reticius es nombrado Asistente para París, Canadá y México, por lo cual las obras lasallistas cubanas todavía bajo el gobierno canadiense,  quedan bajo su gobierno. 

Hasta el Canadá, llega el Hno. Adolfo Alfredo. Todos le preguntan sobre Cuba, todos quieren saber más y más detalles de primera mano de la maravillosa isla donde van a trabajar, “la más hermosa tierra que ojos humanos vieron” y él, complaciente les explica, les habla del clima, de las costumbres del país, del fervor patriótico que ha podido observar, del carácter alegre del cubano, de su hablar tal vez demasiado alto, de su agilidad mental, y el rápido poder de captación que se observa en el cubano. Les habla de la gran preocupación del Sr. Presidente de la República, por la enseñanza, y el impulso que estaba dando a las escuelas públicas, y cómo era querido y respetado por todos aunque le temía a la idea de ir a la reelección. Les habla de la hospitalidad recibida, de como el Sr. Obispo ha sido un padre para él, y lo va a ser de todos los Hermanos, pues siente especial simpatía por el Instituto. Les explica detalladamente de todas sus gestiones, de los dos colegios que se abrirán, que gastó todo el dinero que pudo obtener en acondicionar la casa del Vedado, y no le ha quedado nada para acondicionarlos a ellos debidamente. Dormirán en las que fueron caballerizas, sobre paja, y esta perspectiva, lejos de amilanar a aquellos jóvenes entusiastas y abnegados, les pareció un atractivo más... (Cfr. Manuel R. de Bustamante. Los Hermanos “Cubanos”, 3p En: delasallealumni.org/llegadaacuba/LLegadaACuba-LOSHERMANOSCUBANOS.)

A mediados de julio los HH. Adolfo Alfredo y Rogatian, partieron para La Habana, vía New York, para ultimar detalles antes de la llegada del resto de los Hermanos. Se hospedaron en el Arzobispado a petición del prelado. El H. Rogatian comenzó a impartir clases de inglés de forma inmediata el mes de julio en el reabierto Seminario diocesano San Carlos y San Ambrosio.
Manuel Bonet

jueves, 13 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: Los Hermanos "Cubanos"

En el 2005 varios países celebraron el Centenario de la presencia de los Hermanos Lasallistas: México, Cuba, Puerto Rico...

En aquel   entonces pude gracias a Dios revisar fotos, anuarios de los colegios lasallistas cubanos y mucha papelería relacionada con la labor de los Hermanos durante este primer centenario (1905 - 2005). Pude publicar entonces un artículo en la revista Palabra Nueva de la arquidiócesis de La Habana: Centenario de La Salle en Cuba que se puede buscar en la red y una Cronología mínima de la obra lasallista en las Antillas, todavía inédito y que hace unos meses pude recuperar gracias a manos amigas que lo guardaron a través de los años. En ese primer artículo hay una foto de los Hermanos, raíces les llamó algún alumno, que fundaron la obra lasallista en nuestra patria. 

Si hubiera sabido que hoy necesitaría muchas de esas fotos o esos archivos, creo que los hubiera guardado con mayor sigilo, pero el hubiera no existe y no he podido encontrar una foto de aquellos primeros Hermanos lasallistas que llegaron a Cuba, cuando apenas estrenábamos República.

Creo que no no es necesario decir que aquellos primeros Hermanos, la mayoría franceses, supieron hacerse tan cubanos como nuestras palmas, lo pongo entre comillas, porque así lo escribió el Hermano Victorino en sus Memorias. No disminuyo así ni su entrega ni el prestigio del que gozaron  y gozan entre nuestro  pueblo.   

La Habana, estrenando República.

 El H. Vivienten Aimé, Asistente, presentó al Hno. Gabriel Maria la petición de fundar en La Habana, donde los P. Dominicos ofrecían la posibilidad de abrir una escuela gratuita en su parroquia.  Para tramitar la fundación se nombró al H. Adolfo Alfredo.  Era el año del Señor de 1905. Para entonces los Superiores habían pedido al Hno. Réticius, Asistente del Superior General para los Distritos de Reims, Bezancon y Canadá del Canadá,  que dirigiese una circular a los Hermanos que se encontraban en América del Norte solicitando Hermanos para enviar a Cuba, “donde se ha empezado a gestionar una fundación” pues confiaban plenamente en la Providencia y en las hábiles del Hermano destinado para tratar esta fundación.

El Hno. Adolfo Alfredo, llegó a La Habana el 1º de febrero, hospedándose inicialmente en el Hotel Florida, entre las calles Obispo y Cuba (actual Floridita) e inmediatamente comenzó a buscar cómo construir sobre roca firme la obra lasallista en Cuba. Las dificultades aumentaban cada día y se hacía cada vez más cercano el regreso a Francia, con las manos vacías. Providencialmente días antes de partir, se encontró con el obispo de La Habana, Mons. Estrada González que le invitó a alojarse en el Palacio Episcopal en los siguientes términos:

     - “No, mi buen Hermano, usted no puede marcharse sin dejar establecidas las fundaciones que le han encargado sus superiores. Usted vendrá a vivir aquí, que es su casa, y mi mesa será la suya, será mi huésped, mi invitado sin coste alguno. Es mi deseo que usted no se marche sin dejar instalada en mi Diócesis su congregación.”

Con la ayuda del Sr. Obispo, pronto se tejió una red de relaciones con un grupo de colaboradores entre los cuales se encontraba el P. Vicente Leza, S.J, Rector del Colegio de Belén, que ofreció algunas habitaciones del vetusto edificio que habitaban en La Habana Vieja; al Sr. Francisco Penichet, Presidente de las Conferencias de San Vicente de Paúl; y a un grupo de Antiguos Alumnos del Colegio Condal y del Colegio Bonanova de Barcelona, donde el Hno. Adolfo Alfredo había sido Director.   El deseo del Hno. Adolfo Alfredo era poder abrir una escuela gratuita solamente, pero regresaba con dos escuelas disponibles en La Habana: una, gratuita, al amparo de los Jesuitas; la otra, bajo la tutela de los P. Dominicos del Vedado.

Una vista de La Habana. 

El 31 de marzo se firmaba el contrato de alquiler de una casa en Línea, # 60 esquina a D, perteneciente al Sr. Guillermo García Tuñón. Monseñor González y Estrada pagaría el alquiler de esta casa durante los cuatro años del alquiler: 170 pesos oro español, además de regalar otros dos mil pesos oro español para los gastos de adaptación y mobiliario.

Mientras tanto se escogieron once Hermanos de los que se ofrecieron cómo voluntarios. Siete de ellos provenían de aquel primer grupo llegado el 1º de marzo a Canadá: HH.  René Gustavo, Reginald Césareo, Quadrat León, Sulpicio, René Edmundo, Hioram Juan y Nymphas Victorin.  Los otros cuatro eran: Melian Sergio, Martín Adrias, Marutas Arsenio todos francocanadienses y Rogaciano anglocanadiense. Algunos más habrían de llegar directamente de Francia.

El 10 de junio salían desde el puerto del Havre en el buque “La Bretagne” rumbo a New York: los HH. Hadelin Marie, Henri Joseph, Gemel, Joseph Cassien, franceses y el canadiense Hermano Rogatian. El Hno. Josph Cassien, aunque francés de nacimiento, conocía a la perfección el español, tras 28 años de trabajo apostólico en España, donde había sido iniciador de la obra lasallista en Madrid. Tenía trato con algunos exalumnos radicados en Cuba, por lo cual su presencia era verdaderamente inestimable. Tras ser despedidos por el Superior General. A su llegada le recibieron los HH. Imier de Jesús, futuro Superior General, Adolfo Alfredo y otros Hermanos. 

El 19 de junio del mismo año el Hno. Imier de Jesús está otra vez en los muelles junto al Hudson y le acompañan el Hno. Adolfo Alfredo y el Hno. Gemel, Visitador del Canadá. Están esperando el barco que trae a los cuatro Hermanos que habían embarcado en el Havre, nueve días antes.

En la noche del 19 de junio, tras desembarcar en New York, partieron para Montreal, Canadá, donde formaron el grupo de los Hermanos que vendrían a Cuba. En las riberas del río San Lorenzo, en Longueil se constituyó una especial academia de la lengua española, bajo la dirección de los HH. Hadelin Marie y José Casiano.

Según Manuel R. de Bustamante, “La misma noche, acompañados del Visitador del Canadá, los viajeros se dirigen al colegio de Longueil, “Deliciosa ciudad - escribirá años después uno de ellos -a orillas del majestuoso San Lorenzo que la separa de Montreal”, para integrarse en la comunidad que se ha formado dentro de la comunidad del plantel, la cual es una como academia literaria, en la que están recibiendo un intensivo curso de español y familiarizándose con la Geografía y la Historia de Cuba, nación que va a ser su campo de acción, y admirando las hazañas de sus grandes en la guerra emancipadora, y enamorados de lo que le dicen del clima y vegetación ya aman a su nueva tierra de adopción. No van a adaptarse al pueblo cubano, porque ya se han adaptado, ya se sienten cubanos, por eso allí en Longueil les llaman “los Hermanos Cubanos”

   

sábado, 8 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: exilio en Canadá.

El exilio es una realidad terrible difícil de expresar en su realidad semántica, sólo quien le ha vivido sabe el significado profundo de su realidad. Siempre es terrible tomar esta decisión, pero hay cientos de causas para tomar esta opción. El destierro del Hno. Nymphas Victorin en 1904 fue motivado por la preservación de su vocación como hemos visto.

Quien toma el camino del exilio, no tiene mucho tiempo para despedidas. Si cabe una es para decir adió al padre y a la madre.   En 1963, el Hno. Victorino recordaba a grandes rasgos aquellos momentos, no menciona al padre, pero si la despedida de su madre.  “Mi hermano y yo éramos menores; él de 16 y yo de 19. Aunque consciente del sacrificio que hacía, nuestra madre nos animó a seguir la vocación despidiéndonos con lágrimas, pero fuerte el corazón… Pudimos volverla a ver solo una vez 26 años más tarde, muriendo ella al poco tiempo” (Morales, p. 257).

No será el único Hermano Lasallista que solicite abandonar Francia. El exilio de tantos Hermanos  suponía un gran reto para los Superiores. Fuera de Francia el Instituto contaba con una discreta presencia en algunas naciones, y ahora, se necesitaban muchas fundaciones.   Desde mediados del siglo XIX, las peticiones de fundaciones en distintos países se amontonaban en alguna gaveta de los archivos de la Casa General en París. Había que gestionar rápidamente las posibles fundaciones, enviar Hermanos que lograsen abrir escuelas gratuitas en aquellas latitudes y esto, lo más pronto posible.

En Canadá, el Hno.  Asistente Réticius y el Visitador Bernard Louis habían organizado el exilio del Distrito de Besancon, por lo cual 221 Hermanos atravesaran el océano en busca de nuevas comunidades lasallistas. “El primer contingente, que embarcó en el Havre el 20 de febrero de 1904, estaba formado por novicios o Hermanos jóvenes, guiados por sus formadores, los Hermanos Régis-François, Ribert-de-Jésus, Rembert y Renobert-Jules” (Rigault, T. X, p. 49). Tras nueve días de travesía, para los 70 Lasalianos que formaban este primer grupo, el barco “Champagne” hizo escala en New York.  Desembarcaron y en la noche, tomaron el tren para Montreal, adonde llegaron el 1º de marzo de una violenta tormenta de nieve.

Barco La Champagne. 

El Hno. Nymphas Victorin será enviado al Escolasticado de Montreal inicialmente, él recordara sus primeros intentos lasallistas en Canadá: “Pasé los mese finales del Curso en el Escolasticado de Montreal, repasando las matemáticas a algunos estudiantes. En agosto me destinaron a la Academia Comercial de Quebec para hacerme cargo de un Primer Año de Comercio, que llamaban “clase especial”.

Efectivamente, la clase era especial. Se componía de 17 alumnos, algunos mentalmente atrasados, y varios “cabezas fuertes”, todos de 15 a 19 años… Yo era apenas mayor que ellos pues solo tenía 19 años. Tuve dificultades para dominarlos, pero a fuerza de paciencia llegué al final del curso 1905 sin graves incidentes. Allí probé por primera vez las bajas temperaturas invernales de aquellas regiones” (Morales, p. 27 – 28)


Se necesita siempre valor para asumir el exilio.   
Manuel Bonet

jueves, 6 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: en medio de una encrucijada

El Pensionado de Nuestra Señora de France, en Le Puy, se abre bajo la sombra de la imagen de María Santísima, gracias a la intervención del Hno. Paulino (Philippe Combes 1810 – 1871).Verán, siendo Director de La Chaussade en 1850 propone al Hno.  Felipe, Superior General, contribuir a la construcción de la estatua de Nuestra Señora de Francia, pidiendo un centavo a cada uno de los 300 000 alumnos de los Hermanos en aquel país, pagando así el pedestal de la estatua que tiene sabor lasallista. El Hno. Felipe lo pensó, lo consultó y al final, accedió. Aquella imagen de María Santísima se levanta sobre piedras lasallistas. Nombrado Visitador entre los años 1851 y 1860, su primer obra lasallista se levantaría a su sombra.

Cuando el Hno. Nymphas Victorin llega al Pensionado de Nuestra Señora de Francia, es director el Hno. Altigien – Louis (Théodore Vallés 1846 – 1912), como lo han sido los últimos Visitadores de Haute Loire. Sin embargo, delega sus funciones de Director en el H. Nicet Ernest, desde 1897, vivirá la secularización y mantendrá a toda costa la obra lasallista.  La comunidad lasallista cuenta con 30 Hermanos que dan lo mejor de sí. Le destinan a la clase de los pequeños. Para él, ha llegado la hora de poner en práctica lo aprendido durante estos años de formación.

En julio de este año, obtiene el título de Maestro Normalista, él mismo lo recordará casi sesenta años después: “A los 19 años obtuve el título de Maestro Normalista, y empecé mis primeros ensayos en la enseñanza con un grupo de pequeños” (Cfr. P. 25)    

En septiembre su comunidad recibe a numerosos Hermanos que vienen a realizar el retiro anual. Asiste el H. Visitador, H. Exupérien, que en medio de las dificultades escolares que presenta el Ministro Combes contra las congregaciones educativas, invita a los Hermanos a “secularizarse” para mantener las obras lasallistas de los Distritos de París  y el Haute Loire. 

Nuestra Señora de Francia, en Le Puy. 

Gracias a Rigault podemos documentar esta decisión tan difícil de entender: "En una noticia conservada en los archivos del distrito del Puy que relata la carrera del Hermano Visitador Altigien-Louis, está escrito: “Más de un Hermano sintió cierta sorpresa ante la actitud del santo Hermano Exupérien y su piadoso colaborador, el Hno. Altigien: ambos, ejemplares vivos de la Regla y en quienes el espíritu del Instituto se encontraba como encarnado, fueron partidarios de la secularización, sobre todo para los individuos de Haute-Loire y de la Lozère… Consideraban que la formación impartida por la congregación a sus miembros, había debido colocarlos a la altura de la prueba”.


El Hermano Asistente acudió al Puy durante el verano de 1904: “Nos predicó la confianza, dice el Hermano Aimable-Joseph, nos instó a conservar la fidelidad a nuestra vocación, aunque tuviéramos que secularizarnos para salvar las escuelas”. (Cfr. Rigault, Georges. Les temps de la "secularisation" 1904 - 1914, Maison généralice FSC ("Etudes Lasalliennes", 1), Rome, 1901)



En cualquier caso, el "secularizarse" tenía una connotación terrible: oficialmente rompieron todos los lazos con sus congregaciones; éstas les remitieron una carta de secularización y borraron sus nombres de los registros, en previsión de controles policiacos o inspecciones judiciales. fueron censados como peronas que habían renunciado a sus compromisos canónicos, es decir, a sus votos, a la vida común y al hábito religioso. En la realidad, sin embargo, conservaron la relación con sus congregaciones, practicando una verdadera "cultura de la clandestinidad" (por no decir de la resistencia), llevando una especie de doble vida: "monsieur" o "mademoiselle" en la ciudad, "hermano", "hermana" o "sor" en su fueron interno y en el trato que pudieron mantener con sus institutos. (Cfr. Cabanel, Patrick.  Panorámica general del exilio congregacionista, AHlg 14 (2005) 97 - 108). Algunos Hermanos reconocerían que gracias al H. Exupérien se salvó la obra lasallista en Francia, aunque en su momento no se entendía la situación de los Hermanos "secularizados"  

No me imagino cómo cayó la propuesta para los Hermanos. En el caso del H. Nymphas Victorin, ya sabemos su respuesta. Le busca y solicita salir del país a cualquier destino misionero. Le escucha y no le dan una respuesta inmediata. Habrá que esperar.


Al terminar el retiro anual, el 8 de septiembre de 1903 emite sus primeros votos como religioso Lasallista, que para él, tienen sabor de eternidad.

El 7 de julio  se votaba y promulgaba la Ley de supresión de las congregaciones religiosas del Ministro Combes. Tras la votación de la ley, los Hermanos de La Salle como otras congregaciones e institutos de apostolado educativo, veían imposible la realización de su labor educativa en su tierra natal. Los Superiores Mayores presentaron a los 10 651 Hermanos la posibilidad de:

  • Partir al exterior, hacia el destierro.
  • Permanecer en Francia, aparentemente “secularizados”
  • Salida voluntaria de la Congregación.
  • Los Hermanos ancianos podían permanecer en Francia.


Para los que decidieron marcharse y vivir en otras tierras su vocación de religiosos educadores los Superiores Mayores estudiaban las ofertas de fundación que se realizaban de distintos puntos del planeta.

Mientras tanto, su hermano Pierre (1888 – 1975) ha ingresado en el Noviciado Menor de St. Claude el 19 de marzo de 1902. Ingresa en el Noviciado de Besancon el 1º de julio de  1904, su Visitador, el Hno. Reticius, Asistente a la vez, empuja a los Hermanos jóvenes hacia el Canadá. El 23 de julio  toma el hábito y parte al Canadá al día siguiente.  El joven Hno. Rolland – Arsene es enviado a Maisonneuve, cerca de Montreal  a terminar su noviciado.

En enero de 1904, el Hno. Nymphas Victorin solicita por escrito la salida del país,  no desea secularizarse sino ser fiel al Señor por el resto de su vida. 

Figura de San Juan B. de La Salle en el Vaticano.

Paradójicamente el 27 de octubre, en presencia del cardenal Merry del Val, se colocaba en uno de los nichos interiores de San Pedro del Vaticano, una estatua de San Juan Bautista de La Salle, obra de Aureli. 

Manuel Bonet

martes, 4 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: Novicio

El Noviciado según la actual Regla de los Hermanos de las Escuelas Cristianas es  “la experiencia privilegiada de iniciación a la vida religiosa del Hermano” (Cfr. Art. 90), en el cual debe darse un encuentro personal con Cristo a través de la oración, el silencio, la vida fraterna y comunitaria.

A la mañana siguiente de la toma de hábito, la vida diaria tomaba un nuevo sabor para aquellos dieciséis novicios: revestir la sotana que habían usado tantos Hermanos, algunos mártires como el H. Salomón Leclerc, secretario general (1745 – 1792) o los mártires Lasallistas de los Pontones de Rochefort: HH. Rogelio, Uldarico y León.  Se sentían a gusto poniéndose la corteza, ahora necesitaban ser troncos firmes.

B. Hno. Salomón Leclerc.
 Se estudia un milagro en tierra venezolana que podría llevarle a los altares. 

Primero el contacto con el Fundador: Guibert, menos copiosa o Blain, más ejemplarizante. Eran las biografías que se tenían a la mano. La Colección de varios trataditos, probablemente la primera Regla de los Hermanos. Aprender de memoria algunos puntos: el espíritu del Instituto, el método de oración, los temas de conversación de los Hermanos. Además, el uso de las Meditaciones para todo el año de noviciado, sin notas marginales, sin citas bíblicas señaladas, tal y como las habían usado generaciones de Hermanos que oraban con ellas.

En la mañana de la Navidad, podrían saborear aquellas palabras del Señor de La Salle que les recordaba: “Somos pobres Hermanos, olvidados y poco considerados por la gente del mundo. Sólo los pobres vienen a buscarnos, y no tienen nada que ofrecernos más que sus corazones, dispuestos a recibir nuestras instrucciones” (MF. 86, 2,2)

Renovar su deseo de consagración, en la fiesta de la Presentación del Señor: “Vosotros os ofrecisteis a Dios cuando dejasteis el mundo. ¿No retuvisteis entonces nada de vosotros mismos? ¿Os habéis entregado por entero a Él? ¿No habéis revocado la ofrenda que entonces hicisteis a Dios? No debéis contentaros con haberos ofrecido a Él una vez. Tenéis que renovar esta ofrenda cada día y consagrarle todas vuestras acciones, no haciéndolas sino  por él” (Cfr. MF 104, 2, 2).

La lectura diaria del Evangelio, principal regla del Hermano así como la Imitación de Cristo. Además de la Regla escrita por La Salle en 1718, y probablemente recién impresa que en 1901, se había vuelto a imprimir con el sello de la Casa Madre en París. Aprender sus numerosos detalles, para ser un buen religioso. Una regla “puntillosa” decía en mis años de formación un Hermano español, pero que ha dado numerosos Hermanos santos, vean ahí al Hno. Benildo Romancon, modelo de Hermano y de Hermano Director.

Santo Hno. Benildo Romancon.
Modelo del Hermano Director, promotor incansable de vocaciones.
En fin, el noviciado era crecer, estirar los brazos para tocar el infinito, para “consagraros por completo a la Santísima Trinidad, para contribuir, en la medida que pudieran, a extender su gloria por toda la tierra. A este respecto, en el noviciado se debían penetrarse del espíritu de vuestro Instituto, y animarse del celo con que Dios quiere que estéis henchidos, llenos, para comunicar a los niños el conocimiento de este sagrado misterio” (Cfr. MD).

Para octubre de 1902, el trabajo debería estar hecho, el novicio había luchado por ser un hombre interior según el modelo de san Juan Bautista de La Salle y podía unirse a través de los votos religiosos de obediencia, castidad, pobreza, estabilidad en la sociedad para el servicio educativo al cuerpo del Instituto.


San Juan Bautista de La Salle.
Imagen que preside el retablo de la Iglesia de la Casa General, Roma. 


Lo que nadie podía prever era que el Hermano Nymphas Victorin no podía emitir sus primeros votos porque no contaba con la edad canónica, habría que esperar un poco más. El H. Exupérien le envío una obediencia, no iría al Escolasticado por su excelente preparación lograda antes del noviciado, sino al Pensionado de Nuestra Señora de Francia, pero eso es capítulo aparte.  
Manuel Bonet

lunes, 3 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: Toma de hábito

Uno de los recuerdos más gratos de un Hermano Lasallista es la toma de hábito, momento en el cual comienza a formar parte del Instituto. El H. Michel Sauvage en La frágil esperanza de un testigo al referirse a este momento expresa: “partir para un aspirantado, o seminario menor, era visto corrientemente como una opción de vida. A fortiori la toma de hábito, a los 18 años frecuentemente, y más temprano entre los Hermanos, era vista como un compromiso definitivo” (Cfr. p. 46). Hay mucho de sueño y promesa en esa celebración antes del Concilio Vaticano II de carácter privado y hoy, vivida con el pueblo de Dios en medio de la Eucaristía.

He tratado de conseguir algún detalle de esta ceremonia a inicios del siglo XX, sin embargo, no me ha sido posible encontrar un ritual de esta época o detalles sobre la misma. He podido leer el esquema de la toma de hábito de 1964, probablemente con algunos cambios, pero el centro sigue siendo el mismo, el revestirse del hábito de Hermano de las Escuelas Cristianas.       

Toma de hábito. Cortesía del Hno. Alejandro González Cerna. 

La toma de hábito se iniciaba con el retiro que le antecedía. Una semana de encuentro con Dios, cara a cara. La víspera de la ceremonia se hace aún una sencilla oración en la capilla del Noviciado llamada “vela de armas” presidida por el Maestro de Novicios.  Al día siguiente, se realizaba la ceremonia con carácter privado, presidida esta por el Hno. Visitador a nombre del Hermano Superior General. En este caso, fue el Hno. Exupérien[1] (1829 – 1905), Asistente y Visitador de los Distritos de París y Le Puy, quien presidió la ceremonia.

El H. Exupérien tiene fama de santo, para unos Hermanos es excesivamente riguroso, exigente y poco sensible, para otros fue un maestro de energía espiritual o un renovador espiritual. En todo caso, era un Hermano según el espíritu del Instituto.

Venerable Hno. Exuperien Mass. 

Después del canto del Veni Creator, se realizaba un interrogatorio común a los quince postulantes que iniciaban el noviciado. Una vez expresados sus deseos de perseverar en su vocación ante los Hermanos que asistían  a esta ceremonia, se les iba llamando uno a uno en compañía de su padrino de hábito. En su caso, fue su padrino, el Hermano Director de la escuela lasallista de Coubon.

En alguna habitación cercana, se revestía el joven novicio, sotana negra con cuello o rabbat blanco, una carterita para llevar un tomo que incluía el Nuevo Testamento y la Imitación de  Cristo, un rosario de seis decenas para llevar en algún bolsillo y un abrigo de mangas grandes, completaba el hábito un solideo negro y para salir, el típico tricornio. Aquí está la corteza del Hermano Lasallista, ahora falta que el tronco sea la de un hombre interior como pedía San Juan Bautista de La Salle, y esto será poco a poco, sin prisas.


Mientras su padrino le ayuda a revestirse, le repita una frase del Fundador: “Desde que se usa este hábito, cuando se solicita ingresar en ella, no se tiene otra idea que la de incorporarse a una comunidad para permanecer en ella el resto de la vida”. El joven escucha y en su corazón, se va formando un grito, un por siempre, para siempre, Señor.

Al ingresar a la sala nuevamente, el Hermano Exupérien, le daría un nombre nuevo: Hno. Nymphas Victorin, nombre que con los años sería cambiado por el conocido Victorino o Vitico por los más pequeños.  Su distrito Le Puy daba como nombre religioso nombres que empezaran con la letra N…. por eso le llamarían así.

La bendición del Santísimo y el canto del salmo 132 daban por terminada la sencilla ceremonia. En mi época cantábamos emocionados en francés, el himno de San Juan Bautista de La Salle, probablemente los Hermanos todos juntos

Manuel Bonet
    

[1] En 1922 fue introducida su causa de canonización en la diócesis de París.  
En 1990, fue declarado Venerable por S. S. Juan Pablo II.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Hermano Victorino: retos de una vocación

Estaba a punto de subir una entrada sobre la toma de hábito del Hermano Victorino sin embargo, me he tenido que detener para hablar antes de los retos de su vocación.

Pocos datos tenemos de la familia del Hermano Victorino, así que desconocemos los pormenores sobre cómo vivieron su deseo de ser Hermano. En una Francia con un alto respeto hacia lo clerical, no era apreciado el deseo de ser Hermano. Les invito a leer la obra  La frágil esperanza de un testigo. El itinerario del H. Michel Sauvage (1923 – 2001), publicado en la colección de Estudios Lasalianos, en especial desde la página 47 a la 55, donde comenta su proceso vocacional inicial.

No sabemos cómo se vivió el proceso vocacional del pequeño Augustin en su hogar. Si hubo comentarios indebidos o malintencionados, al fin y al cabo, era el primer vástago. Aquella decisión no incluía el ser sacerdote que era más valorado y apreciado. El decidir ser Hermano incluía un cierto repudio incluso social: ¿por qué ser Hermano si nunca dirás Misa? ¿Por qué consagrarte al Señor, si permanecerás siempre entre chicos dando clase? Remito a la biografía del H. Michel Sauvage, del que tomo el siguiente fragmento que expresa con creces,  mi comentario anterior: “igualmente evidente para mí durante mi partida, era la fuerte conciencia de que entrar con los Hermanos era tomar un camino que no conducía al sacerdocio. Muchos, en mi entorno, lo expresaban preguntando: ¿por qué renuncias a ser sacerdote? La mayoría no lo entendían. Y algunos no dudaban en expresarme su desaprobación o su tristeza. Mis padres estaban completamente de acuerdo, sobre todo mi padre. Pero mi hermano mayor y más aún mi hermana religiosa, sin hacérmelo notar nunca directamente, aceptaban mal mi elección. La sufrían como una carencia. Necesitaron mucho tiempo para comprender y aceptar.”(Cfr. p. 49)



Cuando los Hermanos llegaron a Cuba, su vocación para algunos “incompleta” no era bien vista o comprendida. Recuerdo en mi caso, las burlas y comentarios irónicos de un sacerdote sobre mi vocación como Hermano y era 2002. En las crónicas de la fundación del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús de Guantánamo,  se narra que “los inicios fueron duros debido a la poca hospitalidad ofrecida por los pobladores que no veían bien a estos “curas extranjeros” vestidos con sombrero de tres picos y estrafalariamente”.

En cualquier caso, el joven Augustin se encontró en medio de muchos chicos de su edad que deseaban ser Hermanos para toda su vida, pues en aquellos años “la vocación sacerdotal o religiosa era considerada como un honor para la familia, un estado superior. Con un matiz notable: hacerse Hermano no era bien comprendido. Un muchacho capaz de estudiar que entraba en las órdenes normalmente debía orientarse hacia el sacerdocio. Finalmente, y sobre todo, optar por la Vida religiosa, era renunciar al mundo. Cuando partíamos para el Noviciado menor de los Hermanos, la perspectiva evidente era que no volveríamos más a nuestra casa. En efecto, los novicios menores no regresaban a sus casas durante las vacaciones. Ésa era una gran diferencia con los Seminarios menores. Estos seguían el régimen de los internados de la época: vacaciones en familia más o menos cada seis semanas. Durante las vacaciones mi hermano, seminarista mayor, vivía en nuestra casa” (Cfr. 45 – 46)



A esto sumemos, la experiencia de desarraigo del entorno familiar, los cambios físicos y psicológicos de la adolescencia, el ambiente tan anticlerical que empezaba a respirarse en Francia en estos años. Tuvo valor el joven Augustin al decidir ser Hermano Lasallista, tuvo  mucho valor.   

Valor para decidir ante las presiones de su sociedad.
Valor para dejar la familia atrás.   
Valor para decir Si al Señor.
Valor para entender que su vocación era para siempre.
Valor para ser educador de generaciones.

y todo para seguir a Jesús al estilo de La Salle.  

Manuel Bonet
  

sábado, 25 de octubre de 2014

Hermano Victorino: primeros años lasallistas.

Me gustan mucho las líneas de tiempo como recurso para poder aprender y organizar ideas, así que aquí les comparto una línea del tiempo con los primeros años del joven Augustin Arnaud Pagés, muy próximo a convertirse en el Hermano Nymphas Victorin.


En aquel primer colegio lasallista que ha ingresado providencialmente a sus escasos 11 años, siente que el Señor Jesús le llama a seguirle, como uno de estos Hermanos que día a día dan lo mejor de sí para educarlos y formarlos como buenos y honestos ciudadanos.

Le confiesa probablemente su deseo al Hno. Director y en poco tiempo, me imagino que con la autorización y bendición de sus padres, parte al Noviciado Menor o Aspirantado en Val - pres - le Puy, cerca de la imagen de María Santísima hecha con cañones. Es el Aspirantado la primera etapa de formación lasallista, en aquella época y en aquella casa, habían 120 adolescentes que disfrutaban de un ambiente rico en piedad, estudios y excelente ambiente fraterno. Muchos años después al recordar estos años, dirá "allí pasé los mejores años de mi vida". 

En estos años surge una anécdota que tiene sabor a travesura en nuestros días, así lo cuenta él: "Cuando apenas tenía 13 ó 14 años, recuerdo un hecho significativo en mi vida. Era durante la Guerra Hispano - Mexicana y, por lo tanto, la independencia de Cuba. Los periódicos traían diariamente noticias, y estaba yo locamente interesado por ellos. De acuerdo con un compañero, a una hora convenida nos metíamos en el despacho del Capellán del Colegio, y con el periódico que allí tenía nos enterábamos de todo. Solo nos interesaba lo de Cuba. ¿Sabía yo algo de Cuba? ¿Me imaginaba que algún día iría a vivir y trabajar allí? Nada de eso; pero a veces, en la adolescencia hay intuiciones providenciales que nadie explica..."

¿Descubiertos por el Capellán? ¿Regañados por el Hermano encargado de la disciplina? No sabemos que sucedió al respecto, pero para el adolescente Augustin fue un hecho que se grabó en su memoria para siempre. 

El 24 de mayo de 1900 trajo una gran alegría para los Hermanos Lasallistas, la canonización de Juan Bautista de La Salle (1651 - 1719). Cada casa lasallista competía en manifestaciones de afecto y cariño hacia el Fundador que era colocado en la Gloria de Bernini y declarado como modelo de santidad para toda la Iglesia. 

En septiembre de 1901, daba un paso importante en su vida el joven Augustin, ingresaba en el Noviciado de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. 

Nos detenemos aquí, dejemos para otro momento, el hecho de su toma de hábito.  Caminemos estos últimos días junto al adolescente que pronto entrara en la historia de su Instituto y de la historia de la Iglesia en Cuba.     
Manuel Bonet

viernes, 24 de octubre de 2014

Hermano Victorino: raíces escolares

Si me dan a escoger entre un archivo digital, todo ordenado en ventanas y un archivo de libros y papeles amarillentos, conservados como tesoro a través de los años, creo que ya saben en cual me gustaría meterme y poder revisar cada documento.  

Pues para escribir esta entrada he ingresado numerosas veces en el archivo digital de los Hermanos de La Salle en Francia, con el fin de encontrar nuevas pistas que me ayuden a esclarecer los primeros años escolares del Hno. Victorino. Reconozco mi poca pericia para poder usar su página y sus numerosos campos descriptivos para obtener la información deseada. 

Según el H. Alfredo Morales los estudios básicos o primarios fueron recibidos en la escuela pública de su pueblito natal, Onzillon. Hijo de campesinos no se podía esperar una educación más esmerada o enviarle a un pensionado tan común en aquellos años como costoso para la economía familiar. 

Su despierta inteligencia y esa atenta capacidad para observar y retener detalles a veces insignificantes que poseen los niños del campo, hizo que a los 11 años, lograse el Diploma de Estudios de Primera Enseñanza. Ciertamente me gustaría descubrir el currículum escolar de aquellos años.   Recordemos que estamos en 1896.


Iglesia de St. Amand de Chadron, en la actualidad.


En la catequesis impartida en la parroquia de St. Amand de Chadron probablemente, asistía al catecismo con la finalidad de prepararse a la Primera Comunión. Según las normas de la época, a los niños se les prohibía comulgar, hasta la llegada de la "hora de la razón" que en esta región estaba designada a partir de los 12 años. 

Uno de los vicarios de la parroquia, se interesó en aquel muchachito un poco flacucho, pero de gran ingenio y logró que el Hermano Director de la escuela lasallista de la cercana Coudron le diera una beca en octubre de 1896. Recorriendo la página - archivo de los Hermanos de Francia, en el Haute - Loire no encuentro una escuela o comunidad en ese pueblito sino en Coulbon, la cual permaneció abierta entre 1894 - 1904, fecha en que con las Leyes de Combes probablemente haya cerrado definitivamente.

No sé por qué me ha venido a la mente, esas imágenes de la vida de Don Bosco adolescente que se tiene que privar de la compañía de su familia para ir en pos de un sueño. Ambos campesinos, se tienen que dirigir a otra ciudad en busca de estudios y piedad. Ambos lo han logrado, uno ya está en los altares, él otro, ha de recorrer un largo camino todavía.  

Al ingresar a la escuela de los Hermanos, me imagino que los primeros días alguna lágrima pudo haber derramado, sin embargo, pronto se sentiría como en su propia casa y querrá ser como sus Hermanos. 

Llega en el internado el año de 1897. Dos hechos marcan su vida de adolescente:
  • 2 de febrero, es admitido en la Congregación Mariana de la escuela;
  • mayo, realiza la Primera Comunión, tan deseada, en esta ocasión, preparado por los Hermanos que se empeñan en dar lo mejor de sí para que este sea un verdadero encuentro con Cristo en la Eucaristía. Él lo recordará muchos años atrás con unas sencillas palabras: "Allí hice mi Primera Comunión, que en aquella época,  sólo podía recibirse a los doce años".   

Hemos de hacer una pausa en su biografía para voltear a las raíces de este árbol tan frondoso que llegó a ser nuestra Hno. Victorino. Sus raíces se esconden en la vida campestre de finales del siglo XIX, con un ingenio que le permitirá avanzar por caminos desconocidos, con hambre de Dios y de nuevos conocimientos.   
       Manuel Bonet 


   

lunes, 20 de octubre de 2014

Hno. Victorino: sus raíces familiares

Sobre la familia del Hno. Victorino tenemos muy pocos datos, esperemos que quién redacté su positio super virtubis pueda esclarecer su ambiente familiar. Roma hila fino con estos procesos, quiere saber detalles quizás hasta los más insignificantes para saber de que madera están hechos los bienaventurados. No podemos perder de vista las raíces familiares del querido Victorino.

Por la partida bautismal que se reproduce en la página 14 del libro Hermano Victorino: Itinerario evangélico, sabemos que su papá se  llamaba Joseph y su mamá, Marie.  Se desconoce la fecha de su matrimonio y que fueron bendecidos con numerosa descendencia.  Sobre su madre, él mismo nos ofrecerá una descripción muy detallada: 

 "de carácter fuerte, nuestra madre, a pesar del peso de las labores domésticas de una casa modesta, supo educar bien a sus 7 hijos, en el respeto, la obediencia y el amor a Dios. En este día le debía este sencillo homenaje público de gratitud"

El Hno. Alfredo Morales, nos ofrece algunos datos sobre su familia: "Sus padres constituía un humilde hogar, profundamente cristiano. El era de pura cepa francesa; ella era de descendencia catalana - francesa. Su abuelo paterno había sido soldado de Napoleón en muchas campañas militares". 



Nuestro Hermano Victorino fue el vástago primogénito del matrimonio formado por  Joseph y Marie, a él le seguirían seis descendientes más, cuatro varones y dos mujeres. 

¿Qué sabemos de ellos?

Muy poco realmente hasta que se revisen los archivos parroquiales de Saint - Amand de Chadron y se hallen las partidas de bautismo de los mismos. 
  

  • Uno de los varones murió en el frente de batalla durante la Primera Guerra Mundial. Sus restos han de abonar algún campo fránces y en algún lugar su nombre da gloria a sus padres.  No hay nombre. 
  • Otro de los chicos, Jean - Pierre, ingresó en el noviciado lasallista y profesó con el nombre de Hno. Rolland - Arsene, en 1904 se dirigió a las obras Lasallistas y allí se reencontró con su hermano mayor después de  septiembre de  1961. Perseveró en su vocación hasta el final de sus días.
  • Desconocemos cualquier dato sobre los otros dos varones Arnaud Pages. 
  • Sobre las chicas, se sabe  que se casaron y tuvieron numerosa descendencia. No hay nombres que mencionar. 


En cualquier caso, se han vivido las virtudes cristianas que han crecido en el hogar paterno: fidelidad, prudencia, constancia, responsabilidad, amor a Dios y a la patria. Una familia enraizada en las viejas tradiciones francesas: rezo del ángelus al mediodía y del rosario al caer la tarde, misa dominical sin faltar ninguno, alguna peregrinación a Nuestra Señora de Francia o al santuario de San Miguel Arcángel, recepción de los sacramentos. 

Cuando el Hno. Victorino inicie el Movimiento Familiar sabe que se juega, la suerte de una nación.  Porque lo ha vivido, sabe que en estos grupos están las bases de una nueva sociedad con sabor a evangelio. 

Manuel Bonet

miércoles, 1 de octubre de 2014

Las raíces de un hombre

¿Cómo entender a un hombre si no se conoce el horizonte de su mirada? ¿Cómo adentrarse en el corazón de un hombre si no se ha visto el paisaje que albergaron sus ojos? ¿Cómo descubrir sus raíces sin entender el entorno, el contexto social, su cultura?

El Hno. Victorino nació en un pueblito llamado Orzillon, perteneciente a la diócesis de Le Puy, en el sur francés. Cerca de su pueblo, el río Loire corre en medio de un paisaje agreste y hermoseado de vegetación, es el Haute - Loire. 

La diócesis de Le Puy - en  - Velay guarda como tesoro precioso, las primeras huellas del camino francés a Santiago de Compostela. Conocido con el nombre Vía Podiense, Podense o Podenses recorre varios miles de kilómetros antes de prolongarse en Roncesvalles y de allí dirigirse en tierra española hacia Compostela. El primer peregrino fue el obispo Gotescalco, obispo de Le Puy  - en - Velay, quien acompañado de un numeroso séquito, emprendió el camino hacia la tumba del apóstol encomendándose antes a Notre Dame du Puy.



Pocos detalles se tienen del itinerario recorrido, sin embargo esta primera peregrinación está autentificada por los escritos de Gomesano, monje del convento español de San Martín de Albelda, cerca de Logroño: "El Obispo Gotescalco, animado de de una manifiesta devoción, ha dejado su país de Aquitania, acompañado de un gran cortejo, dirigiendose hacia la extremidad de Galicia para tocar a la misericordia divina implorando humildemente la protección del Apóstol Santiago". La veracidad de su testimonio literario queda asegurado con la presencia de unos datos que el amanuense incorporaba al finalizar su trabajo: nombre, edad y la fecha de su redacción. En la manuscrito De Virginitate hecho para Gotescalco, en 951, monje de Albelda, dice: "El muy santo obispo Gotescalco se llevó este libro de Hispania a Aquitaine durante el invierno, en los primeros días de enero...

Otro hecho histórico relacionado con el camino de Santiago y la región donde se ubican los primeros años del Hno. Victorino, es la preciosa imagen de Nuestra Señora de Francia. El 8 de septiembre de 1855, el General Pélissier venció durante la guerra de Crimea en la batalla de Sebastopol al ejército imperial ruso, arrebatándole como botín de guerra, nada menos que 213 cañones de bronce. Aconsejado por  el obispo Mons. de Morlhon, solicita al emperador Napoleón estos cañones para construir una imagen de María Santísima que la diócesis de Le Puy deseaba dedicarle a Nuestra Señora de Francia. 
        


Modelada la preciosa imagen por Jean - Marie Bonnassieux (1810 - 1892) sobre el monte Cornelio  fue realizada con el bronce de algunos de aquellos cañones e inaugurada el 12 de septiembre de 1860 ante 120 000 peregrinos. 

La mirada de María que sostiene en sus brazos a su Hijo, aún permanece allí, en medio de cierta indiferencia religiosa, pero es un signo de aquella nación que la primera en abrazar el mensaje de Cristo Resucitado.

Dos años antes, entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, Bernadette Soubirous dialoga con la Santísima Virgen María  en una gruta del paraje de Massabielle, expresándole en la expresión "Soy la Inmaculada Concepción" el reconocimiento a la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción por el beato Pío IX.   Un poco más tarde el mismo papa convoca el Concilio Vaticano I (1869 - 1870) que en medio de gritos y amenazas define la infalibilidad papal ex - cathedra. 

Pío IX declara el dogma de la Inmaculada Concepción.  

León XIII intentará acercar la Iglesia hasta el corazón de los obreros y con la encíclica Rerum novarum tratará de llegar a las nuevas expresiones sociales, pero antes se ha tenido que enfrentar a la kulturkamp, impulsando el servicio diplomático papal en Francia, Alemania, España, Reino Unido, México y Rusia. 

En medio de tantos acontecimientos que sacudieron el mundo y sus expresiones políticas, nacerá un niño el 7 de septiembre de 1885 cuyo nacimiento no quedará desapercibido: Augustin Arnaud, más conocido como Hermano Victorino.       

Así termino esta entrada sobre el entorno eclseial que vio nacer al Hno. Victorino, espero haber enriquecido al fiel lector con detalles que muestran la diversidad de facetas que ilustran su figura.  

Manuel Bonet.


martes, 30 de septiembre de 2014

A modo de presentación.

Hace unos días he recibido después de varias peripecias un libro sobre el Hermano Victorino. Mi amor hacia los libros es una vieja tradición que hizo que en algún momento me apropiara de unas palabras de Borges para ilustrar mi tesis en la universidad: "Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mi  se refiere, no puedo imaginar un mundo sin libros". Así que los libros siempre son una grata sorpresa en mi vida.

En esta ocasión, la llegada del ejemplar de Hermano Victorino: itinerario evangélico, obra del Hno. Alfredo Morales (1994), era un libro esperado y anhelado. La llegada del ejemplar traía sobre sus pastas un poco de aventura. 

En julio, después de publicar alguna entrada sobre el Hno. Victorino en este blog, un amigo me ofreció un ejemplar de la obra del Hno. Alfredo. En el verano el libro salió de Miami y llegó a San Luis Potosí, México, pero las oficinas del colegio estaban cerradas y lo regresaron  a su destinatario. Sabiendo mi amigo y yo lo que había pasado lo volvió a enviar y ahora sí, en la primera quincena de septiembre llegaba finalmente a mis manos después de muchos kilómetros recorridos.

Me lo leí casi de un tirón, lo releí nuevamente en busca de esa huella propia, tratando de entender a este hombre callado, aparentemente insignificante y paradójicamente,  transformado en un ciclón que revolucionó a la Cuba del siglo pasado. No se ofenda quien le haya conocido, si le etiqueto con esos adjetivos que no son míos, así me lo describieron a mí, allá por los últimos años del siglo pasado cuando asistía con gran entusiasmo a las convivencias vocacionales en la casa de los Hermanos de La Salle. 



Para quienes le conocieron quedaron en ellos grabados muy claramente los principales elementos de su vida:

  • Amor por Cuba y los cubanos: No se puede entender su vida y su obra, si no es en Cuba y desde Cuba. Vivió durante medio siglo las luces y sombras, las necesidades y las esperanzas de nuestro pueblo y su historia y en medio de ese torbellino concibió sus más importantes obras.


  • Hombre de Dios: Quien entablaba un sencillo diálogo con él, pronto descubría un cierto sabor a Dios en su porte, en sus palabras, en sus gestos. La vida no se improvisa y en el caso del Hermano Victorino, buscaba en medio del diario cotidiano el poder encontrarse a solas con Dios, para hablarle a El de sus alumnos y cuando estaba con sus alumnos y ex - alumnos que se cuentan por generaciones, poder hablarles a ellos de Dios.    


  • Hombre de Iglesia: Nunca quiso una obra de capillas ni colegios, pensó en cómo los cubanos podían construir su Iglesia inclusiva, sin clases sociales, donde Jesús Resucitado fuese anunciado con total entrega y generosidad. Lo logró, en medio de tantas dificultades aquellas multitudes supieron dar testimonio de la fe vivida. 


Me ha tocado conocerle a través del testimonio de aquellos que le conocieron o vivieron con él. Aplaudo a los ex - alumnos que desde Miami han empujado la apertura de su causa de canonización, esperemos que pronto le veamos en los altares, pero mientras tanto me animo a escribir algunas cosillas sobre su persona en este espacio, bajo la sombra de las palmas cubanas. 

Manuel Bonet.     

martes, 8 de julio de 2014

Victorino de Cuba.

Quiero hablarles de un hombre callado y aparentemente insignificante "que hizo que los jóvenes se acercaran a la Iglesia en cada pueblo, en cada batey, en cada lugar de Cuba...

Para aquellos que formaron parte de la Acción Católica cubana, no se necesita mayor descripción, para quienes nacimos después de 1959, hablo del Hermano Victorino de La Salle (1885 - 1966).  Religioso francés del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas llegó a Cuba en 1905. Maestro de generaciones de cubanos el 11 de febrero de 1928 funda la Acción Católica que pronto se convirtió en una presencia eclesial en toda isla. Antes del triunfo revolucionario sale del país y se dirige al exilio como más tarde  lo haría su congregación religiosa y cientos de miles de cubanos. Fallece en Bayamón, Puerto Rico.

Al apagarse su vida surgió como un clamor callado: ¡El Hermano Victorino es santo!

Este clamor ha permanecido a través de los años. Finalmente en 1996, los ex Alumnos Lasallistas cubanos pidieron a los Hermanos de La Salle interesarse en la apertura de su causa de canonización. Habría que esperar al 19 de enero de 1999 para que en Puerto Rico, el Arzobispo Mons. Roberto González solicitase el permiso para abrir su causa, el cual fue emitido el 30 de marzo de este mismo año.

El 22 de octubre de 1999 se nombró el Tribunal examinador y el 8 de septiembre del 2000 se iniciaron las sesiones del proceso de canonización del Hermano Victorino. En el 2003 se clausuró este proceso diocesano y se confiaron las actas del mismo, así como documentos personales del ahora Siervo de Dios al Postulador General de los Hermanos Lasallistas, Hno. Rodolfo Meoli.     

Recientemente  el Hno. Álvaro Rodríguez Echeverría se refería a él de esta manera: "La memoria del Hermano Victorino nos estimula a participar como él, en entusiasmo y fervor en la misión educativa que el Señor hoy nos confía. Su contribución con la Juvetud Católica Cubana, fue una acertada visión de compartir el carisma lasallista con los Seglares y en esto, se adelantó a los que hoy estamos viviendo a nivel de Instituto, con la Asociación y la Misión compartida. Que su ejemplo nos estimule y anime, recordando con otros de nuestros escritos lasallistas que Dios ama a los jóvenes hasta el punto de consagrarles sus santos". (Roma, 25 de marzo de 2008)

La obra del Hermano Victorino es de Dios, su santidad es de toda la Iglesia. Si bien su causa ha sido confiada a los Hermanos, los primeros promotores han sido sus alumnos, aquellos que le conocieron mejor. Sus alumnos fueron lasallistas, pero su obra alcanzó a todas las comunidades eclesiales cubanas: parroquias, colegios, hogares. Su santidad pertenece a la Iglesia que peregrina en Cuba, por eso es Victorino de Cuba.

.